SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
DIOS ESTÁ AQUÍ
CORPUS CHRISTI
Reflexiones desde la fe
por
FRANAISCO DE ROUX
frnjosederoux@gmail.com
Celebramos la solemnidad de Corpus Christi. La litugia se hacía antes el jueves pasado. Por eso este lunes no se trabaja en Colombia. La celebración tuvo siempre tuvo siempre una dimensión espectacular. Propia de la piedad popular católica que da seria importancia a los símbolos, para apoyar en nuestra sensibilidad la gravedad de una espiritual histórica, encarnada. La custodia con la hostia consagrada, llevada bajo el palio entre alabanzas, rosarios y voladores, recorría en procesión las principales calles del pueblo. No era poder, . Era gracia, fiesta de la gratitud. El atrio del templo se cargaba de frutas, legumbres, huevos y gallinas, que los buenos párrocos repartían entre los pobres.
El pueblo, profundo en la sencillez de su fe, no perdía el significado serio del sacramento -símbolo eficaz-, que tenemos que recuperar en la sociedad secular.
La lectura del Evangelio trae el texto de la Última Cena. . El momento histórico es dramático. Jesús consciente de que ha sido entregado por un compañero traidor y de que le espera lo peor: Lo van a matar violentamente. Los discípulos que lo acompañan todavía no entienden, Desposeído de todo, después de haber vivido totalmente para sus amigos y amigas, para su gente, sirve sobre la mesa de la última comida lo único que le queda para consolidar la entrega total de sí mismo: su cuerpo y su sangre en solidaridad radical con todas las víctimas de la historia y con todo dolor humano: "Tomen y coman, esto es mi cuerpo. Tomen y beban, esto es mi sangre". "Nadie ama más que quien da la vida por los amigos", y también por los enemigos, porque así lo había predicado.
Para los creyentes esta última cena,
repetida día tras día en la misa,
es el momento crítico
y desafiante de la fe.
Porque así termina expresándolo en el momento final, cuando el cuerpo crucificado, torturado, es es un don bañado en sangre: "Padre perdónales porque no saben lo que hacen"
Para nosotros los creyentes esta última cena, repetida día tras día en la misa, es el momento crítico y desafiante de la fe. No sólo creemos en el amor infinito que nos regala la vida a cada mujer y a cada hombre y nos espera para siempre, y se nos entrega en el amor humano y en las maravillas del universo. También creemos que ese amor se hizo carne en Jesús para hacerse carne en todos nosotros: Amar de verdad. Hasta las últimas consecuencias. Entender toda la creación como la mesa en la que todas y todos tenemos igual derecho y luchar por hacerlas posibles.. Todas t todos pecadores y perdonados. Invitados a la construcción de una sociedad fraterna. En el dolor de construir juntos. Un himno eucarístico popular nos lo recuerda en el símbolo del pan hecho de granos de trigo juntos, reventados, amasados: "Un molino la vida nos tritura con dolor: Dios nos hace Eucaristía en el amor".
el Santísimo Sacramento del altar
Sea por siempre bendito y alabado
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
"No fue Moisés quien les dio el pan del cielo; es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios, es el que baja del cielo y da la vida al mundo"
Juan 6, 32-33
Hermanos, en este mes de junio en que celebramos la solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor, más conocida como el Corpus Cristi, es la oportunidad perfecta para que reflexionemos sobre nuestra actitud frente a la Sagrada Eucaristía, pues la rutina con que podemos estarla viviendo, nos puede llevar a ser desagradecidos con Ella, olvidándonos que es la muestra permanente de que Dios Padre no nos abandona, sino que está a nuestro lado fortaleciéndonos y animándonos a vencer el mal. ¿Somos personas de fe que aman y viven con intensidad este sacramento? ¿Nos conformamos con el alimento que ofrece el mundo y no buscamos el que da la vida eterna? ¿Profundizamos en nuestra formación eucarística? La respuesta que demos a estas preguntas no nos puede dejar satisfechos, pues siempre debemos dar más de nosotros mismos, tal y como lo pidieron los discípulos en el Evangelio: "Señor, danos siempre de ese pan" (Jn 6.34).
La Eucaristía, pan y vino, es el Cuerpo y la Sangre del Señor, pero, ¿sabemos qué significado tiene el pan y el vino en la Sagrada Escritura? Una sencilla iluminación al respecto nos ayudará a cuestionar y motivar nuestra vida de fe. La temática es demasiado amplia, por eso daremos algunas pinceladas.
El pan en la Sagrada Escritura
En los tiempos bíblicos, el pan era el alimento principal de los hombres, no sólo por su facilidad de elaboración ( que se hacía en la propia casa), sino por su economía, ya que al ser hecho de trigo o de cebada, el grano podía acumularse por largas temporadas antes de ser triturado. Estas dos características, hicieron que el pan fuera elemento diario en el consumo de Palestina. Otros artículos, como las frutas y las verduras, e incluso las carnes, por su mismo costo, eran alimentos secundarios. La Sagrada Escritura nos da testimonio que el pan era hecho de cebada (Jc 7,13; Jun 6, 13) o de trigo (Ex 29,2), como también que la harina podía ser gruesa, normal o fina (Lv 2, 14; Ex, 29,2; Gn 18, 6). La forma del pan de este tiempo, era muy similar a una "arepa", lo que facilitaba su transporte.. La Sagrada Escritura es clara en diferenciar el pan con levadura y el pan sin levadura.
El pan sin levadura se tiene como símbolo de salvación, penitencia, humildad y obediencia, ya que se recibió como mandato divino para la preparación de la Pascua, de la liberación, donde Dios se acerca a la historia para ayudar a los que sufren: "Siete días comerás panes sin levadura; así el primer día harán que no haya levadura en sus casas; porque cualquiera que como pan fermentado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel (...)" (Ex 12,15-20). El pan sin levadura es el pan de la aflicción, del recogimiento y de la transformación (Dt 16, 3). Esta imagen se recoge con el Señor Jesús, quien en la Última Cena toma pan (Mt 26, 26), lo bendice y da gracias por él; lo interesante es que también es un pan pascual, de humildad y de penitencia, actitudes confirmadas en la Cruz. El pan sin levadura es, por tanto, símbolo de la acción generosa de Dios, quien no abandona a sus hijos para que se alimenten del mundo, sino que extiende su brazo y bendice con el maná, con el pan, con la Eucaristía, recordándonos que somos su pueblo, que Él nos cuida y que debemos serle fieles y serviciales.
El pan sin levadura se tiene como símbolo de salvación, penitencia, humildad y obediencia, ya que se recibió como mandato divino para la preparación de la Pascua, de la liberación, donde Dios se acerca a la historia para ayudar a los que sufren: "Siete días comerás panes sin levadura; así el primer día harán que no haya levadura en sus casas; porque cualquiera que como pan fermentado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel (...)" (Ex 12,15-20). El pan sin levadura es el pan de la aflicción, del recogimiento y de la transformación (Dt 16, 3). Esta imagen se recoge con el Señor Jesús, quien en la Última Cena toma pan (Mt 26, 26), lo bendice y da gracias por él; lo interesante es que también es un pan pascual, de humildad y de penitencia, actitudes confirmadas en la Cruz. El pan sin levadura es, por tanto, símbolo de la acción generosa de Dios, quien no abandona a sus hijos para que se alimenten del mundo, sino que extiende su brazo y bendice con el maná, con el pan, con la Eucaristía, recordándonos que somos su pueblo, que Él nos cuida y que debemos serle fieles y serviciales.
El pan con levadura, por su parte, se presenta como símbolo
del orgullo y de la prepotencia que no confía en Dios. En este momento, llega a nuestra mente aquel pasaje bíblico donde la gente perseguía a Jesús por el pan material, no por quien era. ¿No somos nosotros de ese grupo? Una masa fermentada tiene un olor fuerte y desagradable; por eso el Texto Sagrado nos dice que debemos ser masa sin fermentar (sin orgullo), como Cristo, quien se humilló hasta el extremos (Fil 2, 8). El pan con levadura es sinónimo de autosuficiencia y falta de compromiso con el Señor; por esto, San Pablo es claro al decir: "Celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de la malicia y de la maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad" (1 Cor 5,8). El Señor, que todo lo hace nuevo, nos transforma en "fermento" para una sociedad nueva; tristemente, no siempre permitimos que Él saque la levadura vieja de nosotros.
El vino en la Biblia
En la Sagrada Escritura, el vino cuenta con muchos significados, pero sobresale el de ser motivo de alegría, gozo y compartir (Gn 14,18; Lv 10, 9); al mismo tiempo la Escritura resalta el peligro de abusar de él (Is 5, 22; Prov 20, 1; 21,17). Por esta doble significación, con el vino se aplica la misma diferenciación que con el pan, hablando de "vino nuevo" y "vino viejo". En el libro del Apocalípsis , Babilonia inunda las naciones con el "vino de la fornicación" (14,8; 17,2). En este contexto aparece la contraparte, el vino del Señor: "el vino de la ira de Dios (Ap 16,19)
El Señor Jesús, quien se valía de ejemplos de la vida ordinaria para transmitir su mensaje, encontró en el vino un buen medio para expresar la novedad del Evangelio (Mt 9,11); tanto que Él mismo se llama "la Vid verdadera" (Jn 15,1) . La vida y el mensaje del Señor son un "vino" de gozo y alegría que no causa sufrimiento o pecado, algo que sí provoca el vino viejo del mundo. En la Última Cena, el Señor toma el vino, lo bendice, y dice que es "su sangre, derramada para la salvación del mundo". Los hebreos se alimentaban de pan y de vino material; el Señor nos invita a participar diariamente de su Banquete Celestial: la Sagrada Eucaristía. Jesús da un nuevo significado: el pueblo de Dios ya no se alimentará del pan y del vino de este mundo (un pan y un vino de orgullo, vanidad, desenfreno y pecado); sino que se alimentará de los dones que vienen del mismo Dios; pan y vino verdadero, que representan el Cuerpo y la Sangre del Señor Jesús. Por lo tanto, alimentarse de la Eucaristía debe ser sinónimo de compromiso con el Señor,, pues no se trata de un pan o de un vino cualquiera, sino de un alimento que fortalece para la vida eterna.
Hermanos, muchas veces no nos detenemos a reflexionar sobre la profundidad de estos símbolos, por eso, ahora que lo hemos hecho de una manera sencilla, nuestra actitud frente al Sacramento del Altar no puede ser la misma: debemos comprometernos cada día con el Señor. Si nuestro alimento espiritual es el Cuerpo y Sangre de Cristo, no podemos ser los mismos de siempre, sino que debemos esforzarnos por ser mejores padres, hijos, trabajadores y amigos. De lo contrario, seremos iguales al pan y al vino del mundo, elementos que sólo producen miseria, divisiones, guerras y destrucción.
Hermanos, la Eucaristía no es una comida ordinaria, por eso, acerquémonos a ella con el "gozo y la alegría del vino", por saber que el Señor nos ama; pero también, con el recogimiento y el compromiso de entregarlo todo por Él (pan sin levadura).
Hagamos de la Eucaristía, nuestro alimento diario, de manera que Ella, por su poder, nos limpie de todo desecho del vino y del pan viejo de este mundo.
Amado Señor Jesús, Pan de Vida Eterna, te doy infinitas gracias por todas las bendiciones que derramas en mi vida, especialmente por mis seres queridos y por el Sacramento de la Eucaristía; ellos me demuestran la grandeza de tu amor que siempre está a mi lado, animándome para no desfallecer. Buen Jesús, te ruego que me bendigas con la fuerza de la salud y del trabajo, de manera que nunca falte en mi vida el Pan de la Palabra y el Pan Eucarístico.
No permitas que la avaricia me ahogue, antes bien, crea en mí un corazón noble que siempre esté dispuesto a ayudar a quien pasa hambre, se, frío y marginación. Te suplico por el Papa, los obispos, sacerdotes y consagrados, para que los protejas y los llenes de amor, de manera que se mantengan firmes y generosos para celebrar tu Santísima Eucaristía, fuerza de todo creyente. Te ruego que al comulgar con tu Santísimo Cuerpo y Sangre, me concedas la sabiduría para comprender lo que quieres de mí, y pueda así entregarte todo lo que soy y todo lo que tengo. Amén.
Hermanos, muchas veces no nos detenemos a reflexionar sobre la profundidad de estos símbolos, por eso, ahora que lo hemos hecho de una manera sencilla, nuestra actitud frente al Sacramento del Altar no puede ser la misma: debemos comprometernos cada día con el Señor. Si nuestro alimento espiritual es el Cuerpo y Sangre de Cristo, no podemos ser los mismos de siempre, sino que debemos esforzarnos por ser mejores padres, hijos, trabajadores y amigos. De lo contrario, seremos iguales al pan y al vino del mundo, elementos que sólo producen miseria, divisiones, guerras y destrucción.
Hermanos, la Eucaristía no es una comida ordinaria, por eso, acerquémonos a ella con el "gozo y la alegría del vino", por saber que el Señor nos ama; pero también, con el recogimiento y el compromiso de entregarlo todo por Él (pan sin levadura).
Hagamos de la Eucaristía, nuestro alimento diario, de manera que Ella, por su poder, nos limpie de todo desecho del vino y del pan viejo de este mundo.
ORACIÓN
ANTE EL SANTÍSIMO SACRAMENTO
Amado Señor Jesús, Pan de Vida Eterna, te doy infinitas gracias por todas las bendiciones que derramas en mi vida, especialmente por mis seres queridos y por el Sacramento de la Eucaristía; ellos me demuestran la grandeza de tu amor que siempre está a mi lado, animándome para no desfallecer. Buen Jesús, te ruego que me bendigas con la fuerza de la salud y del trabajo, de manera que nunca falte en mi vida el Pan de la Palabra y el Pan Eucarístico.
No permitas que la avaricia me ahogue, antes bien, crea en mí un corazón noble que siempre esté dispuesto a ayudar a quien pasa hambre, se, frío y marginación. Te suplico por el Papa, los obispos, sacerdotes y consagrados, para que los protejas y los llenes de amor, de manera que se mantengan firmes y generosos para celebrar tu Santísima Eucaristía, fuerza de todo creyente. Te ruego que al comulgar con tu Santísimo Cuerpo y Sangre, me concedas la sabiduría para comprender lo que quieres de mí, y pueda así entregarte todo lo que soy y todo lo que tengo. Amén.
Minutos de Amor
Manual de oración y formación católica
Procesión
con el Santísimo Sacramento
LA eucaristía: PAN BAJADO DEL CIELO es un alimento que nos da con creces todos los elementos que nuestra alma requiere para crecer en comunión con Dios. La comunión, que es Dios mismo nos proporciona todos los elementos que nuestra alma necesita para poder responder al llamado que Dios nos ha hecho a la santidad y a la vez nos comunica los secretos que necesitamos para mantenernos en el camino de la transformación que Dios va haciendo en nuestra alma para asemejarnos a Jesucristo, Hijo de Dios.
Esto quiere decir que cuando Cristo viene a nosotros por por medio de la comunión: pan de vida, y lo recibimos con las disposiciones convenientes, vamos dejando que Dios nos transforme, para ser más como Él quiere que que seamos. Así podemos ir imitando cada vez más a Cristo, en nuestra manera de pensar, de sentir, de actuar, de reaccionar. De tal manera que pueda irse haciendo realidad en nosotros la expresión de San Pablo a los Gálatas (cf Gál 2,20): "Yo no soy yo quien vivo; es Cristo quien vive en mí". Así, la presencia divina de Jesús, recibido en el pan eucarístico puede impregnar nuestro ser tan íntimamente, que podemos llegar a ser cada vez más lo que Dios desea de nosotros, hasta que ya no seamos nosotros, sino el pan de la vida quien viva en nosotros.
ALMAS EUCARÍSTICAS
Una "lámpara encendida" es una pequeña alma enamorada de Jesús Sacramentado para complacencia y alabanza del Padre celestial exclama en venerable Ollier. " Por qué Dios mío, habéis puesto sangre y no aceite en mis venas? ¡Ah! si en mis venas yo tuviese aceite en vez de sangre, lo derramaría gota a gota en las lámparas que arden delante del Santísimo Sacramento".
En el momento de instituir la Eucaristía vio Jesús presentes a todas las almas fervorosas que habrían de alimentarse con su Cuerpo y con su Sangre y los diferentes efectos producidos en ellas. Para unas sería remedio a su debilidad; para otras, fuego que consumiría sus miserias y las inflamaría de amor. "¡Ah!...Esas almas reunidas ante Mí, serán como un inmenso jardín en el que cada planta produce diferente flor, pero me recrean con su perfume. Mi Sagrado Cuerpo será el sol que las reanime...me acercaré a unas para consolarme, a otras para ocultarme, en otras descansaré. Si supieran almas amadísimas, ¡cuán fácil es consolar, ocultar y descansar a todo un Dios! Este Dios que os ama con un amor infinito, después de libraros de la esclavitud del pecado, quiere sembrar ahora en vosotras la gracia incomparables de la vocación contemplativa, os he traído de un modo misterioso a este jardín de las delicias. Este Dios, Redentor vuestro, quiere hacerse vuestro Esposo. Él mismo os alimenta con su Cuerpo purísimo, y con su Sangra apaga vuestra sed. Si estáis enfermas. Él es vuestro médico, venid y os dará salud. Si tenéis frío, venir, Él os calentará. En Él, encontraréis el descanso y la felicidad. No os alejéis de Él, que es vida, y cuando os pide consuelo, no se lo neguéis. Os he escogido para que seáis mi consuelo" (Un llamamiento al Amor).
Así mismo, por amor a las almas, Jesús se quedó prisionero en los Tabernáculos del mundo entero, para que en toda nuestras necesidades, penas y aflicciones, podamos venir a consolarnos en el más tierno de los corazones,con el mejor de los padres, con el amigo más fiel; ...¡Cuántas horas ha de pasar Jesús solo en el Sagrario! ¡Cuántas noches! ¡Cuántas almas rechazan los llamamientos amorosos que desde esa morada, les dirige!. Habita en medio de los pecadores para ser su salvación y su vida, su médico y medicina en todas las enfermedades de su naturaleza corrompida, y ellos, en cambio, se alejan de Él, le ultrajan y le desprecian.
A las "lámparas encendidas Jesús pregunta: "Y vosotras almas queridas, ¿por qué estáis frías e indiferentes a mi Amor?. Sé que tenéis que atender a las necesidades de vuestra familia, de vuestra casa, y que el mundo os solicita sin cesar; pero, ¿no tendréis un momento para venir a darme una prueba de amor y de agradecimiento? No os dejéis llevar de tantas preocupaciones inútiles y reservad un momento para venir a visitar al Prisionero del Amor. Si vuestro cuerpo está débil y enfermo, ¿no procuráis hallar un momento para ir a buscar al médico que debe sanaros? Venid al que puede haceros recobrar las fuerzas y la salud del alma. Dad una limosna a este Mendigo divino que os espera, os llama y os desea. Mi corazón busca víctimas reparadoras que conquisten el mundo para el Amor, y entre ustedes espero encontrarlas."
Así mismo, por amor a las almas, Jesús se quedó prisionero en los Tabernáculos del mundo entero, para que en toda nuestras necesidades, penas y aflicciones, podamos venir a consolarnos en el más tierno de los corazones,con el mejor de los padres, con el amigo más fiel; ...¡Cuántas horas ha de pasar Jesús solo en el Sagrario! ¡Cuántas noches! ¡Cuántas almas rechazan los llamamientos amorosos que desde esa morada, les dirige!. Habita en medio de los pecadores para ser su salvación y su vida, su médico y medicina en todas las enfermedades de su naturaleza corrompida, y ellos, en cambio, se alejan de Él, le ultrajan y le desprecian.
A las "lámparas encendidas Jesús pregunta: "Y vosotras almas queridas, ¿por qué estáis frías e indiferentes a mi Amor?. Sé que tenéis que atender a las necesidades de vuestra familia, de vuestra casa, y que el mundo os solicita sin cesar; pero, ¿no tendréis un momento para venir a darme una prueba de amor y de agradecimiento? No os dejéis llevar de tantas preocupaciones inútiles y reservad un momento para venir a visitar al Prisionero del Amor. Si vuestro cuerpo está débil y enfermo, ¿no procuráis hallar un momento para ir a buscar al médico que debe sanaros? Venid al que puede haceros recobrar las fuerzas y la salud del alma. Dad una limosna a este Mendigo divino que os espera, os llama y os desea. Mi corazón busca víctimas reparadoras que conquisten el mundo para el Amor, y entre ustedes espero encontrarlas."
PENTECOSTÉS
"El amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por
el Espíritu Santo que habita en nosotros.
Aleluya"
( Rm 5,5; 10,11 11)
RECIBAN EL ESPÍRITU SANTO
...Hemos aprendido que en un día como hoy celebramos el nacimiento de nuestra Iglesia. La acción del Espíritu Santo nos capacita para que obremos según su presencia, y así la Iglesia se vea enriquecida con con los dones, frutos, talentos y virtudes que poseemos. El libro de los Hechos de los apóstoles nos trae un episodio muy especial, donde personas de diversas culturas pueden unirse y hablar el principal lenguaje: EL AMOR. También nosotros podemos unirnos, ya que la diversidad no puede ser un obstáculo para trabajar juntos y lograr muchas cosas buenas e importantes para el mundo. Cada cual, al aportar todo lo bueno que tiene, está contribuyendo a hacer de su vida y de su prójimo un constante Pentecostés para el mundo y para la Iglesia. San Pablo, en la segunda lectura, ha querido enriquecernos con este mensaje que va en línea con la lectura anterior; forman un solo cuerpo, pero desde la diversidad. El cuerpo forma una unidad, pero sus miembros y órganos son totalmente diferentes, cumpliendo, de la misma forma, diferentes funciones. Pero esa unidad puede verse destruida cuando algún miembro falla. La Iglesia también sufre cuando cuando algo no anda bien, por eso debemos entender que el aporte individual es de vital importancia para una Iglesia más saludable y creíble . A una persona no le gusta ir a un hospital porque hay enfermos, pero disfruta yendo a lugares saludables, alegres: una Iglesia enferma no atrae, sino que aleja, distancia y entristece. Por este motivo, Pentecostés es la oportunidad de volver nuestra mirada a la Iglesia, creyendo en las palabras del Señor Jesús: " a quienes les perdonen los pecados les quedan perdonados". Hagamos un sincero acto de arrepentimiento por las veces que no hemos puesto al servicio de la Iglesia todas las gracias que poseemos. El perdón de nuestros pecados es una acción de Dios Trinidad, y con el Espíritu Santo seremos santificados y fortalecidos para darle una nueva luz a la tierra.
Reflexión.
...Como llamas de fuego que lo hacen todo nuevo
Hoy se cumplen cincuenta días desde el Domingo de Pascua o de Resurrección; cincuenta días en los cuales hemos vivido con entusiasmo la alegría de la vida nueva que viene del Señor Resucitado. Hoy, en el Señor, celebramos la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia, que es una y diversa; una Iglesia con muchos miembros dispersos por el mundo entero, pero reunidos en el mismo Espíritu, quien nos ha dado muchos dones para nuestro crecimiento,, el de la Iglesia y de todo el mundo. Por tanto, alegrémonos y regocijémonos en aquel que nos hizo promesa de su permanencia en medio de nosotros por medio de su Espíritu Paráclito, quien, como dice la Sagrada Escritura, nos lo enseñará todo y hará de nosotros imagen del Hijo en nuestros corazones.
Profundicemos, entonces, en el relato del Evangelio para hoy, y digamos con certeza que el Espíritu Santo en Pentecostés viene a la Iglesia por varias razones: la primera confirma con su presencia que Jesús es el verdadero Hijo de Dios Padre y que está a la derecha de Él. Es el Espíritu Santo que, como lo dice la Palabra, nos hace decir que "Jesús es el Hijo de Dios"
En segundo lugar, que con, por y en la persona viva de Jesús, quien permanece con nosotros hasta el fin del mundo..
Tercera. que el Espíritu Santo, dado por Jesús, concede carismas especiales a sus discípulos para fortalecer la unidad de la Iglesia. Debido a ésto. los "carismas" que dividen la Iglesia no proceden del Espíritu dado por Jesús, sino del espíritu del mundo.
La cuarta, que el Espíritu Santo confirma la misión apostólica de dar a conocer al mundo entero la Presencia especial que ha tenido Dios por medio de su Hijo, quien ha vivido en medio de nosotros, ha asumido nuestra naturaleza y conoce nuestro dolor, , e incluso ha muerto por nosotros para llevarnos a Dios.
Por último, quien posee el Espíritu Santo por Jesús tiene la posibilidad de perdonar los pecados por el único Nombre dado a los hombres: Jesucristo.
La pregunta, ahora, es si permites que el Espíritu santo actúe en tu vida, y en tu familia, o si, por en contrario, lo sacas de todo para ocupar su lugar, para desperdiciar tus dones o para dividir. Recuerda que el Espíritu Santo de Dios no causa dolor, sino que da paz, misericordia y sanación.
Oración
Profundicemos, entonces, en el relato del Evangelio para hoy, y digamos con certeza que el Espíritu Santo en Pentecostés viene a la Iglesia por varias razones: la primera confirma con su presencia que Jesús es el verdadero Hijo de Dios Padre y que está a la derecha de Él. Es el Espíritu Santo que, como lo dice la Palabra, nos hace decir que "Jesús es el Hijo de Dios"
En segundo lugar, que con, por y en la persona viva de Jesús, quien permanece con nosotros hasta el fin del mundo..
Tercera. que el Espíritu Santo, dado por Jesús, concede carismas especiales a sus discípulos para fortalecer la unidad de la Iglesia. Debido a ésto. los "carismas" que dividen la Iglesia no proceden del Espíritu dado por Jesús, sino del espíritu del mundo.
La cuarta, que el Espíritu Santo confirma la misión apostólica de dar a conocer al mundo entero la Presencia especial que ha tenido Dios por medio de su Hijo, quien ha vivido en medio de nosotros, ha asumido nuestra naturaleza y conoce nuestro dolor, , e incluso ha muerto por nosotros para llevarnos a Dios.
Por último, quien posee el Espíritu Santo por Jesús tiene la posibilidad de perdonar los pecados por el único Nombre dado a los hombres: Jesucristo.
La pregunta, ahora, es si permites que el Espíritu santo actúe en tu vida, y en tu familia, o si, por en contrario, lo sacas de todo para ocupar su lugar, para desperdiciar tus dones o para dividir. Recuerda que el Espíritu Santo de Dios no causa dolor, sino que da paz, misericordia y sanación.
Oración
Santísima Virgen María, Reina de la Paz, de las familias y de los apóstoles, que fuiste llena de gracia y que encontraste a los ojos de Dios su complacencia, mira a la Iglesia y como buena Madre que eres, intercede ante tu adorado Hijo para que nos renueve con su Espíritu Santo nos una con su fuerza y nos permita ser testimonios creíbles del Evangelio en medio de un mundo que se ahoga en las tinieblas. Amadísima Virgen María, mira igualmente a las familias del mundo entero que sufren el quebranto de la separación de sus miembros por sus diferentes circunstancias, especialmente aquellas donde el odio, el rencor y el orgullo, han ocupado el lugar del amor, la comprensión y la colaboración mutua, Ruega por nosotros Divina Señora, e intercede ante nuestro Señor Jesucristo, para que nos dé la virtud de la perseverancia en las pruebas, de la paciencia ante el error y de la caridad ante el arrepentimiento; para que nuestras familias y comunidades se mantengan unidas, , aun en medio de las persecuciones económicas, sentimentales, culturales, religiosas y políticas del mundo. Espíritu Santo, a tu cuidado consagramos esta semana que está por comenzar, para que todo lo que hagamos sea para gloria de Dios Trinidad. Amén.
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LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
(Hch 1,11)
"Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación"
¿Qué hacen mirando al cielo? Con la ascensión, Jesús regresa al Padre
"VAYAN AL MUNDO ENTERO Y PROCLAMEN
EL EVANGELIO A TODA LA CREACIÓN"
¿Qué hacen mirando al cielo? Con la Ascensión, Jesús regresa al Padre y nos deja la tarea de continuar la obra de construir el Reino de Dios. No debemos desconfiar de nuestras capacidades para llevar a cabo la misión que tenemos. La misión de Jesús se lleva a cabo trabajando por el Reino de Dios. No podemos quedarnos esperando, es urgente el anuncio del Evangelio y por eso necesitamos hombres y mujeres decididos a evangelizar. Es necesario cultivar mejores hogares, para que haya más cristianos comprometidos con el mundo, porque la sociedad nos va haciendo perder en sus atractivos, Se mira al cielo para obtener la fuerza que viene de lo alto y no quedarnos en nuestras fuerzas humanas; se mira al cielo para no dejar que las cosas terrenas nos absorban y nos alejen de lo espiritual. Podemos dedicar una noche a bailar, un día a pasear, todo un fin de semana a salir y disfrutar, pero ¿ dedicamos una hora los domingos a la Sagrada Eucaristía? "Pido que les ilumine la mente para comprender cuál es la esperanza". Estas palabras del apóstol son muy oportunas,
En cada momento de nuestra vida necesitamos luz divina para saber actuar. Todo cuanto hagamos debería pasar por el cristal de la oración: "Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio" Así, el mandato de Jesús es muy claro y su deseo es ser conocido en todo el mundo, por tanto la expresión no da lugar a falsas interpretaciones. La Iglesia incansablemente seguirá anunciando el Nombre de Jesucristo y por este mandato se cumplirá hasta el fin de los tiempos.
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Reflexión
¿Qué hacen ahí mirando al cielo?
El misterio de la Ascensión del Señor, que celebramos en este Tiempo Pascual, sólo puede ser entendido con la fuerza del Espíritu Santo. Tal y como dice San Pablo en la carta a los efesios: el Padre de la gloria les dá espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, ilumine los ojos de su corazón, para que comprendan, cuál es la esperanza a la que los llama, cuál es la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cual es la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo". Esta es una promesa que el mismo Señor nos ha hecho, declarando que el paráclito no nos enseñará todo. Pero ¿cómo poder explicar este misterio dentro de nuestra vida cristiana muchas veces atropellada por los afanes del mundo y absorbida por las preocupaciones de la vida?
Hemos de entender por cielo no únicamente el que está encima de nuestras cabezas, sino un estado de plenitud. En ese sentido, el Señor Jesús, antes de la ascensión al Padre, les da una última recomendación a sus discípulos: predicar el Evangelio hasta los confines del mundo, formando discípulos suyos en todas partes, dando a conocer la misericordia tan grande que Dios Padre ha desplegado en su Hijo.. Jesús no desampara a los que se comprometen con Él, tanto que les asegura grandes obras y palabras, obras grandes o mayores de las que Él realizó, para llevar a los hombres o implantar en medio de ellos ese estado de plenitud en el que el Hijo se encuentra a la derecha de Dios Padre. Por la misma razón, el misterio de la Ascensión del Señor no se desprende de su obra evangelizadora en medio de nosotros, y tal como su Encarnación permanece en un misterio escondido en las humildes paredes de una casa en Nazaret y en el corazón y el seno de una Virgen, así también la Ascensión del Señor permanece en el recuerdo y el corazón de la Iglesia apostólica, como permaneció en la memoria de la Iglesia primitiva.
Que esta fiesta de la Ascensión del Señor no sea una más del año litúrgico, sino que te permita tomar conciencia de tu vida, de lo que debes cambiar y mejorar, para que estés abierto al Espíritu Santo y puedas, como los discípulos, mirar al cielo, para predicar con entusiasmo al Señor Resucitado-
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Jesús el Buen Pastor
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JESÚS CARGA CON LA CRUZ
Los eruditos no están de acuerdo acerca de la forma de la cruz de Jesús.
Discusiones académicas. No importa la forma de aquel instrumento que le molía las espaldas
ya aradas por los golpes de la flagelación
La cruz no es más que el "signo" exterior del peso que le aplastaba el corazón.
Sobre aquel cuerpo martirizado se amontonan efectivamente los dolores, las angustias, , las penas de todos los hombres. Los sufrimientos de la humanidad entera forman grumos de sangre en su corazón. Sobre su cruz cae el peso insoportable de la cruz de millones de criaturas.
Su cuerpo se convierte en continente sin fronteras del dolor humano.
Ningún sufrimiento es extraño a aquella cruz.
Por eso es tan pesada la cruz de Cristo
"¡Ahí tenéis al hombre!"
Ahí está el hombre que carga sobre sí el sufrimiento de todos nosotros, sus hermanos.
La cruz es el signo, el sacramento del sufrimiento de los hombres que Dios acepta, que Dios pone sobre sus espaldas.
La cruz es el choque tremendo del dolor humano que va a estrellarse sobre el corazón de Dios.
Cristo se posesiona también, en este momento, de su sufrimiento.
Y ahora camina tambaleándose .
¡Ahí tenéis al hombre! "Ahí está el que carga, soporta, lleva nuestra angustia" (K. Barth)
ACTUALIDAD
Todos aquellos sobre los que cae, de improviso, la cruz. Precisamente aquella que no esperaban. Aquella que viene a echar por tierra los sueños, a desbaratar sus proyectos, a devastar sus más legítimas aspiraciones, a demoler sus esperanzas.
- Una desgracia cruel, fulminante
- La pérdida de una persona indispensable para la familia.
- Un noticia que te deja sin respiración, a pesar de que te la han comunicado "con todas las cautelas"
- El hijo arrestado, y aparece el nombre, la fotografía en los periódicos.
- Una enfermedad que extiende una sombra de incertidumbre sobre el porvenir. Pensemos en aquel hombre de unos treinta años que se encontraba en una casa de salud. Saldrá de allí, en la hipótesis más optimista, después de dos años. Mientas tanto en casa está la mujer con dos niños pequeños, y han de arreglarse con la modesta prestación por razón de enfermedad.
Pensemos en el caso de aquella mujer que desde hace tiempo soñaba con hacer un crucero. Cuenta ella misma lo siguiente:
"Después de una juventud muy sacrificada gané un concurso y trabajé como empleada de la administración pública : horarios minuciosos, pocas distracciones. Sin embargo algún año antes de jubilarme me parecía que podía permitirme el lujo de una pequeña locura. ¡Cuántas veces había soñado con hacer un crucero por Grecia antes de poderlo tener al alcance de la mano!.
"Seleccioné los vestidos, compré las guías turísticas, estudié los mapas. Ya había cerrado las maletas y contaba las horas que me faltaban para partir, cuando un repentino ataque de hemiplejia hirió la parte izquierda de mi cuerpo, matándola antes que a mí, que yacía desvanecida al lado de las maletas. Después una mano caritativa quitó del medio los folletos ilustrados, alineando sobre mis estantes pilas de medicinas..."
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Las lamentaciones por aquella cruz que no nos gusta...
La "dramatización" de un pequeño incidente, de una incomprensión, de un insignificante fastidio, de una desgracia sufrida,
La incapacidad de sufrir en silencio.
La obstinación por hacer valer "mis razones en cuestiones banales
La negativa a aceptar serenamente aquella humillación, aquel trato que no merecía".
Señor, te lo pido, no te preocupes de mis lamentos. No tomes en serio mis estúpidas
exageraciones, cuando hay una cruz. Hazme consciente de que cada cruz rechazada
es un peso que caes sobre tus espaldas. Convénceme de que no es posible seguirte,
hasta el calvario, como un turista, con las espaldas libres. Sin peso, me quedo
inexorablemente parado, clavado en mi mediocridad.
Contigo sólo se puede caminar agarrado firmemente
a aquel tosco madero, que nunca es bellos de mirar...
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No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno. Como tú, Padre, , en mí y yo en ti, que ellos también sean como nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean unos como nosotros somos uno: Yo en ellos y Tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que Tú me has enviado y que yo les he amado a ellos como Tú me has amado a mí (Jn 17, 20-23)
Entre todas las definiciones que he podido examinar, querría proponer una que me parece la más completa y la más apta para hilvanar una reflexión teológica seria acerca de la nueva comunidad. Aquí está:
"La comunidad religiosa (o consagrada) es una comunión de personas, don del Espíritu, signo de los hombres reconciliados entre sí, y que se expresa al fin en un servicio fraterno".
Trataremos de fijar algunos puntos de referencia.
El pecado había operado la doble separación, provocado una doble rotura: El hombre rompe sus relaciones con Dios ("¿Adán, dónde estás?".). Y en consecuencia termina cortando también el lazo de solidaridad que le ata a su propio hermano ("Cain, ¿dónde está tu hermano Abel?... ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?").
El pecado había operado la doble separación, provocado una doble rotura: El hombre rompe sus relaciones con Dios ("¿Adán, dónde estás?".). Y en consecuencia termina cortando también el lazo de solidaridad que le ata a su propio hermano ("Cain, ¿dónde está tu hermano Abel?... ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?").
La reconciliación se realizó sobre la cruz. Cristo tomó sobre sí la carga de nuestro pecado, la consecuencia de nuestras laceraciones.
La humanidad nueva, agraciada, rehecha, reconciliada, nace de la mañana de pascua es la nueva creación.
Los hombres, hechos de nuevo hijos de Dios.
Los hombres, hecho de nuevo hermanos entre sí, llamados a la unidad.
La vocación de la humanidad entera vuelve a ser la vocación de la unidad.
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TODOS LOS CRISTIANOS SON LLAMADOS A VIVIR
COMO COMUNIDAD DE HERMANOS
Hay dos sacramentos decisivos a este respecto:
- El bautismo (muerte al pecado, al hombre viejo, dividido, lacerado, y nacimiento a la nueva creatura en Cristo).
- La Eucaristía, o sea, el banquete donde se construye y se consolida la unidad, prefiguración del convite final..
Pero difícilmente los cristianos, en su condición común, llegan a vivir habitualmente y a expresar de forma estable la realidad de la comunión fraterna. De hecho las comunidades cristiana tradicionales (diócesis, parroquias, asociaciones varias, grupos espontáneos...), por su vastedad y su fragmentariedad, por las dificultades que se derivan de un escaso conocimiento y de lo ocasional de los encuentros, no pueden llenar plenamente este cometido y, consiguientemente, manifestar totalmente la realidad de la humanidad nueva reconciliada, de los hombres hechos hermanos.
Los religiosos(as), en cambio, dadas las características de estabilidad de su forma de vida, expresan la comunidad de los creyentes de manera más intensa, continua y por consiguiente más claramente perceptible.
Su conjunto, sin embargo (que es una realidad dinámica, no estática), no depende de una voluntad de ellos (as), sino que es don del Espíritu. No son ellos (as) los que deciden ser signos de la humanidad reunida en la unidad, de la humanidad reconciliada, sino que es Dios el que los (as) llama a realizar en la comunión este "signo".
Al comienzo de estas reflexiones he sugerido una definición. Ahora bien, las definiciones tienen la pretensión de "fotografiar" la realidad. Pero frecuentemente las definiciones son fabricadas en la mesa de estudio para colocarlas en los libros. Y de este modo quedan aisladas, separadas de la vida. La única compañía que se les concede es la del polvo...
Obviamente no siempre la culpa es de ellas.
En este caso pienso que depende de nosotros que la realidad de nuestra vida comunitaria vaya de acuerdo a la definición que de ella hemos dado.
Puede ser fácil ponerse de acuerdo en una definición.
Lo importante es forzar la realidad a ir de acuerdo con la definición.
¿Queremos probar?
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El triple servicio que ofrece
la comunidad
Después que les lavó los pies y tomó su manto, volvió a la mesa y les dijo:
¿"Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis el maestro y el Señor, , y decís bien porque lo soy. Pues si yo, el Señor y maestro, os he
lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Os he
dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.. En
verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más
que el que lo envía. Sabiendo esto seréis dichosos si lo cumplís" (Jn 13,12-17).
Teniendo presente el fundamento teológico fijado en la meditación precedente y la definición que hemos propuesto, podemos indicar -siempre el esquema del P. Tillard- las tres funciones específicas de la comunidad religiosa.
- Proclamación del acontecimiento de la salvación (aspecto profético). La comunidad es una manifestación del ministerio pascual. Es la afirmación de la presencia en el mundo de la realidad de salvación. El hombre reconciliado con Dios
- Fraternidad (Koinonía). La comunidad religiosa se esfuerza en vivir, en la santidad de una caridad animada por el espíritu de las bienaventuranzas, la realidad de la comunión de gracia instaurada por la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Bajo este aspecto, la comunidad religiosa es signo, sacramento del amor de Dios que es el fundamento de nuestro amor mutuo. El amor reconciliado con el propio hermano.
- Servicio (diaconía). Como compromiso en servicio de los hombres, la comunidad entra en el dinamismo inaugurado por la pascua de Cristo, cuyo señorío es humilde servicio al mundo y disponibilidad para con los hermanos. El hombre liberado del propio egoísmo.
Estas tres dimensiones son correlativas entre sí e interdependientes. No se puede dar de hecho proclamación del acontecimiento de la salvación que no se exprese en una fraternidad. Y no puede darse fraternidad auténtica que no desemboque y se expansione en el servicio.
Podemos añadir todavía: la salvación es una pascua. Ahora bien, pascua quiere decir "paso".
Aquí vemos verdaderamente como la vida comunitaria es participación en el misterio pascual, o sea, el misterio del "paso".
- Paso del no ser del pecado al ser hijos; de la separación a la comunión con Dios (acontecimiento de salvación).
- Paso del estado de ruptura con los hermanos a la fraternidad (kpoinonía)
- Paso del egoísmo, de la avidez y del dominio al servicio (diaconía).
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Acudían al templo todos los día con
perseverancia y con un
mismo espíritu
partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar (Hech 2,46-48).
Podemos sintetizar los componentes de una comunidad de personas en este esquema:
DIOS KOINONÍA= FRATERNIDAD
Santificación personal Diaconía
Observemos el esquema::
- El eje principal de la vida de comunidad es Dios, el único necesario, el absoluto, su Espíritu. Él es el que convoca. Él es el que nos une a sí mismo.. Él es el que nos une entre nosotros.
- La otra coordenada fundamental es el amor fraterno como expresión, manifestación del amor de Dios (Koinonía, signo visible del amor de Dios).
- Los otros dos componentes no específicos son:
- La santidad personal;
- un cierto tipo de apostolado y de servicio.
Estas dos últimas líneas no son esenciales: O sea no se incluyen en lo específico de la vida religiosa. De hecho la santificación personal es un deber de todo cristiano, derivado del bautismo y de la agregación al pueblo de Dios, por consiguiente no es exclusiva de la vida religiosa (cf. Limen gentium, c. 5: Vocación universal a la santidad en la Iglesia).
Tampoco la diaconía es una función específica y exclusiva de la comunidad religiosa..
La motivación por la que se abraza la vida religiosa es el "vivir juntos por Cristo" Fraternidad). Aun cuando la elección de un Instituto más que otro depende de la "diaconía" o sea de un cierto tipo de apostolado o de servicio. Tengamos también presente que la "diaconía" no es esencial siquiera en la vida contemplativa. Efectivamente, en esta forma de vida se presenta a todo el pueblo de Dios el servicio de la oración, de la alabanza, de la adoración. Se trata, pues, siempre también de un servicio público".
Estas lineas expresan la realidad profunda, vital de la "comunión". Indica la dirección de nuestra existencia. Manifiestan la amplitud del compromiso de nuestra consagración.
Son líneas que parten del misterio de Dios y se refieren constantemente a aquella fuente y retornan a la fuente, pasando a través del servicio a los hermanos, Dios, pues, como punto de partida, de llegada y como explicación de todo
Una línea fuera de lugar, o separada. Y va en ello el equilibrio de nuestra vida. Y el desvío es advertido y "apagado" por todo el pueblo de Dios.
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NUESTRA ESPECIALIZACIÓN
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros.
Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros.
En esto conocerán todos que sois discípulos míos:
si os tenéis amor los unos a los otros (Jn 13, 34-35).
Debe hablar de Dios.
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros.
Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros.
En esto conocerán todos que sois discípulos míos:
si os tenéis amor los unos a los otros (Jn 13, 34-35).
Intentemos ver las cosas desde el exterior. Cómo debe aparecer el "signo" de la comunidad comunión de personas. O sea, intentemos mirar los ojos de los otros.
1. Hemos dicho que el eje principal de la comunidad es Dios, único, necesario, absoluto. El Dios que convoca, que nos hace vivir juntos.
Pues bien, esta realidad ha de tener una comprobación externa muy clara: Dios como explicación convincente, última, exclusiva de nuestra vida.
Además: Dios como "fuerza inspiradora" y..."coagulante" de nuestro vivir juntos.
Hay gente en el mundo que se une y viven juntos por razones de simpatía.
Hay grupos que se reúnen por un interés común, para un trabajo común, por un ideal político, hasta por un hoby, y aun por afinidad...deportiva.
Hay personas que viven juntas por razón de vínculos de sangre,
Hay quien es "convocado" para discutir, tratar un problema.
Hay quien es "llamado" para hacer guerra..
En cambio, este grupo de personas se han unido exclusivamente por causa de Cristo. No están allí por motivos económicos, o intelectuales, o por afinidades personales, ni siquiera por conveniencia o por miedo del mundo externo. Están allí por motivos evangélicos. Su cohesión no encuentra una justificación en un plano humano, sino que se explica exclusivamente por la fuerza del Espíritu.
No hay otras explicaciones más convincentes a nivel inferior, más al alcance de la mentalidad común, entonces la comunidad habría perdido su dimensión más cualificada.
En el caso de que la explicación del estar juntos hubiera que buscarla en otra parte que no fuera la fuerza de Cristo, la comunidad habría ya dejado de existir en cuanto realidad misteriosa constituida por una comunión de personas.
Querría decir, entonces, que la linea vertical se ha doblado, ha descendido hasta tocar el suelo, y sigue un prudente itinerario terrestre...
En tal caso en el mundo habría una "fácil explicación" más. Y un "sino" menos.
2. La otra coordenada esencial es dada por la fraternidad como signo del amor de Dios.
O sea, una comunidad tiene la misión específica de proporcionar indicaciones acerca de Dios.
Ha de hacer catecismo.
Debe hablar de Dios.
Pero todas las informaciones y las lecciones
Y esta noticia hay que comunicarla no con las palabras, no con explicaciones teóricas, sino a través de una
ilustración práctica: nuestro amor fraterno.
Viendo cómo nos amamos nosotros el mundo debe poder entender qué es el amor de Dios, qué es lo que produce.
Los hombres son "instruidos" acerca de Dios observando nuestro comportamiento fraterno.
El pueblo de Dios es "evangelizado" a través del signo de nuestro amor mutuo.
Poder decirle a una persona: ven a nuestra casa. Tenemos algo bello, estupendo que enseñarle. No. No son cuadros preciosos de admirar. Ni los muebles. Ni siquiera el jardín.
Ve a ver una cosa extraordinariamente interesante. Es nuestra especialidad. Todos nos hemos especializado en esto.
Ven a ver cómo nos queremos.
Te darás cuenta que nuestra comunidad es verdaderamente interesante. Interesante en amor.
Ven a ver cómo nos amamos. Así entenderás mejor quién es Dios.
En esta perspectiva, una comunidad "funciona", no cuando funcionan sus obras, no cuando se multiplican y prosperan sus actividades, sino cuando "funciona" y es visible y es evidente su realidad central: la fraternidad.
Sí, en cambio, no hay amor, estamos fracasados, aun cuando todo marche a velas desplegadas, aun cuando la vida prosiga regularmente, ordenadamente, ejemplarmente.
Faltando el amor fraterno, una comunidad queda como "vacía" en su misma razón de ser. Es una comunidad que no tiene ya nada que decir, nada que dar a nadie. Aun cuando tenga la (poco pía) ilusión de "hacer Mucho".
Si se rompe la línea vertical de la Koinonía, queda interrumpida la comunicación del mensaje más importante. Y todas las demás noticias resultan inútiles. Casi una tomadura de pelo.
Si pierde su "signo" específico del amor, una comunidad se reduce a un espejo que no refleja ya ninguna imagen.
Mejor: un espejo en el que el mundo encuentra su propia triste imagen. La cara antigua de la división. El rostro "viejo" del egoísmo.
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AÑO PRIMERO
DE LA VIDA
PÚBLICA DE JESÚS
EL MAYOR DE
LOS PROFETAS
Vino palabra del Señor sobre Juan
En el desierto
San Juan Bautista, profeta, precursor
Desde el mar Muerto
hasta los confines de Sanaría, extiéndese el desierto que Juan había elegido
por morada.
Tierra de grandeza
salvaje, que parece ondular y retorcerse bajo el sol restallante que la
esteriliza.
La primavera trae a
veces nubarrones grises que se deshacen en flecos de lluvia, los cuales brillan
como hilillos de cristal y chirrían al chocar con fuerza sobre el seco resecado y duro.
Entonces brotan
unas matas de hierba verde, que se salpican de flores, delicia de las abejas,
Algún arbusto se yergue a duras penas,
retorciendo sus raíces entre las capas del terreno avaro de savia.
Pronto los
aguaceros propicios marchan corriendo por encima de las montañas, y otra vez
amarillean y se retuestan los herbazales bajo el sol estival, que abrasa,
descolgándose desde un cielo sin nubes.
Bandadas de
langostas saltan por todas partes, y las gacelas de vientres blancos y cuerpos
enjutos y esbeltos, galopan hacia los regatos en busca de agua, que baja
cantando desde lo alto de las montañas de Judá.
En medio de esta
naturaleza desolada y muda, ungida de silencio y aspereza, fue formándose el
espíritu del Precursor
mientras llegaba su hora.
Él no leía, ni
frecuentaba ninguna escuela, escuchaba la palabra del Señor, que le asistía con
inspiraciones sublimes. Y aprendía que había venido al mundo “para dar
testimonio de la luz”.
Jamás el
Predestinado se regaló con delicadeza alguna. Según lo había dicho el ángel, no
probó nunca vino ni sidra; su alimento consistía en langostas y miel silvestre;
su vestido era un burdo cilicio de pelos de camello sujeto a la cintura por
cíngulo de cuero.
Y un día, bajo el
mandato divino, el hijo del desierto, alejóse de su retiro. Apareció en la
región del Jordán, en un lugar en donde confluían de todas partes los caminos
frecuentados por viajeros y caravanas.
Quemado del sol y
del aire, alto, flaco, austero y enérgico, se presentaba al pueblo como un
personaje sobrehumano. Su cabello, que no conocía el filo de la tijera, caíale
alborotado sobre los hombros y a lo largo de la espalda; los pelos de la barba
encrespábanse sobre el rostro curtido y bajo las cejas espesas fulguraban los
ojos con llamaradas de fuego. La voz era ruda y firme cuando increpaba a los
pecadores empedernidos; mansos cuando se dirigía a los corazones sinceros.
_ ¡Aparejad el
camino del Señor__clamaba a los que
pasaban__. ¡Enderezad sus sendas, porque está cerca el reino de los
cielo!
En caldeadas
exhortaciones predecía la próxima llegada del Mesías, y le presentaba como un
amo justiciero que, tomando el bieldo en la mano, aventaría el grano en su era,
recogiendo el trigo (los escogidos) en el granero, y quemando la paja (los
réprobos) en un fuego inextinguible.
___ El Señor se
acerca___repetía___; ya está en camino; viene para reinar sobre su pueblo.
Preparaos y abrid los senderos llanos.
La figura austera
del Predicador, la santidad que flotaba en torno de su ser, conmovía a cuantos
lo escuchaban. Su nombre fue haciéndose popular por los pueblos de Judea, de
Samaria, de Galilea u aun por los que
estaban al otro lado del Jordán.
Corrían las gentes
a encontrar al Solitario, con ansia de oír
sus voces atronadoras que demandaban penitencia, justicia y rectitud.
Después de haber
recorrido los caminos sembrando su doctrina, descendió Juan a los vados del río
y convidó a las turbas con un rito nuevo. Predicaba el bautismo para la
remisión de sus pecados.
La inmersión en las
aguas del Jordán, precedida de una confesión de culpas, iba acompañada del
sincero arrepentimiento de ellas.
Acudían los hombres
en masa para hacer esta pública confesión de penitencia, imagen de la anterior
ablución que purificaba la conciencia de aquellos que ansiaban con rectitud el
reinado de Dios.
En su ardiente celo
por la salud del pueblo, aplicaba Juan sus amonestaciones con extraordinario
tino, según la necesidad de cada uno lo pedía. Dulce y sencillo con los humildes,
fustigaba con desusado rigor el orgullo y la hipocresía.
Acercábanse a él
las gentes sinceras y preguntaban:
__¿Què es lo que
debemos hacer?
__El que tiene dos
vestidos, dé uno al que no tiene ninguno; al que le sobran provisiones, reparta con aquel que no tiene que comer.
Un grupo de
publicanos acercóse también interrogante:
__Maestro, ¿qué
debemos hacer para salvarnos? Los publicanos, recaudadores de impuestos al
servicio de Roma, eran por lo común tramposos y fraudulentos, codiciosos e
injustos.
__No exijáis más de
lo que está ordenado; no toméis más de lo que es razonable.
Vinieron luego unos
soldados.
__Y nosotros, ¿qué
haremos?
__Contentaos con
vuestras pagas, no robéis ni hagáis extorsiones
a nadie.
Pero, en cierta
ocasión, divisó entre la multitud a varios fariseos y saduceos, que venían
también a recibir su bautismo.
Los primeros eran
hipócritas y soberbios; creían que, por
ser descendientes de Abrahán, tenían asegurada la vida eterna. Los segundos,
negadores de la inmortalidad del alma, eran escépticos, amantes de la molicie.
El bautista los
apostrofó con palabras llenas de fuego que pusieron al descubierto sus llagas
ocultas:
__¡Raza de víboras!
¿Cómo escaparéis de la ira de Dios que os amenaza? Haced dignos frutos de
penitencia, y no andéis diciendo: “Tenemos a Abrahán por padre”. Porque yo os
digo que de estas piedras puede Dios hacer que nazcan hijos de Abrahán. La
segur está ya puesta en la raíz de los árboles; así, todo árbol que no da buen
fruto será cortado y arrojado al fuego.
Había en los ojos
del pueblo que le rodeaba miradas interrogantes, que parecían decir: “Tú, que
hablas sin miedo y con tanta libertad a los poderosos que todos temen; tú, que
predicas con tanto ardor el bien y la santidad; tú que pareces investido de un
poder sobrenatural para imponerte a los espíritus y mover los corazones; tú
¿quién eres? ¿Acaso el Cristo que aguardamos?
El Bautista sin
desvanecerse por el amor de predilección con que le rodeaba el aurea popular,
sintiéndose en su propio terrenos de Precursor, decía a grandes voces:
___Yo os bautizo
con agua; pero viene tras de mí otro más fuerte que yo, el cual os bautizará en
Espíritu Santo y en fuego.
___¡Dónde se
halla___demandaba el pueblo.
___En medio de
vosotros, mas no le conocéis. Antes que yo existía Él; yo no soy digno de
desatar las correas de su calzado.
>>>>>>>>>>>>>>>
BAUTISMO DE JESÚS
Entonces vino Jesús de Galilea al
Jordán
(S. Mateo , III, 13)
Mientras Juan
predicaba en el desierto, allá en Nazaret un carpintero se ceñía sus sandalias
para emprender el camino que había de iniciar una evangelización nunca odia.
José había muerto.
María vivía en compañía de su Hijo, que contaba a la sazón unos treinta años de
edad.
En Galilea, como en
todas partes, hablábase con admiración de Juan Bautista, el hombre extraordinario
que anunciaba tan próxima la aparición del Deseado de las gentes. No hay duda
que al taller de Jesús llegaron los comentarios del caso que apasionaba los
ánimos de todos.
La misteriosa
preparación del Obrero nazareno tocaba a su fin. La hora había sonado. El velo
que ocultaba su naturaleza iba a
descorrerse; su misión divina iba a ser revelada.
Jesús recogió sus
herramientas de trabajo, despidióse de su Madre, y mezclado con las caravanas
del país, partió para las orillas del Jordán, donde le aguardaba el Precursor.
Desde el río
legendario sale del mar de Tiberiades, hasta que desemboca en las aguas
pestilentes del Mar Muerto, parece llevar por compañía las monótonas
cordilleras de la árida tierra de Judea.
Pedregales
calcinados, sin vegetación, sin habitantes, sin cumbres pronunciadas. Rocas
tajadas a pico, roídas en su base por el milenario deslizar de las pausadas
ondas , amarillentas y fangosas, que parecen retardar de propósito su llegada a
la tierra maldita de Sodoma y Gomorra.
Así es la ribera
oriental del Jordán.
La occidental se
adorna con frecuentes parajes frescos u umbrosos que tienen bosquecillos de
tamarindos y rosales en flor, bordeando la corriente con sauces y cañaverales.
En uno de los vados
silenciosos y tranquilos que se encuentran por las cercanías de Jericó
bautizaba Juan a las multitudes, cuando un galileo se presentó, entre los
grupos de hombres pecadores, para ser bautizado también.
Nada había en él
que le destacase de entre los demás; sus ropas, su porte, su hablar, eran los
de un simple artesano, sereno y grave
como a esa edad son por lo común los orientales.
Juan no le conocía,
no le había visto nunca. Mas, apenas puso en él los ojos, comprendió, por
inspiración divina, que se hallaba en presencia de aquel Mesías que tan
ardientemente esperaban ver, de Aquel a quien
venía él anunciando con tanto ardor.
Transportado de
admiración y respeto, inclinóse ante Jesús de Nazaret. Y no quería
administrarle el bautismo.
___¿Yo debo ser
bautizado por Ti, y tú vienes a mí?...
___Deja__respondió
mansamente Jesús__, porque así nos conviene cumplir toda justicia.
Juan obedeció.
Jesús fue sumergido en las ondas del Jordán, de la misma manera que lo hacían
los culpables.
El Ungido no tenía
pecados, no podía tenerlos: su santidad era absoluta. Pero quiso darnos este
ejemplo de humildad que perdurará a través de los siglos.
Apenas el recién
bautizado hubo salido del agua, se abrieron los cielos, descendió el Espíritu
Santo en forma de paloma y vino a posarse sobre Él. A la vez se oyó una voz del
Cielo que decía:
“Este es mi Hijo
muy amado, en quien tengo puesta toda mi complacencia”
Desde este momento,
el carpintero de Galilea cedió su puesto al Hijo de Dios. La misión de Jesús
quedaba inaugurada.
El Redentor
comienza su obra.
Luego que Dios hubo
dado testimonio solemne de su Enviado ante Juan y ante el pueblo, Jesús se
alejó enseguida ocultándose a la curiosidad de la multitud. Y el Espíritu le
llevó al desierto.
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LA TENTACIÓN
Después que hubo ayunado cuarenta
días y cuarenta noches,
tuvo hambre (S. Mateo, IV. 2)
La región septentrional del desierto de Judá, que hoy
se llama el desierto de la Cuarentena, es un horrible páramo ceniciento y
desapacible, donde abismos espantables alternaban con peladas montañas rocosas,
evocadoras de muerte y desolación infinita.
Durante el día, el caos horroroso de peñascales
recalentados por el sol implacable, abrasa con temperatura de horno. En toda la
vasta soledad el silencio es profundo, alucinante, cuajado de misteriosa
inquietud.
Por la noche, bajo la luz de las estrellas, que brillan
derrochando centelleos y envuelven el austero paisaje en azulada transparencia,
famélicos chacales deslízanse bordeando los vertiginosos derrumbaderos y aúllan
con lamentos que ponen escalofríos de miedo.
Aquí yérguese, escarpado y casi vertical, el monte de
la Cuarentena. Es un majestuoso bloque de caliza roja, cuyas laderas, perforadas de cavernas, estuvieron habitadas
antiguamente por piadosos anacoretas. Dice la tradición que una gruta que se abre en la cima. Sirvió
de albergue a Jesús durante su permanencia en el desierto. A ella conduce hoy
un camino abierto a la roca viva.
El panorama que se despliega en derredor, desde la
cumbre de la montaña, es grandioso. Al norte, el país de Galaad y de Basán, con
el viejo Hermón, que pierde sus cimas coronadas de nieve en las alturas
luminosas; al Este, el país de los antiguos amorreos, y, tras la llanura del Jordán, las mesetas de la
Perea; al Oeste, la tierra atormentada de Judá;
al Sur, la inmóvil extensión espejeante del mar Muerto, entre sus
estériles orillas recubiertas de arena y de sal.
Cuarenta días
llevaba Jesús en el desierto sin comer ni beber, sin más compañía que las
bestias salvajes.
Había orado
intensamente, Durante todo este tiempo, absorto en la divina contemplación unas
veces, gemía otras dolorosamente bajo la carga de los pecados de todo el mundo,
que pesaban ahora sobre su cabeza. Y su corazón suspiraba por reparar el honor de
su Padre ofendido, ansiaba comprender la lucha contra el poder de las tinieblas
y quebrar las pesadas cadenas que arrastraba la Humanidad, esclava del pecado.
Entre tanto, le
observaba el Tentador.
Al espíritu del mal
no se le había descubierto los arcanos del Altísimo. Pero aquel Nazareno, sobre
quien había descendido el Espíritu Santo y una voz del Cielo le había declarado
Hijo de Dios, podía ser muy bien el Mesías, el quebrantador de los poderes del
infierno.
Quería él descubrir
el incógnito que se ocultaba bajo las sencillas apariencias del Hijo de María.
Y acechaba la
ocasión.
Pasado los cuarenta
días y las cuarenta noches de ayuno, Jesús sintió hambre. Dejó que su
naturaleza humana experimentara la debilidad propia del que no ha comido en
mucho tiempo. Y el agotamiento le invadió.
Viéndolo así
desfallecido, se le acercó solícito Satanás. Y comenzó un juego del que
esperaba sacar en limpio un conocimiento exacto de la verdadera personalidad de
Jesucristo. ¿Era sólo hombre, o más que
hombre? Él tenía sospecha… pero quería averiguarlo con certeza.
Se aproximo
insinuante y sugirió con astucia:
___Si eres Hijo de
Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
Y, para tentar su
gula, señalaba los blancos pedernales pulidos por las lluvias, por la arena y
por el viento., que abundaban diseminados por el suelo.
Con una palabras
tomadas de la Escritura, rechazó Jesús
al tentador.
__No sólo de pan
vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Mal le había salido
al demonio la primera tentativa. Ni consiguió quebrantar el ayuno de Jesús, ni
saber si Él era el Hijo de Dios.
Trató de ensayar
otro procedimiento. Lo induciría al abuso arrogante de la confianza en Dios; al
amor de la exhibición, por medio de prodigios innecesarios con vista al deslumbramiento
de la multitud.
Tomó consigo a
Jesús, lo llevó a la Ciudad Santa y lo puso sobre el pináculo del Templo.
Probablemente se llamaba así la altísima torre almenada, que miraba al torrente
Cedrón y se elevaba a plomo sobre el atrio.
___Si eres Hijo de
Dios susurró convincente, échate de aquí abajo, porque está escrito: “Que
te ha encomendado a sus ángeles, los cuales te tomarán de las manos para que tu
pie no tropiece con ninguna piedra…”
La respuesta del
Salvador estaba pronta:
___También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios”.
___También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios”.
El segundo fracaso
sugirió una nueva estratagema. Volvió el demonio a tomar consigo a Jesús y lo
llevó a una montaña muy alta. Sobre el dilatado panorama que se tendía bajo sus
miradas, fueron desfilando las grandezas humanas: los reinos dilatados, el
poderío de los conquistadores, las riquezas inmensas.
Cuando creyó el
demonio que la ráfaga de tentación era lo suficientemente maravillosa para
turbar los sentidos del Nazareno, deslizó su proposición.
___Te daré todas
estas cosas si, postrado delante de mí, me adorares.
Ante la monstruosa
soberbia del Tentador ansioso de adoraciones, pareció alterarse por la
indignación la imperturbable serenidad de Cristo. Volvióse hacia el demonio
para decirle:
___¡Apártate de ahí
Satanás! Porque está escrito:
“Adorarás al Señor
Dios tuyo y sólo a Él servirás”
Vencido y humillado, Satanás huyó.
Vencido y humillado, Satanás huyó.
Y he aquí dice el
Evangelista con admirable sencillez que se acercaron los ángeles a Jesús y le
servían.
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Tú,
¿quién eres?
(S.
Juan, I,19)
Yo soy la voz del que clama en el
desierto: Preparad el camino del Señor
La preponderancia
que iba adquiriendo el Bautista alarmó a los fariseos.
En torno al hombre
de Dios agrupábanse numerosos discípulos, a quienes Él enseñaba a orar, a
mortificarse con ayunos y penitencias, a ser modelos edificantes de piedad y de
fervor.
Apinábanse las
multitudes para escuchar al austero reformador, que subyugaba la opinión
popular.
Después de cuatro
siglos que no se había levantado en Israel ningún profeta, aquel hombre
extraordinario despertaba los anhelos fantásticos de la gente sencilla y hasta
se tejían alrededor de su nombre las más atrevidas esperanzas.
Mientras unos se
inclinaban a creer que Juan era el Mesías, otros creían ver en él rasgos
inequívocos de algún famoso vidente de los tiempos pasados. Y así, decían que
era un profeta escogido de Dios que Moisés había prometido.
Entre tanto, el
Sanhedrín empezó a mirar con malos ojos la innovación religiosa introducida por
Juan. ¿Quién le había dado potestad para bautizar? Les irritaba también la ruda
franqueza con que el Predicador fustigaba los vicios de la aristocracia y
desenmascaraba las trapacerías de los falsos doctores.
Le tachaban de fanático;
decían que estaba poseído del espíritu de Belcebú.
La insigne asamblea
despachó una comisión de sacerdotes y levitas con orden de interrogar al
anacoreta, el cual se hallaba entonces en Betania allende el Jordán.
Fueron a
encontrarle. Y le preguntaron:
__Tú, ¿quién
pretendes ser?; ¿acaso el Mesías?
Él confesó
abiertamente:
__No soy el Cristo.
__¿Eres Elías?
__No.
__¿Eres el Profeta?
__No.
__Entonces, ¿quién
eres? Dínoslo, para que podamos transmitir tu respuesta a los que nos han enviado,
¿Qué dices de ti mismo?
__Yo soy la voz que
clama en el desierto: preparad del camino del Señor.
__Entonces, si tú
no eres el Cristo, ni Elías, ni profeta, ¿por qué bautizas?
Juan respondió
ahora con toda claridad y repitió lo que antes había dicho al pueblo:
__Yo bautizo con
agua; pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis. Él es el que ha
de venir después de mí, el que ha sido hecho antes que yo.
Y añadió
solemnemente:
__Yo no soy digno
de desatarle a Él la correa de su calzado
Los mandatarios
parece que se dieron por satisfechos con la respuesta.. Y no preguntaron más.
El Precursor
continuó dispensando su bautismo de penitencia a cuantos se le acercaban.
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