Ventana Mariana



Ventana Mariana

1 de mayo de 2021 -11-31 A.M.



¿Sabes por qué mayo es el mes dedicado a la Virgen María?

Redacción ACI Prensa

 

Durante siglos la Iglesia Católica ha dedicado todo el mes de mayo para honrar a la Virgen María, la Madre de Dios. Aquí te explicamos por qué.

La costumbre nació en la antigua Grecia. El mes mayo era dedicado a Artemisa, la diosa de la fecundidad. Algo similar sucedía en la antigua Roma pues mayo era dedicado a Flora, la diosa de la vegetación. En aquella época celebraban los ludi florals o los juegos florales a finales de abril y pedían su intercesión.

En la época medieval abundaron costumbres similares, todo centrado en la llegada del buen tiempo y el alejamiento del invierno. El 1 de mayo era considerado como el apogeo de la primavera.

Durante este período, antes del siglo XII, entró en vigor la tradición de Tricesimum o "La devoción de treinta días a María". Estas celebraciones se llevaban a cabo del 15 de agosto al 14 de septiembre y todavía puede observarse en algunas áreas.

La idea de un mes dedicado específicamente a María se remonta al tiempo barroco o siglo XVII. Si bien, no siempre se llevó a cabo en mayo, el mes de María incluía treinta ejercicios espirituales diarios en honor a la Madre de Dios.

Fue en esta época que el mes de mayo y de María se combinaron, haciendo que esta celebración cuente con devociones especiales organizadas cada día durante todo el mes. Esta costumbre se extendió sobre todo durante el siglo XIX y se practica hasta hoy.

Las formas en que María es honrada en mayo son tan variadas como las personas que la honran.

Es común que las parroquias tengan en mayo un rezo diario del Rosario y muchas erijan un altar especial con una estatua o imagen de María. Además, se trata de una larga tradición el coronar su estatua, una costumbre conocida como la Coronación de Mayo.

A menudo, la corona está hecha de hermosas flores que representan la belleza y la virtud de María y también es un recordatorio a los fieles para esforzarse en imitar sus virtudes. Esta coronación es en algunas áreas una gran celebración y, por lo general, se lleva a cabo fuera de la Misa.

Los altares y coronaciones en este mes no son solo privilegios de la parroquia. En los hogares también se puede participar plenamente en la vida de la Iglesia.

Debemos darle un lugar especial a María no porque sea una tradición de larga data en la Iglesia o por las gracias especiales que se pueden obtener, sino porque María es nuestra Madre, la madre de todo el mundo y porque se preocupa por todos nosotros, intercediendo incluso en los asuntos más pequeños.

Por eso se merece todo un mes en su honor.

Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catolicón Register.

Etiquetas: Iglesia Católica, Virgen María, mayo, Mes de María, devoción

María

Madre y Maestra

de la Iglesia

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María de Nazaret es la mujer humilde y sencilla que Dios eligió para encarnarse en su vientre y así hacer de Ella el modelo de Madre y y Maestra para la humanidad.  El Concilio de Éfeso proclamó a María la Madre de Dios encarnando a Jesucristo La definición como Mater Dei (en latín) o  Theotokos (en griego), conocida también como el Dogma de la Maternidad Divina, fue el primer dogma mariano de la Iglesia y,  a su vez,  creído y enseñado, antes de ser proclamado dogmáticamente en Éfeso. Por diversos padres de la Iglesia en los tres primeros siglos, como San Ignacio (107),  Orígenes (254), San Atanasio (330) y San Juan Crisóstomo (400).  El Tercer Concilio Ecuménico, realizado en Éfeso, decretó esta doctrina dogmática en el año 431. La visión contraria, que defendió Nestorio, patriarca de Constantinopla, era que María debía ser llamada Christokocos, que significa “Madre de Cristo” y no de la naturaleza divina.

La memoria de la Virgen María,  Madre, nos recuerda que la maternidad divina de María se extiende, por voluntad de Jesús mismo,  a la maternidad de todos los hombres, es decir,  a la Iglesia misma en el acto de ls entrega. A partir del 2028, el lunes después de Pentecostés se conmemora esta celebración en honor a María, Madre de la Iglesia.

“Junto a la cruz, estaba su Madre y la hermana de su Madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena. Al ver a la Madre y cerca de Ella al discípulo a quien Él amaba, Jesús de dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”.  Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa”. (Jn 19,25-27).

Es este el pasaje del Evangelio que justifica el título de María Madre de la Iglesia, aquí personificada por el discípulo amado, Juan,  a quien Jesús mismo confía a Nuestra Señora como hijo, para que sea regenerado a la vida divina como sólo Ella puede hacerlo. No es, pues,  simple devoción mariana rezar a la Virgen con este título, sino obedecer la Voluntad de Jesús, tal como nos la transmite la Escritura: Él, como las palabras que pronuncia a punto de morir, pido a María que cuide de cada hombre, pero también pide a cada hombre que se sienta vinculado por una relación filial con su Madre.

 

 

 

 

 

 

 

 

María en el centro del dogma de la salvación

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La devoción a María, como la devoción a la Cruz y a la Eucaristía, ha sido siempre un pilar fundamental de la fe católica, pero con la memoria de la “Virgen María, Madre de la Iglesia establecida en 20/18, el Papa Francisco quiso hacer más.  En primer ligar, consideró hasta qué punto la exaltación de esta devoción puede hacer bien a la Iglesia aumentando el sentido materno en ella,  En efecto,  la celebración ha puesto a María en el centro del dogma de la salvación.

Hasta ese punto considerando sobre todo su relación con Cristo, la piedad  mariana desciende en realidad directamente de la fe en la Santísima  Trinidad. Puesto que el Señor quiso que Ella, una mujer humana, fuera  la Madre del Hijo de Dios, sólo a través de Ella el hombre podrá acceder a la misericordia divina. La maternidad de María comienza con la Anunciación: con su “sí”, la Virgen permite al Señor entrar en la historia; y su maternidad por Voluntad divina, no termina al pie de la Cruz, sino que se eterniza con el objetivo de llevar la imagen del Hijo en los hombres y entre los hombres.  Además, la encontramos Madre, esta vez de los primeros creyentes, los Apóstoles, en el Cenáculo, en espera de la venida del Espíritu; de ahí el vínculo de esta memoria con la Solemnidad de Pentecostés que el Papa Francisco quiso subrayar.

Devoción a la Virgen en el
Magisterio de los Papas

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El título de María, Madre de la Iglesia, tiene raíces profundas y ya está presente en el sentir eclesial de San Agustín y San León Magno. A lo largo de los siglos, la devoción mariana ha hecho que se haya rezado a María, atribuyéndolo diversos títulos, pero el título específico de la Madre de la Iglesia aparece en algunos textos de autores espirituales y en el Magisterio de Benedicto  XIV  y León XIII. Sin embargo, hay que llegar a Pablo VI para el punto de inflexión. El 21 de noviembre de 1964, al término de la tercera sesión del Concilio Vaticano II, el Pontífice declaró a la Santísima Virgen “Madre de la Iglesia”, es decir, de todo el pueblo cristiano, tanto de los fieles como de los pastores que la llaman la Madre Santísima”.

 

 

 

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Con esta devoción el Papa retoma en contenido sustancias del Credo de Nicea de 325 y sobre todas las decisiones de los Padre del Concilio de Éfeso (430) que definieron a María como la verdadera Madre de Dios”.

En el Año Santo de la Reconciliación (1975), la Santa Sede propuso una Misa Votiva en honor a la Madre de la Iglesia, que luego se insertará en el Misal Romano, pero que aún en las memorias del Calendario Litúrgico. Sin embargo, en algunos países, por ejemplo Polonia y Argentina, y en algunas órdenes religiosas, la celebración de la memoria litúrgica de María, Madre de  la Iglesia está muy extendida  y está incluida en sus calendarios particulares. En 1980, el Papa San Juan Pablo II introdujo en las letanías lauretanas la veneración de la Virgen como Madre de la Iglesia.  Esto nos lleva al 11 de febrero de 2018, día del 160º aniversario de la primera aparición de la Virgen en Lourdes. En esta ocasión, el Papa Francisco dispone que la memoria de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, sea inscrita en el Calendario Romano, convirtiéndose así en universal, y sea celebrada cada año, el lunes después de Pentecostés.

 

 

 

 

Quien me ha visto a mí,

Ha visto al Padre (Juan 4,9)

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El misterio de la Santísima Trinidad ha hecho que a lo largo de toda la historia, la humanidad haya buscado insaciablemente el Rostro de Dios. Al descubrir el poder divino a través de su obra creadora, el hombre intentó ponerle nombre al Señor basándose en los elementos naturales.  Posteriormente,  el hombre creó con sus manos ídolos de oro, plata, bronceo arcilla,  a los que llamó “dios”, atribuyó ciertas virtudes y asignó un dominio  sobre algún aspecto de la naturaleza.  No obstante, el Señor no ha dejado de escoger intermediarios para comunicarse con la humanidad y acercarse a Él. De ahí que al reconocer su Poder, el hombre le haya atribuido características como la fuerza, la omnipotencia, la inmortalidad y el sumo bien. Sin embargo, la imagen de Dios que tiene el cristiano es una imagen revelada por el Hijo, tal como lo describe la Carta a los Hebreos (Hb 1,1-3). Es evidente que la manifestación de Dios es ahora en la Persona del Hijo por obra del Espíritu Santo, para mostrar su único Rostro: el Amor Trinitario.

Así las cosas, teniendo en cuenta su misericordia y humildad,  podemos decir que cuando afirmamos que Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre,  queremos decir que Él manifiesta un rostro de Dios mucho más cercano, ya que sin dejar de tener los atributos anteriormente mencionados, ha tomado todas nuestras debilidades y nuestros sufrimientos sobre sus hombros y ha decidido vivirlos, asumiendo la condición humana y compartiendo nuestras carencias y dificultades, ocasionadas por la pobreza, el sufrimiento, la persecución, la enfermedad, la soledad, el desprecio, la incomprensión de su misión, la humillación por la condición social o por los interese egoístas e incluso la misma muerte.

Esta imagen, revelada en Jesús, siempre será desafío para sus discípulos y para las personas de fe que a lo largo de los siglos han creído y creen en su Palabra. Para algunos es difícil descubrir en lo sencillo y humilde la majestuosidad de Dios; sin embargo, Él tiene otros caminos  que se prefiguran en el grano de trigo que cae en tierra y muere, y luego da mucho fruto. Su pedagogía contradice las maniobras de poder humanas para manifestar su verdadero Rostro, a partir de lo pequeño, de lo humilde.

De este modo, la unión consustancial del Padre con el Espíritu Santo, que por la Palabra del Hijo humanado hace nuevas todas las cosas, revela el Rostro de Dios que se inclina para tocar la realidad humana y hace oír a los sordos, ver a los ciegos, da libertad a los cautivos y a los pobres le anuncia el año de gracia del Señor.

 

Dios Padre en el

Hijo por el Espíritu Santo

 

Continuando con la reflexión, la Sagrada Escritura nos permite profundizar el misterio de la Santísima Trinidad, dando cuenta de la manera como Jesús muestra el Rostro del Padre. Es así como, buscando descubrir la experiencia que tuvieron los apóstoles, hombres y mujeres de fe de la primera comunidad cristiana, podemos decir que, para manifestar el Rostro del Padre. Jesús  no actuó solo,

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sino que mantuvo la unidad perfecta con el Padre, con el Espíritu desde antes de de la Encarnación hasta la Ascensión al cielo. Acerquémonos a algunos pasajes bíblicos desde el Evangelio de San Lucas, que nos permitirán profundizar nuestra experiencia de fe.

 

 

 

SECUENCIA

 

Ven, Espíritu divino.

Manda tu luz desde el cielo.

Padre amoroso del pobre,

don, en tus dones espléndido;

luz que penetra las almas;

fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,

descanso de nuestro esfuerzo,

tregua que enjuga las lágrimas

y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,

divina luz y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre,

si Tú le faltas por dentro;

mira el poder del pecado,

 cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,

sana el corazón enfermos,

 lava las manchas,, infunde

calor de vida en el hielo,

doma el espíritu indómito,

guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,

 según la fe de tus siervos:

por tu bondad y tu gracia,

dale al esfuerzo su mérito;

salva al que busca salvarse

y danos tu gozo eterno.

 

       Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles

                  y enciende en ellos la llama de tu amor.

 

El misterio de la Encarnación.

(Lc 1, 26-38)

Dios, en su designio amoroso por la humanidad, decide encarnarse en el vientre de una humilde campesina judía. Lejos del imaginario del mundo, escoge una aldea perdida en la historia ignorada por la economía de aquel tiempo. En la Encarnación, el arcángel Gabriel dice a María que el El Espíritu Santo vendrá a Ella y que el poder del Altísimo la cubrirá con su sombre. El Hijo de Dios se hace carne y el Rostro de Dios ya no será extraño para los hombres. A partir de ese, momento, el velo que oculta al Santo empieza a romperse. Así, descubrimos el Rostro de Dios que escoge siempre al humilde y al que no cuenta.

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El Bautismo del Señor

(Lc 3,21-22) 

 

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En las orillas del rio Jordán, la gente de agolpaba esperando ser bautizados. Frente a todos ellos, un hombre de aproximadamente 30 años, totalmente desconocido, pero muy semejante a ellos, se abre paso para recibir el bautismo de purificación de los pecados. Después de que Él asumiera una actitud de oración; el rio, el cielo, el aire y sobre todo las personas que estaban a su alrededor,  ven como el Espíritu Santo desciende en forma de paloma sobre Jesús y la voz del padre da a luz socialmente a Jesús, diciendo:  “Tú eres mi Hijo amado, en Ti me complazco” Ahora, el Rostro de Dios no será desconocido para el mundo, las orillas del Jordán lo han contemplado y aquellos que se sumergen en las aguas del Bautismo pueden ver su Rostro, puesto que bautizarnos no es simplemente una ceremonia religiosa, es apostar por un proyecto de vida al estilo de Jesús y con Jesús. Buscando con Él, ser hijos amados del Padre, en el Hijo, por el Espíritu Santo. Aquí, Dios nos revela su Rostro en el anhelo del corazón que busca mantenerse puro y constante en la oración y que es reconocido por sí mismo y por los otros como “Hijo amado”

 

El milagro de la multiplicación de los panes

(Lc 9,10-17)

 

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Cuando Jesús reparte los panes a quienes lo siguen, realiza un gesto magnífico de unión con su Padre. Si antes Dios había mirado la aflicción de la humanidad, y María había hallado gracia delante de sus ojos, ahora es el Hijo quien levanta la mirada al cielo y, en un gesto de humildad y entera confianza, desata la generosidad del Padre, que en el Hijo se reparte como pan por la fuerza del Espíritu Santo, saciando a todos los presentes en abundancia. Vemos aquí cómo el Rostro de Dios provee lo necesario a sus hijos para que no desfallezcan ante las exigencias del camino hacia la tierra prometida.

 

 

Resurrección de Jesús (Lc 24,1-49)

El Evangelio de Lucas nos dice que tanto los discípulos de Emaús como los que estaban en el cenáculo, cuando se encontraron con Jesús, o se les hizo el encontradizo, no pudieron reconocerlo en su Rostro, sino que fue Jesús quien  les dijo que observaran, más que su Rostro, las llagas de sus pies y de sus manos. Es extraña la forma en que Dios Padre muestra su Rostro en este pasaje, pero lo cierto es que las llagas resumen toda la vida de Jesús. Sus manos se han abierto para acoger a los hombres y los hombres las han crucificado; sus pies han salido al encuentro del hombre y el hombre también los ha crucificado. Crucificando las manos de Jesús, el hombre no ha logrado crucificar manos de Dios Padre, ya que se mantienen abiertas para salir al encuentro del hombre. Pues tendría que ser reengendrado por fuerza del Espíritu Santo; vestido de una túnica nueva bañada en la sangre del Hijo, Cordero inmolado, calzado con unas sandalias nuevas confeccionadas por el Espíritu Santo que que nos hace hombres libres, y sus manos adornadas con un anillo en que sella la penitencia definitiva del Reino del Padre.

La Solemnidad de la Santísima Trinidad es a su vez una invitación a que nos hagamos partícipes de la vida de esta comunidad trinitaria (Padre, Hijo Espíritu Santo), actuando como verdadero hijos del Padre, hermanos del Hijo y conducidos por el Espíritu Santo.

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

JESUS NOS MUESTRA EL CAMINO AL PADRE

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La Iglesia celebra la  Solemnidad de la Ascensión del Señor; transcurrido cuarenta días desde el acontecimiento de la Resurrección, en los cuales, por medio de sus diversas apariciones, Jesús ha estado consolidando la fe de sus discípulos, animándolos para la misión apostólica. En la lectura de los Hechos de los Apóstoles, ante la escena de los discípulos que se quedan mirando hacia el cielo, mientras Jesús desaparece ante sus ojos en medio de una nube. Lucas explica que este es un tiempo para llenarse de la fuerza de la Resurrección y después,  con la ayuda del Espíritu, lanzarse a la misión. No es para quedarse mirando hacia arriba, sino para ver la realidad y actuar frente a ella. Entre tanto, para Pablo,  en la Carta a los Efesios, la Ascensión de Jesús es la puerta por medio de la cual Dios empieza a derramar el Don del Espíritu sobre sobre la humanidad,  tal como lo había prometido Jesús. . Asimismo en el Evangelio, Jesús antes de ascender al cielo, hace un envío categórico a sus discípulos: “Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación.  Mediante este anuncio, el Reino se hace presente en cuanto el Señor actúa en quien anuncia la Buena Nueva y procura la liberación de todas las situaciones angustiosas de la vida. Es así como en esta gran Solemnidad nos invita a continuar anunciar el Evangelio y haciendo discípulos –misioneros para la construcción del Reino. Para ello, la liturgia nos muestra el impulso misionero del Padre y las dificultades que debe enfrentar, al igual que la insistencia de Jesús frente a la importancia de mantenernos unidos a Él para poder asumir con alegría la misión.









HISTORIA DEL SANTO ROSARIO

La palabra "Rosario" significa "corona de rosas". La Virgen María se ha revelado a muchas personas, que cada vez que rezan un Ave María le entregan una rosa y por cada Rosario completo le entregan una corona de rosas: La rosa es la reina de las flores, así que el Rosario es la reina de todas las devociones.

El rezo del Santo Rosario surge aproximadamente en el año 800, a la sombra de los monasterios, como Salterio de los laicos. Dado que los monjes rezaban los salmos (150), a los laicos, los cuales en su mayoría no sabían leer, se les enseñaba a rezar 150 Padres nuestros. Al pasar el tiempo, se formaron otros tres salterios con 150 Aves Marías, 150 alabanzas en honor de Jesús  y 150 alabanzas en honor a María. En el año 1365 se hizo una combinación de los cuatro salterios, dividiendo las 150 Aves Marías en 15 decenas poniendo un Padre nuestro al inicio de cada una de ellas. En el año 1500 se estableció,  para cada decena, la meditación de un hecho de la vida de Jesús o de María, y así surgió el Rosario de quince misterios.

El Santo Rosario es considerado como la oración perfecta, porque en él se sintetiza la majestuosa historia de nuestra salvación. Con el Rosario, de hecho, meditamos los misterios de gozo, de dolor, de gloria de Jesús y de María. Es una oración sencilla y humilde como María Santísima. Con el Ave María, invitamos a María para que interceda por nosotros. La Virgen siempre nos otorga lo que le pedimos.  Ella une su oración a la nuestra.  Por esta razón, la oración es más poderosa, porque María recibe lo que ella pide. Jesús nunca dice no a lo que su Madre le pide. En cada una de las apariciones, la Virgen María nos invita a rezar el Rosario como un arma poderosa en contra del maligno, para traernos la verdadera paz.

"La Santísima Virgen recibe el Rosario en su forma actual en el año 1214 de una forma milagrosa: Cuando la Virgen se apareció a Santo Domingo y se lo entregara como un arma poderosa para la conversión de los herejes y otros pecadores de esos tiempos. Desde entonces su devoción se propagó rápidamente alrededor del mundo con con increíbles y milagrosos resultados" (Aciprensa)



Ejercicio Espiritual


1. Empezaré a rezar el Santo Rosario, primero solo y luego en     comunidad.

2.Promoveré la devoción al Santo Rosario de la manera que       considere conveniente.

3.En mi colegio, universidad, trabajo, comunidad, familia,         etc...invitaré a rezarlo, aunque sea un misterio cada día.           Serán escasos 3 minutos. Poco a poco, se podrá lograr que       algunas personas se vayan uniendo al rezo.

4.Haré lo posible para que el Rosario se rece en mi familia,       aunque sea empezando una vez por semana o dos veces al       mes.

5. También existe el Rosario Misionero. Consiste en rezar por     los cinco continentes. Normalmente se reza en el mes de         octubre, pero no está de más rezarlo de vez en cuando,             pidiendo a Dios por los misioneros y la evangelización.




Canto a María





Virgen de los Desamparados
patrona de la Congregación
Siervas del Santísimo y de la Caridad



Presencia de María 
en nuestra Congregación

 Las Siervas del Santísimo y de la Caridad profesan amor filial y devoción a la Santísima Virgen María bajo la advocación de los Desamparados. Como madre, consolida entre las hermanas la comunión fraterna y es signo de su vocación específica. Ella inspira su entrega y relación con Dios. En su total adhesión a la voluntad salvífica del Padre, encuentran el modelo de fidelidad en el seguimiento a su Hijo.

Tributan un culto especial,  mediante el rezo del santo rosario, a la virgen Madre de Dios, modelo y amparo de la vida consagrada.




Alfonso Milagro cmf 
Nos ofrece en su libro:

Los Cinco Minutos de María
Editorial Claretiana

Él presenta una reelección de los cinco minutos de María, queriendo compartir con sus innumerables lectores, pasados presentes y futuros, unas palabras del Papa Juan Pablo II, dirigidas con honda devoción filial  a aquella mujer admirable que el Señor Dios eligió como Madre del Verbo: "En un corazón materno-dice el Pontífice-ponemos nuestras esperanzas y nuestras ansias; en tu corazón ponemos nuestros afanes diarios, por toda la humanidad, por cada uno de los hombres, por la paz del mundo, por la victoria de la justicia y del amor, por la Iglesia y por su misión evangelizadora entre los pueblos..."

Es el mismo propósito  que persigue "Los cinco minutos de María" de meditaciones cotidianas: abrir el corazón a María santísima, poner en sus manos la vida, confiar en ella, no de vez en cuando, en los momentos de necesidad, sino siempre, como un método, digámoslo así, para acercarnos a Dios, para acercarnos a Dios y practicar el mandamiento del amor, Como enseñaba Pablo VI, "la piedad hacia la Madre del Señor se convierte para el fiel en ocasión de crecimiento en la gracia divina, porque es imposible honrar a la llena de gracia sin honrar el estado de gracia, que es amistad y comunión con él", presencia en el alma creada, del Espíritu eterno santificador (exhortación apostólica Marialis cultus, n 57)....

¿ no han dicho proféticamente que esta  "es la hora de María, tiempo de un nuevo Pentecostés que ella preside con su oración, cuando bajo el influjo del Espíritu Santo, inicia la Iglesia un nuevo tramo en su peregrinar" (Documento de Puebla, n. 301).

Todos formamos para te esta gran marcha hacia Dios, todos necesitamos ayuda para el largo camino. Y María, la Virgen peregrina, está a nuestro lado; ella quiere socorrernos en las caídas y purificar nuestra mirada interior, hasta que lleguemos a verlo con los ojos del Amor. Es lo que Juan Pablo llama "el misterio de la Madre" él de saber aproximar -de maternizar- la redención;  es el misterio que se realiza en la doncella de Nazaret, en la madre virginal,  y pobre de Belén, en la esposa fiel y casta del justo José, en la compañera infatigable de las misiones de Jesús por su tierra; es el misterio que se realiza en la mujer fuerte, que de pie junto a la cruz liberadora, en la primera que ve al Resucitado -hecho tan inefable que no ha quedado consignado sino en el corazón de la tradición creyente-, en la Orante que en pentecostés , y hasta el fin de los tiempos históricos _ ya definitivamente glorificada _coopera con el Espíritu Santo para engendrar la Iglesia que el Hijo presenta al Padre (cf. encíclica Redemptor hominis, n. 22)

De modo, si cada vida cristiana es vocación a reactualizar el misterio de Cristo, no hay maestro mejor de vida cristiana que María, cuya existencia "es plena comunión con su Hijo" (Puebla, n. 292); ea la Madre educadora de la fe, que "cuida que el evangelio nos penetre, conforme nuestra vida diaria y produzca frutos de santidad" (Puebla n. 290)

Alfonso Milagro, misionero claretiano, quiso motivar a sus amigos para que buscaran a María a fin de encontrar en ella el alimento espiritual necesario. Quiso brindar esa nutrición con un criterio eminentemente pedagógico, pero también ameno y atractivo, para que la vida entera llegue a ser mariana, y entonces plenamente de Cristo...




MARÍA MODELO DE FE




Itinerario de nuestro 
caminar con María

ENERO



1

En ninguna criatura se da tan perfectamente que Dios viviera en ella y que ella viviera en Dios como en María Santísima. Entre Dios y María hubo una estrechísima relación: Dios habitó en María en toda su plenitud, haciéndola su templo sagrado, y María vivió en Dios, entregada a la total realización de los planes de Dios.

No nos olvidemos nosotros  y no dejemos a un lado los planes de Dios sobre nosotros. Iniciemos el año poniéndonos a disposición de Dios.

María ha recibido la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su Salvador; a nosotros también Dios nos ha bendecido muy abundantemente.






2

En las letanías invocamos a María como Reina de la Paz y la misma celestial Señora nos ha prometido que la paz vendrá sobre el mundo si nos consagramos a su Inmaculado Corazón.

Desde el principio del año debemos comprometernos a vivir esta consagración al Inmaculado Corazón de María, haciendo a nuestra Señora y Madre la dueña de nuestra vida y ofreciendo cada mañana nuestras obras a su amor de Madre, simbolizado en su Inmaculado Corazón.

Todo lo haremos pidiendo su bendición maternal y todo lo haremos para agradarla y, por ella, agradar a Jesús.

María ha visto consagrada su morada por el Altísimo; nuestra vida ha sido consagrada a Dios en nuestro bautismo.





3

Los hombres nos vamos a mirar unos a otros en una perfecta visión si nos miramos en Cristo, que ha de ser el punto de reunión de todas las miradas; y para que esas miradas lleguen a Cristo purificadas, hagamos que pasen por el Corazón de María, que es la fuente en la que todo se limpia y todo se reviste de Dios, la fragua en la que nos despojamos de nuestras miserias pecadoras y adquirimos el fuego del amor a Dios.
Los Santos Padres afirmaron que la devoción a María virginiza a sus devotos.

María supo que son dichosos los que cumplen la Palabra de Dios




4

María Santísima fue la criatura que más amó a Dios, lo amó con toda la intensidad de su Corazón; su amor a Dios sobrepujó al amor de todos los ángeles y santos; por eso María fue también la más amada por Dios.

Y también la más amada de los hombres, sus hermanos; nadie tan alabada y bendecida como ella; nadie tan aclamada por los pueblos como ella; nadie tan invocado, ni con tanta confianza como ella;  a nadie se le reza con tanta devoción como a ella.

Es el conocimiento de los hombres a la gran bienhechora de la humanidad; que en ese coro de alabanzas a María no quede tu voz silenciosa, ni suene disonante: canta las glorias y el amor a María.

María, alégrate, porque eres llena de gracia y Dios es contigo.





5

No se nos dice en el evangelio que María fuera personalmente perseguida, pero María recibía como destinado a sí misma todo cuanto se dirigía contra su Hijo amadísimo, así se sintió ella molestada, perseguida, calumniada.

Pasó por esos amargos momentos y así nos entiende mejor a nosotros sus hijos cuando nos vemos en similares circunstancias.

Es difícil seguir el camino del Maestro; por eso es difícil ser verdadero cristiano; pero yendo de la mano de María, todo resulta más fácil y sale mejor.

María, una vez recibida en los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos los dones de la eterna salvación.




6

El espíritu de Dios condujo a María a través de las promesas del Antiguo Testamento a la realidad de la redención, la iluminó para comprender las antiguas profecías, no le ocultó lo que había dado a conocer a los profetas; no podía ser ella menor a aquellos, ya que es invocada por la Iglesia como “Reina de los profetas”.

El cristiano, si se deja conducir por las mociones del Espíritu Santo y dirigir por sus luces, llegará a una eminente santidad y la luz de la fe lo iluminará para conocer las cosas de Dios y gustar de ellas.

El Espíritu Santo obró en María la mayor obra humana y divina: la encarnación del hijo de Dios, y también en nosotros por medio de María obrará la maravilla de nuestra santificación.

María, no hay alabanza digna de ti, Virgen inmaculada, porque en tu seno has llevado al que ni el cielo puede contener.




7

El amor es el motor de las acciones del cristiano, pero es también la brújula que orienta y al mismo tiempo la meta del esfuerzo que pone en seguir el camino. Así, el amor es la explicación de la vida del cristiano, como lo fue de la vida de la Virgen María, que podrá sintetizarse como la vivencia plena y sin restricciones del amor a Dios y del amor al prójimo.

“Madre del amor hermoso”, la invoca la piedad cristiana; que ella nos enseñe a amar, así como ella amó y a quienes ella amó, y por lo que ella los amó.

María, tú eres la gloria del Pueblo de Dios, el orgullo de nuestra raza.




8

Si somos compañeros de lucha de Cristo, también seremos sus compañeros de victoria; si vamos de las manos de  María, no nos desviaremos del camino del bien, del camino del cielo; si caminamos prendidos de las manos de María, no caeremos, pues ella nos sostendrá y si por desgracia llegáramos a caer, ella nos levantará prontamente.
Por eso nadie hay tan seguro, tan feliz, tan sereno como el que vive sinceramente el amor a la Virgen Santísima.

María, que estuvo junto a la cruz de Jesús, nos conceda saber llevar los padecimientos de la vida.



9

La Virgen de Nazaret, según propia confesión, era muy poca cosa; en su expresión era la esclava del Señor y, sin embargo, al ofrecer su humildad al Señor, Dios hizo de ella la maravilla más grande de la creación.

Si tú te lanzas al trabajo de tu propio perfeccionamiento, Dios podrá hacer de ti un santo,  pero será preciso que no seas pusilánime, sino forzado; no seas rio que sigue una línea tortuosa, sé un hombre recto y fiel a sus principios y convicciones y a la vez de tu conciencia.

María, que nos fuiste entregada por Jesús como Madre, haz que nosotros vivamos como hijos tuyos.




10

La obra de la redención no fue una obra fácil, ni para Jesucristo, ni para su Madre Santísima, que estaba destinada a ser Corredentora; no fue fácil para ella que que siete espadas atravesarán su dolorido corazón, no fue fácil permanecer firme al pie de la cruz donde agonizaba su Hijo en medio de dolores tormentosos.

Sin embargo, aunque no fue fácil, allí estuvo María, como la Mujer fuerte, dándonos ejemplo a nosotros para que en los momentos en que debamos enfrentar dificultades humillantes o dolorosas.

María, que fuiste preservada de todo pecado, líbranos también a nosotros de toda culpa.



11

LA Virgen María siempre amó la verdad y el bien, porque ella no tuvo en su vida otro norte que hacer y cumplir en todo la voluntad de Dios, voluntad divina, que es verdadera y buena.

Si tú quieres construir en este mundo el reino de Dios, deberás construir un mundo fundamentado y bueno, acomódalo a la voluntad del Señor, tu Dios.

María, que fuiste hecha por Dios tabernáculo purísimo de su presencia, haz que nos hagamos dignos de que Dios venga a nosotros.




12

Siendo la Virgen Santísima la más angelical de las criaturas, que vivió en una ininterrupida contemplación de la divinidad, no descuidó el cumpliendo de sus deberes temporales, las tareas domésticas, la atención de Jesús y de José,  que integraban su hogar, el arreglo de su pobre casa.

Todo eso lo hizo y lo hizo perfectamente y lo hizo sin perder por ello ni un solo instante el contacto directo, personal y afectivo con su Dios.

Mucho tendremos que aprender nosotros, tanto en un sentido como en otro.

María que fuiste hecha por Dios Sagrario del Espíritu Santo, haz también de nosotros templos del divino Espíritu.





13

Cuando el día de la Anunciación recibió María el aviso del ángel y aceptó los planes de Dios, no conocía muchos detalles, pero ella se puso ciegamente en las manos del Señor.

Ese será el mérito de nuestra fe, confiando plenamente en la bondad y en la providencia divinas; aceptemos los planes de Dios y estemos seguros de que todo lo que Dios nos permita en nuestra vida ha de ser en último término para nuestro bien espiritual.

Arrojémonos, pues, como niños pequeñitos en los brazos de nuestro Padre Dios y dejemos que Él desarrolle en nosotros sus planes.

María, que supiste elegir la mejor parte, haz que busquemos el alimento que perdura hasta la vida eterna.





14

María se preocupaba en su vida más de amar que de comprender; amaba lo que comprendía y amaba lo que no comprendía; por sobre todas las cosas, ella amaba y todo lo vivía en la dimensión del amor.

¡Qué distinta sería nuestra vida cristiana si en todo nos moviera el amor, si el amor fuera la explicación de todas nuestras actitudes y reacciones! ¿Cómo progresaríamos en la santidad si así imitáramos a María!

María, que dijiste: “Haced lo que Él os diga”, concédenos docilidad de corazón a las enseñanzas de Jesús.






15

“Virgen amable, Madre amable, Virgen mansa!; así la llamamos a María Santísima; toda bondad, toda dulzura, toda amabilidad. Ella fue la que mejor imitó a Jesús en aquel precepto que de Él recibimos: “Imitadme a mí, que soy manso y humilde de corazón”.
¡Cuánta necesidad tenemos de la bondad de corazón, de la dulzura de carácter, de la suavidad de formas, de trato!  ¡Y qué distinta sería la vida si todos fuéramos más amables!.
María, como Madre de todos los cristianos, se comporta con ellos con solicitud maternal; es digno de veneración el misterio de la maternidad de María.




16

La Virgen orante que se nos presenta como modelo para nuestras relaciones personales e íntimas con Dios nuestro Señor.

María siempre estuvo en oración, siempre vivió en conversación con el Padre, como Hija suya predilectísima , con el Verbo como Hijo suyo amadísimo y con el Espíritu Santo como su verdadera Esposa.

Nosotros no podemos olvidar que Dios Uno y Trino vive en nuestra alma por la gracia; si el Espíritu Santo mora en nosotros, prestémosle atención, no lo dejemos solo, acompañémoslo, démosle conversación, tratemos nuestras cosas con Él.

María, acompáñanos en la oración, como lo hiciste con los apóstoles.




17

Siendo fiel a la Virgen, soy fiel a Cristo; no negando a María, no niego a Cristo, y si no niego a Cristo, no seré negado por Cristo ante el Padre.

Pero la mejor forma de que el Padre no me niegue, es presentarme ante Él de la mano de María. Un buen método para conocer al hijo es conocer a  la madre; la calidad del trigo se mide por la selección de la espiga; repitamos, pues, el clásico adagio: “A Jesús por María”.

María fue la perfecta imitadora de Jesucristo. Imitémosla.




 18

María amó a todos sin excepción y a todos les deseó el bien y el mayor bien que se puede desear: el amor de Dios.

Porque comparado con el amor de Dios, todo lo demás resulta insignificante, por valioso que se le quiera suponer y así por todos oró. Por todos sufrió, por todos entregó a su Hijo, para que a todos salvara y redimiera.

Esta universidad del amor de María es fiel modelo de lo que debe ser nuestro amor cristiano, el verdadero amor no es envidioso, no busca las cosas propias, sino que busca el bien de los demás; el verdadero amor cristiano debe ser definido como la entrega de sí mismo a los demás; como María se entregó a sí misma y al que quería más: su Hijo Jesús.

María prepara la Hostia que había de ser ofrecida en la cruz para nuestra salvación.




19

Manso y humilde fue Jesús, mansa y humilde de corazón fue María Santísima; su interior estuvo siempre en calma aun en los momentos más atribulados; al pie de la cruz ella, como la imagen de la fortaleza más firme, estuvo de pie sin desmayar; Virgen mansa y serena, buena y amable y bondadosa; acudamos a ella, sabiendo que seremos bien recibidos y escuchados.

María es la Madre a la que debemos recurrir confiadamente como hijos pequeños.





20

La Virgen fue pobre y vivió pobremente; no poseyó bienes temporales, aunque procedía de nobles antecesores; pocas personas en nuestra sociedad de hoy viven tan pobremente como María,

Pobre fue María de bienes temporales, pero inmensamente rica en dones espirituales; Así  nos enseña  que la escala de valores del evangelio no coincide con la que el mundo acepta. Será muy conveniente que de cuando en cuando vayamos cotejando nuestra propia personal escala de valores con la que Cristo nos señala en el evangelio y que María Santísima guardó fielmente en su vida.

María, destinada por Dios para ser Madre, fue adornada con gracias especialísimas; valoremos nosotros  las gracias espirituales que Dios nos ha regalado.





21

María Santísima con su fiat en las manos de Dios, para que en ella se cumpliera plenamente la voluntad de Dios, los planes que Dios tenía sobre ella.

También sobre nosotros Dios tiene sus planes; no nos opongamos a su realización, sino más bien secundemos la acción de Dios en nuestra vida.

De nuestros labios y de nuestro corazón con frecuencia y con sinceridad salga el fiat que María pronunció y al rezar el padrenuestro tratemos de pronunciar conscientemente la petición: “Hágase tu voluntad” ; y eso siempre; en las cosas agradables y en las que no son tanto.

María fue modelo de entrega incondicional en las manos de Dios; entreguémonos nosotros sin vacilación y sin reserva.




22

María es la Reina de los apóstoles, de los que se dedican a hacer el apostolado; ella fue la formadora y Maestra de los Apóstoles.

A los apóstoles de hoy también se les presenta María como la Maestra que primeramente los incita y les ayuda a ser lo que luego tendrán que hacer, que predicar, que trasmitir en su obra de evangelización.

¡Qué importante es que el que se preocupa de la tarea evangelizadora esté convencido de que primeramente debe ser aquello que luego deberá hacer!

De María dice el evangelio que fue bienaventurada porque no solamente escuchó la palabra de Dios, sino que la cumplió.

María se encontró en el centro de los Apóstoles el día en que el Espíritu Santo descendió sobre ellos, para darles la luz.




23


Es conmovedor imaginar la bondad con que la Virgen Madre de Jesús pudo haber recibido a San Pedro, después de haber éste negado a su Hijo; qué lágrimas sentidas y qué humildes palabras diría Pedro, después de haber éste negado a su Hijo; qué lágrimas sentidas y qué humildes palabras diría Pedro a la Virgen y qué palabras tan dulces y tiernas diría la Virgen al arrepentí do Pedro.

Si hemos tenido la desgracia de ofender a Dios, acudamos a María y roguémosle que nos consiga el perdón que necesitamos.

Y así como Dios nos perdona a nosotros, así nosotros debemos perdonar, entender y justificar a los demás.

María es la estrella de Jacob cuyos rasgos iluminan la tierra entera” (San Bernardo).





24

Aquel grito: “¡Crucifícalo” no solamente se dirigió contra Jesucristo, sino también contra su Madre Santísima; aquel grito resonó en el pretorio del gobernador romano, pero  sobre todo resonó en el corazón dolorido de la Madre del Crucificado.

Y aquel “crucifícalo” se va repitiendo en hondas expresiones a través de los tiempos y de los espacios, y sale de la boca y de los corazones de muchos hombres.

Que el Señor no permita que también nosotros lo pronunciemos, pues también nuestro personal “crucifícalo” resonaría hoy en el  Corazón de nuestra Madre celestial y causaría aquella pena que le atravesó amargamente al pie de la cruz, en la cima del Calvario.

María exige que nuestra devoción a ella nos vaya santificando, evitando el pecado e imitando sus virtudes.




 25

Impacta la humildad de la jovencita de Nazaret. Ningún ser humano jamás recibió una embajada tan honorable como ella; un arcángel de parte de Dios mismo le trasmite a María un saludo jamás escuchado por oídos humanos, y un mensaje,  que excede en honor y dignidad a cuanto hombre pudiera imaginar.

Sin embargo ella se juzga pequeña, indigna de tan alta dignidad, y en profunda humildad se titula la esclava,  la servidora del Señor.  Aunque debemos cobrar conciencia de las gracias que Dios nos ha concedido y debemos agradecerlas profundamente, no debemos perder los sentimientos más sinceros de humildad, sabiendo y reconociendo de que todo lo bueno que en nosotros hay es de Dios y a Dios se lo debemos y solamente es nuestro lo imperfecto y pecaminoso que poseemos.

“María antecede con su luz al pueblo de Dios peregrino como signo de esperanza segura  y de consuelo” (LG 68 ).








26

Al saludar a María con título de Virgen fiel, la Iglesia reconoce en ella la fidelidad a la Palabra de Dios.

No siempre esa palabra le fue fácil y humanamente agradable, antes al contrario no pocas veces le resultó ardua y difícil, dolorosa y humillante, al darlo a luz en una cueva y por no tener otra cuna que un pesebre. Pasar al final de la vida de ese Hijo por la Madre de un ajusticiado y de un iluso visionario fue una dura prueba también.

Pero María fue siempre y en todo momento fidelísima a lo que Dios quería de ella; el cristiano deberá ser fiel a su vocación bautismal y eso aunque en ocasiones requiera mucha fortaleza de espíritu y perseverante valentía.

María, que sea yo consciente de que Dios me eligió a mí, para ser hijo suyo.





 27

En su canto del Magníficat, María deja constancia de la conducta de Dios con los pecadores de la tierra; los derribó de su trono, de la altura de su soberbia, los dejó vacíos de los bienes del cielo para verlos llenos de los bienes de la tierra, por haber permitido que esos bienes terrenos secaran su corazón.

Fueron dominados por el dinero, por el poder, por la influencia; tuvieron como meta la conquista del mundo; los humildes, por el contrario, son bendecidos por Dios, elevados a su gracia y su amor y por eso llegarán a conquistar el cielo.

María nos enseña el espíritu de disponibilidad y la aceptación voluntaria del plan de Dios sobre nosotros.





28

María Santísima conoció a Dios por el estudio permanente de las Sagradas Escrituras, que meditaba cada día, inspirada por las luces del Espíritu Santo.

Para llegar nosotros al conocimiento de Dios, deberá ser ése el camino que sigamos: la frecuente lectura y profunda reflexión de la Sagrada Biblia.

Y, junto con ello, debemos solicitar la luz del Espíritu Santo por medio de una asidua y ferviente oración.

Está bien que estudiemos las cosas de Dios, pero tengamos presente que a Dios más que por los libros se lo conoce por la oración.

María recibió en plenitud las virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo; también a nosotros se nos concedieron esos dones en nuestro bautismo y posteriormente en nuestra.





29

En María Santísima hallamos la ausencia de todo mal y la presencia de todo bien;  ella no tuvo ningún pecado y poseyó todas las virtudes, por eso la Iglesia la llama Santa y Santísima.

El cristiano debe apartarse del mal en su vida, debe huir de todo pecado, que es el verdadero mal, porque nos aleja de Dios. Pero no basta no hacer el mal; es preciso practicar  tanto el bien cuanto podamos y, hacerlo del mejor modo posible o del modo más perfecto, ese debe ser el ideal del cristiano: no decir nunca basta.
María fomentó en sí el espíritu de oblación al Padre.





30

Nuestra Madre celestial tiene un corazón inmensamente bueno y compasivo, al fin, un corazón maternal.

Como madre que es, entiende muy bien a sus hijos, sabe que somos débiles y pecadores y por eso comprende de nuestras caídas y nuestras limitaciones, y cuando nos ve caídos, nos mira con compasión y misericordia. Nuestra Madre celestial sufre cuando nos ve sufrir, pero sufre más cuando ve que nosotros no sabemos sufrir y perdemos el valor del sufrimiento.

Siempre resulta poca la confianza que tengamos en el Corazón maternal de María; siempre será débil el amor que tengamos a nuestra Madre del cielo.

María merece toda nuestra confianza en todos los tiempos, lugares y situaciones.





31

Si María Santísima es el modelo del cristiano, lo es de un modo muy señalado de la juventud, es que María siempre fue joven; muy joven cuando fue Madre de Dios, joven y siempre joven con la juventud del espíritu aun en su misma muerte.

María tuvo siempre un ideal joven y por eso se ha convertido en el ideal de los jóvenes ; ella fue siempre noble y digna, pura y limpia, inmaculada y santa, como debe ser todo ideal.

Si todo ideal es azul, como el color del cielo, la juventud toma el manto azul de la Inmaculada como el ideal de sus pensamientos y el imán que atrae sus afectos.

Aunque pasen los años por nosotros, no perdamos la juventud de nuestro espíritu, no perdamos la juventud de la Inmaculada.

María presente en la juventud será siempre motivo de seguridad y alegría.












FEBRERO

1
Dice el Evangelio que Cristo vino al mundo a traernos la Vida, la verdadera vida de Dios en nosotros; Cristo es esa Vida y esa Vida ha venido a nosotros Por María.

El que vive esa Vida divina es más hijo de Dios y es más hijo de María; nada hay más importante y decisivo para el cristianismo que vivir la vida de Dios, y bajo el punto de vista de esa vivencia juzga juzga y vive todo lo demás.

Para vivir esa vida divina nos ayudará poderosamente la vigilancia y protección de la Santísima Virgen, tratando de imitar sus virtudes  en todos los actos de nuestra vida, no olvidando recurrir a ella con frecuentes y fervientes plegarias.

María tuvo al Espíritu Santo en tal grado, que hizo de ella la contemplativa silenciosa, que conservaba y meditaba en su Corazón las palabras de Jesús.




2

Es muy frecuente en la imaginería cristiana representar representar a la Virgen con las manos juntas en la actitud de una oración, como para enseñarnos que debemos elevar nuestros ojos hacia arriba, hacia el cielo, hacia Dios.

Cuan necesario es hacer caso a la invitación litúrgica, cuando el sacerdote nos dice: "Elevad vuestros corazones", no puede el cristiano vivir arrastrándose a ras de tierra; debe elevarse hacia las alturas y lanzarse, para beber el azul de los espacios.

María Inmaculada,  con las manos juntas hacia arriba, clavados sus ojos hacia las alturas, y arropada con el manto azul, símbolo de su ideal, puede expresarnos cuál debe ser nuestra meta.

"María es el punto de enlace con la tierra. Sin María el Evangelio se desencarna, se desfigura" (DP 301)




3

Toda comunidad debe tener una cabeza y un corazón; la comunidad cristiana tiene a Jesucristo como Cabeza y a María como Corazón.

El corazón es el motor que impulsa y da fuerza; María Santísima fue la que en los primeros días de la Iglesia dirigió a los Apóstoles, los animó, los orientó y les dio las fuerzas que necesitaban para ir por el mundo y evangelizarlo.

Si quieres que tu apostolado sea fecundo y no cansarte en tu acción apostólica, ponte bajo el patrocinio de la Reina de los Apóstoles.

María fue el alma de la primera comunidad cristiana.



4
El  ángel Gabriel, al anunciar a María su embajada celestial, la saludó llamándola "llena de gracia"; María estuvo tan llena de gracia, que no solamente tuvo para sí,  sino también para darnos a nosotros; por algo la Iglesia la llama "Madre de la divina gracia" y " Mediadora de todas las gracias".

Realmente María fue la fuente generosa de la que todos podemos beber el agua de la gracia de Dios. No podemos vivir sin gracia, pues sin la gracia estamos muertos ante Dios y por eso vivir sin la gracia es pretender vivir muerto; es un absurdo.

Acudamos a la fuente que es María y saciaremos nuestra sed de gracia y de vida.

María es Mediadora de todas las gracias, de cuya generosidad todos hemos recibido.




5

Momento a momento la Virgen maría se fue dando a Dios, pues la razón de ser María, el por qué de su existencia fue el ser Madre de Dios, pero precisamente Madre de un Dios Redentor.

Ella pensaba a cada momento en esa su misión corredentora de donación de sí misma para nuestra salvación, porque ella con su Hijo Jesús se entregó por nosotros y por eso nosotros hemos sido salvados.

María fue predestinada desde toda la eternidad para ser Madre de Dios; nosotros fuimos predestinados para ser hijos de Dios por el bautismo.






6

Otra de las bellísimas invocaciones de las letanías lauretanas con las que invocamos a la dulce Virgen María es: "Reina de la Paz".

No solamente porque la paz social nos va a venir por la intercesión de la Virgen María, según ella misma nos prometió en sus apariciones de Fátíma, sino porque la virgen nos da la paz del alma; ella gozó de una auténtica y profunda paz en su alma, porque siempre tuvo a Dios por el amor: la intimidad del alma de María fue tranquila y serena, mansa y pacífica; su Corazón no fue turbado por ninguna turbulencia ni agitación.

¿Quién no quiere gozar de paz, quién no busca la paz exterior e interior? Pero no podemos gozar de paz exterior, sino se la tiene en lo interior;mal se puede vivir en paz con otros, si no se vive en paz consigo.

María vivió integrando la Sagrada Familia de Nazaret donde toda era unión, trabajo y amor.





7
El niño débil, consciente de su debilidad y de sus pocas fuerzas, acude a su padre y a su madre en demanda de auxilio.

Como niños pequeños, carentes de fuerzas en nuestro espíritu, debemos acudir a nuestro Padre Dios y a nuestra Madre del cielo, pidiéndoles fuerzas para permanecer siempre fieles al amor de Dios  y a nuestros principio de fe y de vida.

La oración de María, la plegaria filial y confiada a su Corazón maternal, nos alcanzará la protección liberadora, que nos alejará del pecado y nos hará permanecer fieles a nuestra conciencia, fieles a nuestro Dios.

María fue modelo perfectísimo de caridad: "Yo soy la Madre del amor hermoso".




8

La oración laudatoria o de alabanza y la oración eucarística o de acción de gracias fueron empleadas continuamente por la Virgen de Nazaret con el rezo de los salmos, que a diario brotaban de sus labios, procedentes de su Corazón.

Dos clases de oración, que no debemos olvidar ni descuidar: la oración de la alabanza ofrecida a nuestro Dios uno y trino, al que los ángeles en el cielo entonan el "Santo, Santo, Santo", alabando su divinidad. La creación entera "canta la gloria de Dios, con expresión del salmista.

Y también la oración de acción de gracias, que presenta nuestro reconocimiento y nuestra gratitud por tantos beneficios como estamos recibiendo de continuo,  de su infinita liberalidad.

María merece un culto y veneración especial; no el culto de latría, que es exclusivo de la divinidad, pero se la venera con un culto superior al de todos los santos, llamado de hiperdulía.





9

El hijo que deja pasar todo un día sin hablar con su madre difícilmente puede ser calificado como buen hijo; la Virgen, nuestra buena Madre, está continuamente a nuestro lado, presta siempre a escucharnos y a ayudarnos.

No podemos, pues, dejar dejar pasar un sólo día sin dedicarle algunos minutos de oración para saludarla, conversar con ella, consultarle nuestros problemas, pedirle su ayuda maternal, manifestarle que la amamos profundamente, que nos sentimos sumamente felices de ser sus hijos y prometerle que siempre le seremos fieles.

"María es Madre de la Iglesia, porque es Madre de Jesucristo, Cabeza del Cuerpo Místico" (DP 287).




10

¡ Virgen del silencio, que hizo silencio en su Corazón, para poder escuchar de un modo más perfecto la Palabra de Dios!  El ángel encontró a María retirada en su aposento, en silencio, sin actividad, en profunda oración de contemplación, dejando que el Espíritu Santo obrara en ella.

Parecería que nosotros obramos de modo contrario, hablando siempre, en un activismo siempre, desarrollando intenso dinamismo, viviendo fuera de nosotros, viviendo la vida de los demás y no la nuestra.

Vida de oídos, de lengua, de manos, de pies, de actividad y movimiento; quizás habría que equilibrar todo eso con la vida de silencio, de retiro, de oración y de contemplación.

María lleva paz y unión a los hogares en los que se la invoca con el santo rosario.





11

No pretendamos ir a Jesucristo por un camino distinto del que Él siguió para venir a nosotros; dijo Jesús: "Yo soy el Camino para ir al Padre", María Santísima puede muy bien decir: "Yo soy el camino para ir a  mi Hijo"

María no es el término, es el camino para ir a Jesús; Jesucristo no es el fin definitivo, es Camino para ir al Padre.

Aseguremos la consecución del fin acertando en el camino. "A Jesús por María": este es un lema ampliamente repetido por todos los escritores católicos y este es el camino que siguen los buenos cristianos, para llegar a Dios. No pretendamos nosotros inventar lo que ya está inventado, y nada menos que por Dios.



12

Nadie como la Virgen dolorosa sintió la soledad; así titula la piedad cristiana la situación de María después del entierro de su Hijo Jesús: "La soledad de María Santísima", que veneramos el día del sábado santo.

Va a ser difícil que a lo largo de nuestra vida no experimentemos en algunas ocasiones la soledad, el espacio vacío  a nuestro alrededor;; la incomprensión de parte de las personas que más queremos: Todo eso duele mucho.

No olvidemos que quien tiene a Dios, nunca está solo; "Quien a Dios tiene, nada le falta"; a quien Dios le falta, no tiene nada.

María lleva los hombres a Jesucristo a través de la Iglesia, pues ella es Madre de Jesucristo y de la Iglesia.





13

Si el encuentro con Dios produce felicidad, la búsqueda y el encuentro de la Madre del cielo llenan y satisfacen plenamente nuestro corazón.

Como el encuentro de la madre produce felicidad, la búsqueda y el encuentro de la Madre del cielo llenan y satisfacen plenamente nuestro corazón.

Como el encuentro de la madre y del hijo es causa de felicidad para ambos, el encuentro y el trato del cristiano con la dulce Madre produce honda satisfacción, tanto en ella como el cristiano, su hijo.

¡Y qué alegría tan grande y sostenida se vive cuando uno se siente así tan unido a María por el amor, cuando se sabe que ella es nuestra verdadera madre y nos ama y nos cuida como tal!

María con su presencia en un alma es signo inequívoco de la presencia de Dios en esa misma alma.





14

Toda la hermosura y toda la bondad de María brota de su Corazón. La vida íntima de María se reflejó en su exterior: si sus ojos fueron limpios y puros, fue porque su Corazón fue virginal; si sus obras fueron santas, fue porque su espíritu vivía en santidad.

El cristiano tiene que ser santo y tiene que parecerlo; debe aparecer lo que es en realidad; la falsedad y el fingimiento son anticristianos.

En consecuencia, su mayor esfuerzo deberá orientarse a ser, más que aparecer, si bien no podrá descuidar tampoco al aparecer.

María contribuye con su presencia a formar el reino de Dios, que es reino de justicia, de verdad, de amor y de paz.



17

"Yo soy la Madre del buen Consejo"; estas palabras las pone la Iglesia en labios de la Virgen María; pero, Dios no permita que ella pueda amonestarnos, diciéndonos: "Soy la Madre del buen Consejo y no me pedis mi parecer".

Acertaríamos mucho más en nuestras determinaciones, sería mucho más prudentes nuestras decisiones, si antes de tomarlas consultáramos con nuestra Madre del Cielo.

Cuando una madre aconseja a su hijo, siempre está acertada; pero cuando esa madre es la misma Madre de Dios, estamos absolutamente seguros de estar en la verdad.

María siempre tiene una palabra que decirnos en todo tiempo y circunstancia de nuestra vida.





18

Jesús es la verdad y la vida, y nos olvidamos de ella, no destruimos  la realidad de María, no hacemos que María deje de cumplir su función maternal.

Los que perderemos seremos nosotros; nos veremos privados de luz, de fuerzas, de entusiasmo, del calor del regazo materno, de las bondades del Corazón de nuestra Madre; pero esto será no por culpa de María, sino por responsabilidad nuestra.

Triste la orfandad voluntaria; no conocer a la madre es causa de amarga pena; ¿qué será no quererla reconocer y aceptar?

María quiere iluminar toda nuestra vida con la luz del evangelio.





21

Otra sugestiva invocación a María en sus letanías: ""Espejo de justicia".

María no podía menos de serlo, por ser ella la primera feliz poseedora del reino de Dios, que es un reino de justicia.

La verdad, el amor y la paz son las otras características del reino de Dios y esas características son otros tantos rasgos de María, que, que es Reina de la Verdad, Reina del amor y Reina de la Paz-

Cada uno de nosotros está llamado a construir un mundo nuevo, basado en el evangelio en el que los grandes valores sean siempre la justicia, la verdad, el amor y la paz; cuanto se haga por estos valores, es hacerlo por el reino.

María todo lo vivió desde la perspectiva de la fe.




22

Será muy difícil encontrar un solo documento del magisterio eclesiástico que en una u otra forma nos haga mención a María Santísima y a su obra en la Iglesia. Se la pone como ejemplo y modelo de la Iglesia o se la presenta como el mejor exponente de la verdad o de la realidad teológica que se explica; se la pone ante la consideración de los hijos de Dios como el primer fruto de la redención de Jesucristo.

El auténtico devoto de la Virgen es también no menos sincero y fiel devoto del magisterio de  la Iglesia de donde sabe que le habrá de llegar la verdad, el amor y posesión de Dios.

María es Madre de la Iglesia y por lo mismo es Madre de la familia cristiana, que es una pequeña Iglesia





23

"Madre del amor hermoso" es la Virgen María, todo verdadero amor es hermoso, aun el mero amor humano; pero cuando ese amor humano está iluminado por la luz de la fe y está sostenido por el amor de Dios, la hermosura de ese amor cobra insospechados resplandores. 

María es la Madre de ese amor que ennoblece, eleva y santifica; a ella debemos acudir para conseguir ese amor.

Vive, pues, para amar;  ama y vivirás, y si vives amando, vivirás feliz  y harás felices a cuantos te rodean.


María es llamada bienaventurada, feliz, dichosa, por que poseyó a Dios; ella nos enseña que es posible ser feliz, pues es posible amar a Dios.





24

La razón de la existencia de María Santísima es ser Madre de Dios; si no hubiera sido Madre de Dios, María no habría existido.

Pero María está también para ser guía y la estrella orientadora de la Iglesia de Jesucristo. El Señor Jesús al pie de la cruz encomendó a su Madre Santísima el cuidado de los hombres, el cuidado solícito de su Iglesia.

Por eso maría va delante de la Iglesia como estrella que la guía, como norte y brújula que la orienta, como Madre que llama a sus hijos para llevarlos a Dios.

"María ha estado siempre presente en la Iglesia con su maternal asistencia" (Pablo VI).



25

María es toda Corazón, porque es toda amor; y es toda amor porque es  Madre.

El cristiano es el hombre que vive el amor, vive del amor, vive en el amor  que vive con amor y vive para el amor; el cristiano es la religión de amor.

Por eso el que no entiende así, no ha captado el sentido del cristianismo, de la religión de Jesucristo. Y el cristianismo es la religión del amor, porque Dios es amor y por eso a Dios hay que vivirlo con amor y en el amor.

Cuando más amor pongas en tus cosas y en tus relaciones con los demás, más cristianamente vivirás.

María es amor y nos recuerda que la verdadera alegría es el fruto del Espíritu del amor.




26

La madre se entrega al hijo sin límites y condiciones ni restricciones; María Madre de Jesús, se entregó a  El de esa forma; vivió para él, preocupado por Él y por sus cosas.

Cuando a los doce años lo perdió en el templo sufrió un hondo dolor en su Corazón de Madre.

En tu vida cristiana debes preocuparte de Jesús y de sus intereses; son los hombres a los que pretende salvar; no pierdas tu empeño y tu ilusión de vivir entregado a la obra redentora de Jesucristo. Que nada haya en tu vida que no quede bajo la influencia de Jesucristo, que no sea animado por su Espíritu.

María era Amiga de los Apóstoles, que seguían a Jesús y también lo es de los apóstoles de hoy.





27

María estaba inundada del amor de Dios, pero no lo quiso guardar para ella, sino que quiso enriquecernos con ese amor divino.

Toda la alegría de la Virgen radica en vernos a nosotros llenos del amor de Dios, cuanto más amemos a Dios, mayor será su alegría.

Si debemos amar a Dios para dar gusto a  nuestro Padre celestial también debemos hacerlo para dar gusto a nuestra Madre bondadosa. Hagamos todas las cosas no tanto por un mero sentido del deber, sino principalmente por amor a Dios, para agradar a Dios y a la Santísima Virgen.

María no se encerró en sí misma; vivió para su Hijo y para los seguidores de Él antes y después de la ascensión.



28

María Santísima no pensó en sí misma, sino en sus hijos, que somos, y por eso nuestra salvación aceptó sus dolores y, lo que era para ella más costoso y, le resultaba más doloroso, la vida de su propio Hijo Jesús.

Si pensáramos un poco menos en nosotros mismos y un poco más en los otros, menos en nuestras necesidades  que en las necesidades de los que nos rodean, menos en nuestros dolores y penas, en nuestros gustos y conveniencias, que en lo que vemos en nuestros prójimos, seríamos los salvadores de ellos y merecedores de la vida eterna.

María, como testigo de Jesucristo, nos compromete a ser  luz del mundo y sal de la tierra.





29

María posee corazón maternal infinitamente dilatado y adaptado a  las dimensiones del universo; todos los afanes de la humanidad despiertan más el vivo interés y todas las dificultades personales encuentran una compasiva atención allí.

María interviene con su benevolencia soberana en el régimen del universo con la función por Dios reservada a su maternidad. Busca cómo extender lo más posible la caridad, para que formen sus hijos una comunidad profundamente unida. Impulsa en consecuencia a la Iglesia a progresar sin interrupción en la unidad y a realizar con diaria superación las exigencias del amor fraterno.

María supo que ella se había convertido en la luz de Dios y que la luz está hecha para ser difundida.


MARZO


1
Los santos más devotos de la Virgen han sido los más empeñados en su propia santificación; emplearon la devoción a la Virgen como un estímulo que los empujaba a una mayor perfección de vida.

Para ello trataron de imitar las virtudes de la Santísima Virgen  ya que la celestial Señora fue modelo en todas las circunstancias de la vida.

También nosotros llegaremos a conseguir la santidad de nuestra vida si nos proponemos imitar a la Santísima Virgen en sus virtudes; comencemos a hacerlo hoy mismo, no lo dilatemos más, no lo dejemos para más adelante puede no llegar nunca.

María jamás ha abandonado a quien la haya invocado con amor.



2

Todos tenemos nuestros gustos, a veces no del todo santos, no del todo acordes con los gustos de Dios y de nuestra Madre del cielo.

Cuando la tentación ronda a nuestro alrededor para hacernos caer, cuando en nuestro interior surgen los instintos alborotados, cuando la soberbia, el egoismo, la comodidad pretenden avasallarnos, pensemos que es mucho mejor dar gusto a nuestra Madre Santísima que a nuestros gustos personales.

Y si al final de nuestra vida tenemos la conciencia de que hemos vivido tratando de dar gusto a la Virgen estaremos seguros de nuestra salvación pues los gustos de la Virgen son los gustos de Dios.

María nos espera para ser, junto con Dios, nuestra felicidad eterna.





3

La Virgen fue elevada a la dignidad casi infinita de Madre de  Dios; la elevó así sobre todas las criaturas, porque cuanto más el hombre se acerca a Dios, más se clava sobre sí mismo y nadie más cerca de Dios, que su Madre Santísima.

Todo hombre tiene ansias de ser más y mejor;  algunos ahogan esas ansias no tanto en el orden material, cuanto en el espiritual.

Ojalá pusiéramos en el orden espiritual tanto empeño y afán como ponemos en lo material y temporal.

"María es el comienzo de la nueva creación por el Espíritu, como nueva criatura plasmada por el Espíritu Santo" (LG 56).



4

Toda la comunidad necesita un corazón que la aliente y en la comunidad celestial ese corazón es María; así como no podríamos concebir una comunidad sin corazón; así no podríamos pensar en una comunidad celestial sin María.

Si el Papa Pablo VI la proclamó Estrella de la evangelización, la doctrina teológica la tuvo siempre como Madre de la Iglesia,  y así la proclamó también el mismo Sumo Pontífice.

El sentido comunitario y celestial debe animar todas las obras del cristiano devoto de María y vivir esa interrelación : por María ir a la Iglesia y por la Iglesia ir a María ; al fin y al cabo, donde está María está la Iglesia y en donde está la Iglesia encontramos a María.

María es la realización práctica y perfecta de la palabra de Jesús.






5

La caridad es el amor teologal y la tierra natal del amor es el Corazón de Dios en el cielo y el corazón de las madres en la tierra.

María como Madre de Dios y Madre espiritual de los hombres es, por lo tanto doblemente, expresión de amor; de ahí que después de Dios no podemos suponer a nadie tan bondadoso y lleno de amor como la Santísima Virgen.

El cristiano es también un hombre, que está llamado,  a vivir el amor a Dios y al prójimo,  es decir, el amor teologal o la caridad; no puede, pues,  dejarse superar por nadie en ese amor a Dios y a los hermanos.

María al pronunciar el sí de la nueva anunciación se convierte en la primera evangelizadora.




6

En las diversas circunstancias de la vida se presenta  María como mujer responsable, que asume sobre su conciencia la decisión de las determinaciones que toma.

Recordemos el momento del fiat de la Anunciación, cuando va a Belén para cumplir con la ley del censo, cuando luego huye a Egipto para salvar al Niño, en tantas otras ocasiones.

Todos nosotros nos vemos en nuestra vida frente a situaciones difíciles, que no podemos soslayar; en esos momentos acudamos a la oración,, para pedir las luces que necesitamos y muy en particular pidamos la protección maternal de María, que no nos desoirá.

María nos compromete a evangelizar, es decir,  a instaurar el Reino de Dios aquí y ahora.






7

María Santísima habló muy poco;  escasas son sus palabras, de las que nos queda constancia en el evangelio; pero si no nos animó con sus palabras, sí lo hizo muy elocuentemente con su vida y sus ejemplos.

El testimonio de su vida autenticamente cristianas debe ser la mejor palabra que pronuncies, porque es fuerte y convincente el testimonio de la palabra que habla de Jesucristo, pero no es menos elocuente la palabra del testimonio que, sin hablar, proclama el mensaje evangélico.

Las palabras mueven y los ejemplos arrastran; sé cristiano con tus palabras, pero no lo seas menos con tus ejemplos.

"María pronunció su fiat y a partir de él la humanidad comenzó su retorno a Dios" (MC 28).



8


Hermosa y plena de sugerencias la letra del canto a María, ya ampliamente difundido entre el pueblo devoto: "Ven con nosotros a caminar, Santa María, ven."

Es que hacer camino de la vida solo y sin compañía resulta molesto y pesado, mientras que un buen compañero de viaje ayuda a realizar el camino con más energías y con mayor entusiasmo.

Pero si la que nos acompaña en el camino de la vida es nada menos que la dulce Virgen María, entonces el peregrinar se transforma en algo placentero y atrayente. Por otra parte nadie puede caminar mejor que ella en el camino que nos conduce a Jesús y por Jesús al Padre celestial.

María pronunció su fiat y en él la humanidad la humanidad encontró el camino hacia Dios.




9

La comunión con los hermanos se realiza a través de la comunión de todos en el amor de la Madre y la comunión de los hombres entre sí deberá realizarse en el Corazón de la Madre espiritual de todos los hombres.

Si los hermanos cristianos se hallan divididos entre sí, es la Madre de los cristianos  la que debe conseguirnos la unidad; solamente ella podrá alcanzarnos que cumplamos el proyecto  que el Maestro nos dejó: "Amaos los unos a los otros".

No nos olvidemos que para acercarnos a Dios es preciso acercarnos primero a los hermanos; para comulgar con Dios, previamente hay que comulgar con los hermanos.

María se confiaba en Dios y por eso se sentía la esclava, la servidora de Dios.





10

Si en todo María es modelo de nuestra vida, lo es también en la oración. Tanto la oración de Jesús como la de María se resumen en aquella palabra: fiat, hágase.

María pronuncia su fiat para ser Madre del Dios Redentor.

Perfecta es la oración de María:"Aquí está la humilde esclava del Señor, la servidora del Señor,, para hacer su voluntad"; así tiene que ser nuestra oración: disponernos a acatar la voluntad de Dios, dejar que el Señor desarrolle en nosotros sus planes y los proyectos que Él tiene sobre nuestra vida.

María creyó que el Señor quería hacer de ella, cosas maravillosas.





11

Una mujer alabó por ser la Madre de Jesús, según leemos en el evangelio; pero Jesús rectificó aquella alabanza, puntualizando que, si era dichosa por se su Madre, más dichosa es aún María porque cumplió con entera fidelidad todo lo que Él hablaba y proponía.

Nuestra vida debe acomodarse al espíritu del evangelio; sus máximas y normas son la que deben regir nuestra vida; nuestros criterios han de discurrir por las líneas que nos traza el evangelio. De las cosas, de los acontecimientos, debemos juzgar en la escala de valores que el evangelio nos propone.

María quiere estar presente en nuestros hogares por medio de algún cuadro o imagencita; siempre nos servirá para recordarla.



12

No se puede ver a Dios en el hombre si no hemos llegado a ver en el hombre a Dios; porque al hombre lo podemos ver antropológicamente, pero también lo podemos contemplar teológicamente.

María vio en el ángel al enviado de Dios y sus palabras fueron escuchadas por María como palabras de Dios y por eso su respuesta no fue dirigida tanto al ángel cuánto a Dios, a cuya disposición se puso incondicionalmente.

María venció al demonio y nos ayuda con su protección a que también nosotros  lo venzamos.




13

María Santísima presenció la muerte del Hijo de Dios, pero con una firmísima fe y convicción de que luego resucitaría y viviría. Aquella fe de María sostuvo a los discípulos del Crucificado.

Tú también debes ser ante el mundo el testimonio de la resurrección del Señor, debes ser el convincente testimonio de que Dios vive y actúa en el mundo a través de tu vida.  Dios vive y vive en ti, vive por ti, porque tú lo das a conocer al mundo, que de otra manera podrás pensar que Dios ha muerto y ya actúa en los hombres.

Como María Santísima, confirma a tus hermanos en la fe y en el amor.

María nos enseña lo que ella aprendió al pie de la cruz: que el dolor cristiano es redentor.





14

Cuanto pensaba María era santo, cuanto miraba lo santificaba, cuanto tocaba lo purificaba y hacía bueno; tan santa era ella, que comunicaba la santidad a todo y a todos.

Es que la santidad si es verdadera y profunda, es también contagiosa, por eso cuantos se acercaban  a María se sentían mejores y se santificaban, amaban más a Dios y pensaban más en el cielo.

Aquí tienes u medio sumamente fácil y práctico para llegar a la santidad: piensa siempre en María, vive cerca de ella, cobijándote con confianza en su regazo maternal; obra como siempre obró María,  ama lo que ella amó, vive por lo que ella vivió, sufre como ella sufrió y goza con lo que ella gozó. Que sea tu vida como un calco de la vida de María.

"Madre de América Latina,haz entrado en el corazón  de los fieles; vive en estos corazones" (Juan Pablo II)



15

Nada hay tan fecundo como la virginidad de María. Solemos presentar a la virginidad como algo estéril, como si la esterilidad fuera una característica de la virginidad.  En cambio en María conciliamos la fecundidad maternal con el brillo de su límpida virginidad.

Tu vida a estar consagrada a Dios, al amor de Dios en la plenitud de la entrega de una virginidad espiritual: de Dios, todo de Dios, sólo de Dios, y para siempre de Dios.

Por eso tu entrega debe obligarte a gastarte por tus prójimos, desvivirte por ellos, sufrir por ellos, morir por ellos.

"Madre, ayúdanos a enseñar la verdad que ha anunciado tu Hijo y extender el mandamiento del amor" (Juan Pablo II)



16

Es emocionante leer la confianza y amistad con la que algunos santos tratan a la Santísima Virgen; su advocación a la celestial Señora era tan íntima y tan sincera, que los llevó a penetrar en la intimidad del Corazón de María.

Nuestra  devoción a la dulce Madre del cielo ha de romper los esquemas que nos impiden, o al menos dificultan, , llegar a una relación íntima de amor y de trato con ella; nada debe interponerse entre el Hijo y la Madre, nada puede haber o suceder que impida que el hijo de María la sienta a ella como su Madre, la ame como tal y la trate como tal.

Se dijo que la madre es la mejor amiga de su hijo, que eso suceda y se dé entre la Virgen y nosotros.

Madre de la Cabeza, es también Madre de los miembros del Cuerpo.



17

En algunas estampas se nos presenta a la Virgen María con el pecho resplandeciente y las manos juntas, como guardando la intimidad de su Corazón, el secreto de la presencia de la Trinidad augusta en lo más profundo de su ser, en la recámara tranquila de su virginal Corazón.

María fue el más sagrado templo donde habitaba el Espíritu Santo y con eso te está presentando la manera como debes vivir tu vida; vive su intimidad aun en medio de la agitación de la vida moderna; guarda celosamente la presencia en ti por la gracia y se ha convertido en tu propia vida.

No te olvides nunca de que por la gracia te has convertido en un templo sagrado de la divinidad.

Madre de la Iglesia por el hecho de ser Madre de Dios, por conquista de martirio, por aclamación de sus hijos.





18

Doble es la vertiente que tiene la invocación con la que acudimos a María Santísima al llamarla "Reina de la paz".

La paz, como el amor, es un fruto de nuestra unión con Dios; si San Juan definió a Dios diciendo: "Dios es amor", también podríamos definirlo así: "Dios es paz" La Virgen María es Reina de la paz, como es la Madre del amor"; ella da la paz al alma que a ella acude por la devoción; ella construye la paz en los hogares que la invocan y por ella la sociedad llegará a una paz duradera, porque ella fundamenta la paz en el amor, que es lo único que posibilita la permanencia de la paz.

Madre de Jesús,  que de ella nació como un rayo de luz, que cruza el cristal sin dañarlo y aun iluminándolo.




19

La santidad de San José ha sido una santidad callada, silenciosa, pero íntima en la relación y en la comunicación directa con Jesús y con María; nuestra devoción al santo Patriarca se ha de caracterizar por el afán de imitarlo en ese intimidad.

Campo inexplorado el de las relaciones entre el glorioso y bendito San José y su Esposa virginal, la Inmaculada Virgen maría: la intimidad de sus afectos y de sus conversaciones con ella.

La vida cristiana es vida de acción apostólica, pero esa acción debe brotar de la íntima y profunda comunicación con Dios, de la no interrumpida conversación con las tres divinas Personas, que habitan en nosotros por medio de la gracia.

Madre mesiánica en la que se cumplieron las profecías de las promesas.





20

En la vida de la Virgen hallamos muy pocas cosas extraordinarias o llamativas; María, en Belén y en Nazaret, se santificó en las mil y una cosas de la vida cotidiana de una solícita ama de casa.

Todavía se conserva en nazaret la llamada fuente de la Virgen, a la que ella iría todos los días con el cántaro sobre la cabeza y llevando a Jesús de sus manos, buscando el agua que necesitaba.

No pensemos que nosotros vamos a llegar a la santidad haciendo cosas raras o llamativas, cosas que salgan de lo común o de lo que hacen los que nos rodean. Lo extraordinario no deberá estar en lo que hacemos, sino en el amor conque lo realizamos.

"Madre de la Iglesia, pues no se puede hablar de la Iglesia si no está presente María" (MC 28).





21

Gracias quiero darte buena Madre de Jesús; Gracias quiero darte por la vida de la gracia; gracias, Madre mía, por habernos dado a Cristo, por los hondos beneficios, que nos da la Redención.

Porque Dios habita en mi alma y enriquece mi existencia, por el cielo que yo espero, por la vida de esta tierra. Por poder llamarte Madre y contar con tu socorro. Por confiar en tus bondades, recibir tu protección.

"Madre, tu quisiste a cada hijo en el Corazón de Jesús, aceptaste a cada uno de los miembros de la Iglesia. (Juan Pablo II).



22

Madre mía, gracias por la fe de que gozamos, por la luz de la esperanza, que en la vida nos alienta, por saber que tú eres buena, que eres tierna, que eres Madre, que nos amas y proteges

Madre mía, gracias porque has puesto en nuestra alma el amor a Dios y al hombre, el amor a los que me aman, el amor a los que me odian, pues comprendo que en mi vida todo cobra su sentido por la fuerza del amor.

Madre, despiértanos del cristianismo sin Cristo, del humanismo sin Dios, del Dios sin el hombre.




23

María fue buscando a Jesús durante tres días y lo encontró en el templo; al encontrarlo e interrogarlo por la causa que lo había llevado a quedarse sin si habérselo hecho saber, María no comprendía la conducta de Jesús.

Nosotros no siempre llegaremos a conocer los planes que Dios tiene sobre nosotros. Será ese el momento en el que deberá deberá aflorar nuestra fe; la fe no es tanto comprensión cuanto aceptación de lo que no se comprende y en eso radica el mérito de la fe.

Son muchas las cosas que ignoramos y que Dios nos dará a conocer cuando nos lleve a su cielo; mientras llega el momento, es preciso vivir la oscuridad de la fe, viviéndola con amor y en el amor.

Madre, despiértanos de una caridad sin justicia, de una justicia sin verdad, de una lucha sin perdón.



24

Cuando el Espíritu Santo desciende sobre los apóstoles el día de pentecostés, los encuentra arracimados en torno de María; todos ellos con María eran el racimo, unido y compenetrado por Dios para salvarlo;  eran la espiga integrada por todos aquellos granos destinados a formar la hostia de la eucaristía.

María era el elemento de cohesión, la que apretaba los granos e impedía su disgregación. Hoy como ayer, María sigue siendo elemento de unión; no te alejes de ella y no te alejarás de tus hermanos, seguirás formando ese racimo y esa espiga en que hallarás tu salvación.

Madre, despiértanos de planear sin realizar, de hablar sin vivir, de rezar sin orar.




25

No podemos suponer que el Niño Jesús no tropezara nunca y no cayera en tierra cuando aprendía a dar los primeros pasos. María acudía presurosa a levantarlo y luego lo llevaría de su mano, para sostenerlo y guiarlo.

Cuando ahora ve María que sus hijos caemos en pecado, más por la debilidad que por la mala voluntad, también acude pronto a socorrernos.

Si queremos no volver a caer y acostumbrarnos a caminar en la vida del Señor, vayamos tomados de la mano de María, apoyados en ella, guiados por su espíritu, alentados por su amor, animados por su mirada, sostenidos por su compañía, tranquilizados por su devoción.

Madre, implora el perdón para las madres que rechazaron a sus hijos antes de mirarlos a los ojos.




26

Dicen que el apóstol San Juan en su ancianidad no hacía sino  repetir a sus discípulos el precepto del Maestro: "Amaos los unos a los otros"; podemos imaginar que la Madre de Jesús en sus continuas conversaciones y exhortaciones no haría sino repetir a los apóstoles y primeros discípulos la primera enseñanza de Jesús: el amor.

Y así aprendieron esa lección, a amarse unos a otros, y así comenzaron a formar la Iglesia de Jesucristo.

Así debemos hacer también los discípulos de hoy, debemos aprender a amarnos, a hacer la Iglesia amándonos, a vivir el evangelio amándonos, porque hoy también la madre de Jesús nos sigue dictando la misma lección de amor.

Madre de los vivientes que, para conseguir la paz, todos defendamos la vida.



27


Ninguna realidad puede causar en nosotros una alegría tan sentida y tan duradera,  como la de sabernos hijos de Dios e hijos de María, saber que no somos huérfanos, sino que en el cielo tenemos un Padre, que es Dios y una Madre, que es María.

El recuerdo de la madre siempre  es tranquilizador y sedante; pero cuando esa madre es María, la paz inunda nuestra alma, la sonrisa aflora a nuestros labios, la alegría penetra en nuestra vida.

Piensa, pues, con frecuencia en María, tenla presente en todos los momentos de tu vida, invócala sobre todo en los momentos más difíciles y comprometidos; acude a ella en las tentaciones. Si vas con ella, no te desviarás.

Madre de Dios, ¡salve! Nadie podrá saludarte nunca de un modo más estupendo que como la hizo un día el arcángel: "Salve, María, llena de gracia,"





28

Nada hay más agradable a una madre que hablarle de su hijo y nada podemos ofrecer a la Santísima Virgen que más le agrade que hablar de su Hijo Jesús, darlo a conocer a todos los hombres, predicar y proclamar su evangelio, transmitor su mensaje de salvación.

No digas que amas a la Virgen si no das a conocer a Jesucristo, si tus palabras pocas veces lo mencionan, si en tus conversaciones pocas veces es el tema de las mismas; no digas que amas a la Virgen si no amas a Jesús, pues conoces muy bien que si vamos a María, es para llegar a Jesús.

"Madre, he ahí a tu hijo; en aquel te ha confiado a cada hombre, te ha confiado a todos " (Juan Pablo II).




29

El Ángel en Nazaret encontró a María leyendo la palabra de Dios, rezando los salmos; María leía la palabra de Dios, rezando los salmos; María leía la palabra de Dios, penetraba su sentido y lo conservaba en su corazón.

La palabra de Dios nos habla, nos cuestiona, nos exige, nos ubica, nos alienta; es preciso leerla con frecuencia, meditarla con detención, vivirla con fidelidad.

En la oración nosotros hablamos de Dios, en la lectura de la Biblia Dios nos habla a nosotros; si lo primero es importante, lo segundo es necesario; lo que nosotros podamos decirle a Dios, Él ya lo conoce; lo que Dios nos tiene que decir, siempre es nuevo para nosotros.

Madre, en aquellas tan sencillas palabras: He aquí la  sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra, has encontrado todo el programa de vida" (Juan Pablo II).





30


Santa María de los colores, de esos colores que se desfleca la gracia, porque la gracia es vida y es color y dinamismo y resplandor y alegría y claridad.

Santa María de los colores y de las flores y de la aurora y del plumaje de las aves y de la limpieza del alma y de la blancura de la pureza y del dorado del amor.

¡Qué distinto vivir la vida en blanco y negro en la monotonía de un pasar los días sin ilusión, o vivir la vida en tecnicolor, con brillo, con claridad, con ilusión, con ideal, con amor!,

Madre, ayúdame a confirmar a nuestros hermanos en la fe.



31


Madre, no permitas que me desoriente en mi camino; no dejes que el cansancio se apoderé de mí con exceso, de suerte que me detenga, sin adelantar.

Que tampoco me deslumbre el paisaje del camino y me haga olvidar el término y la meta a donde me dirijo.

Madre,  que camine siempre con la vista levantada y clavada en la meta final, que es la posesión de tu Hijo Jesús, sin desviarme a la derecha o izquierda, respondiendo siempre a las exigencias del amor de Dios y del amor a los hermanos.

"Madre, perseveras de manera admirable en el misterio de Jesucristo, porque estás siempre dondequiera están  los hombres tus hermanos, dondequiera está la Iglesia.







ABRIL






1

Si Cristo es la luz, María es el espejo que refleja fielmente es luz. 

María es la más semejante a Jesús, la más perfecta imagen de Hija de Dios en cuya contemplación el Padre se complace graciosamente.

San Pablo nos dice que todos los cristianos estamos llamados a hacernos semejantes a Jesucristo; nadie más semejante a Él que su propia Madre.

Luego, esforzándonos en asemejarnos a María, nos estamos acercando a la semejanza con Jesús: La Madre imprime  sus rasgos en el hijo; dejemos que la Madre del cielo realice en nosotros esa función maternal, que nos haga cada vez más semejantes a Jesús   por la gracia y las virtudes. 

Madre de América Latina, que con tu amor creas, conservas, acrecientas espacios de cercanía entre tus hijos" (Juan Pablo II)





2

Cuando los santos, grandes devotos de la virgen, se ponían en comunicación con la celestial Señora por medio de la oración y la contemplación, caía en éxtasis y algunos llegaron a desmayarse por la intensidad de la emoción que experimentaron, por la felicidad tan sentida que se apoderó de su espíritu.

Nada hace tan feliz al buen hijo como el abrazo de su madre.

Es preciso que nuestras relaciones personales con nuestra tierna Madre del cielo sean íntimas y sinceras, pero también de una ternura y confianza como sólo ellas nos pueden inspirar.

Si queremos que la más límpida felicidad se apodere de nuestra vida, vivamos filialmente y cariñosamente nuestras relaciones con María.

María, nosotros deseamos perseverar en la oración contigo.





3

Al corazón de María se le puede representar en llamas; este simbolismo representa y nos recuerda el amor divino en que se vio envuelto su maternal Corazón y el amor a los hombres, que tanto nos hace sentir. 

En realidad es imposible poder llegar a comprender lo inmenso del amor de la Virgen a Dios; solamente ella pudo amarlo tanto, pues solamente ella pudo amarlo con amor de Madre, de hija predilecta y de Esposa fidelísima.

El amor hace semejantes a los se aman; ama a Dios, ámalo intensamente, y Él irá acercándote a Él , santificándote, elevándote, purificándote de todas las escorias de la humana naturaleza.

Madre, enséñanos y ayúdanos a ser fieles dispensadores de los grandes misterios de Dios.






4

La luz del Espíritu Santo desciende sobre Isabel, quien,  inspirada e iluminada por aquella luz, prorrumpe  en aquella su bienaventuranza sobre la Virgen María. "Bienaventurada tú porque has creído".

La fe de María fue heroica; todo lo que veía contrariaba a lo que oía; sin embargo creyó en lo que oía. Veía en su hijo un niño tierno e indefenso y ella creía que era Dios; más adelante lo vio crucificado y muerto,  vencido y sepultado,  sin embargo, ella creyó en su triunfo y resurrección.

Con frecuencia en nuestra vida las cosas nos ocultan a Dios; nosotros debemos saber descubrir a Dios en esas mismas cosas, descubrir la luz en todos los rincones en los que se agazapan las tinieblas.

"Madre, despierta a las jóvenes generaciones a la disponibilidad, al exclusivo servicio. Implora para nosotros abundantes vocaciones locales al sacerdocio y a la vida consagrada" (Juan Pablo II).




5

A la Virgen María se le aplican aquellas palabras de la Biblia: "Yo duermo, pero mi corazón vigila"; es que María no interrumpió su trato amoroso con Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu  en ningún momento del día, y era tan fuerte e intensa su íntima unión con Dios, que no se interrumpía, ni aflojaba ni aun con el sueño y el descanso.

Las cosas de la vida, las ocupaciones diarias, los trabajos, los problemas que debemos enfrentar, nada debe separarnos de Dios, nada debe cortar la corriente del afecto y presencia, que se establece entre Dios y nosotros.

San Pablo afirmó que nada ni nadie era capaz de separarlo del amor a Cristo. ¿Podrás tú afirmar lo mismo?

"Madre, ayúdanos a enseñar la verdad que tu hijo ha anunciado y a extender el amor, que es el principal mandamiento y el primer fruto del Espíritu Santo" (Juan Pablo II).





6


María vio a su Hijo aclamado por las multitudes, y creyó en Él. Lo vio realizar los grandes milagros y señales de su vida pública, y creyó en Él. Conoció a Lázaro resucitado por Jesús y creyó en Jesús; supo de resurrección del hijo de la viuda de Naim, los apóstoles le contaron la curación de los leprosos, la multiplicación de los panes, la calma de la tempestad y cien otras cosas, y María creyó en Jesús.

Pero María supo que su Hijo era perseguido y creyó en Él; supo que había sido tomado preso y flagelado y condenado a muerte, y creyó en Él y lo vio luego crucificado y muerto, , también creyó en Él.

Cree en Dios, en el amor de Dios, y cree cuando las cosas te salgan bien y cuando te salgan mal, en las buenas y en las malas; nada te haga dudar del amor de Dios.

Madre, que sepamos servir a la Iglesia en la verdad y la justicia.




7

María Virgen y modelo de perenne juventud; María Inmaculada, ideal de la juventud; María llena de gracia, estímulo y fuerza para la juventud.

No importan las canas, ni las arrugas del rostro, ni los años que se acumulan, siempre que se conserve el ánimo, el optimismo, el entusiasmo, la vitalidad del alma, el deseo de hacer algo por Dios y por los demás; siempre que se comience cada nuevo día con el deseo y la resolución de ser un poco mejores, de amar un poco más, de servir mejor a los demás, de extender algo más el reino de Dios.

María, acepta nuestra prontitud para servir sin reserva la causa de tu Hijo, la causa del evangelio y la causa de la paz.

"Madre de todos los hombres, el gran cuidado de María es que los cristianos tengan vida abundante y lleguen a la madurez de la plenitud de Jesucristo" (DP 288).




10

La gloria de María consiste en que los hombres podemos conseguir nuestra felicidad eterna por ella; su misión consistió en pensar en nosotros, sufrir por nosotros, para que nosotros no nos perdiéramos, sino que alcanzáramos la eterna felicidad.

A imitación de nuestra excelsa Madre, sus hijos debemos pensar en los demás, preocuparnos por los demás. Ejercer la acción apostólica, que nos impulsa a vencer nuestra comodidad, nuestra pereza, nuestro dolor farniente y acercarnos a la vida de los demás, no para molestar, no por curiosidad, sino para brindarles la salvación y la felicidad.

María educadora de la fe, cuida de que el evangelio nos penetre, conforme nuestra vida diaria y produzca frutos de santidad" (DP 290).




11

El cuadro que nos representa Jesús en la cima del calvario, muriendo por nosotros y a pocos metros de la cruz a la Virgen dolorosa, sufriendo también por nosotros, nos manifiesta la línea que debe seguir también nuestra vida como cristianos.

La vida se nos ha dado para morir por un ideal y ningún ideal tan ennoblecedor que merezca tanto vivir y morir por él como Dios;  ese Dios que vivió y murió por nosotros y que nos pide que nosotros vivamos y muramos por Él.

Amor con amor se paga; si Dios nos amó infinitamente, justo es que nosotros lo amemos a Ël cuanto somos capaces de amar. Al pie de un crucifijo puedes poner estas dos preguntas: ¿Qué ha hecho Él por mí ¿Qué debo hacer yo por Él?

"Madre, despierta en nosotros el corazón filial, que duerme en cada hombre y llévanos a desarrollar la vida del bautismo por el cual fuimos hechos hijos" (DP 294)





12

La amistad  con Dios y con la Virgen: un tema del que poco se escribe, pero se lee, en el que poco se medita y que en consecuencia poco se vive; se piensa que es casi una falta de respeto creer puede ser nuestro amigo y considerar y sentir a la Virgen María como nuestra mejor amiga.

Los sentimientos de una verdadera y purísima amistad se los debemos ofrecer a Jesús y a la Virgen, el modo amistoso de tratarlos con sencillez y confianza,  seguros de que esto es lo que a ellos agrada y espera de nosotros.

Madre, Dios nos ha encomendado a tus cuidados maternales; cumple tu oficio con nosotros y preservarnos  de todo mal, sobre todo de nuestra condenación.






13

Y otra vez con las letanías en aquella invocación: " Virgen prudentísima": María mostró su prudencia al analizar la propuesta del ángel antes de aceptarla; al cuidar al Niño Jesús, apartándolo de todo peligro, aunque para ello tuviera que huir a Egipto; al no aparecer en público durante la predicación de Jesús, para no obstaculizar su obra.

La virtud de la prudencia es la que regula todas las demás virtudes, que,  si no se viven conforme a la prudencia, dejan de ser virtudes. La prudencia nos señala el cómo, dónde y cuándo se deben realizar las cosas; antes de obrar hay que pensar; no pensemos después de haber obrado, para analizar si hemos obrado bien.

María, no permitas de que nunca me olvide de que soy tu hijo y haz que siempre me porte como corresponde a un hijo tuyo.




14

El Papa Juan Pablo II ha seguido la mente de Pablo VI al llamr a la Virgen "Estrella de la evangelización"; porque el trabajo apostólico de evangelizar necesita una luz que oriente y que ilumine el camino a recorrer.

Si evangelizar es dar a conocer a Jesús, María fue la primera evangelizadora, pues ella lo mostró a los pastores de Belén, a los magos de oriente, a los Apóstoles y primeros discípulos de Jesús; ella recorre ahora el mundo, acompañando a los misioneros del evangelio, dándoles fuerza y entusiasmo, concediéndoles hasta hasta las fuerzas físicas que necesitan.

Siempre María presidiendo el trabajo de evangelización de la Iglesia; siempre María animando las comunidades cristianas; siempre los cristianos acudiendo a María, confiando a María, siendo ayudados por María.

Madre, no permitas que nunca me olvide de ti, pero si _que Dios no permita_ llegara a olvidarme de ti, aun entonces tú no te olvides de mí.



15

A ninguna criatura ha querido Dios tanto como a su propia Madre y sin embargo ninguna criatura ha sufrido tanto como ella.

Es que quizá no pueda darse un error tan grande y tan pernicioso como el pensar que el dolor es un castigo de Dios;  nada más erróneo.

Dios permite que sufran las almas que más ama para que ese dolor se convierta en redentor de la humanidad pecadora y rebelde,  porque ningún dolor redime y purifica tanto como el dolor de un inocente, del que ama porque sufre y sufre porque ama.

Más  aún: si cuando se sufre se pone una gota de amor en el sufrimiento, éste deja de serlo y se convierte en fuente de paz; entonces la serenidad y la paz, se apoderan del alma.

Madre amable, enséñanos el mérito de sufrir por Dios con amor.





16

La página del evangelio que nos refiere la pérdida del Niño Jesús y la subsiguiente búsqueda de su Madre, hasta encontrarlo en el templo, nos está dando las pautas para nuestra búsqueda de Dios.

El hombre es el eterno peregrino que se dirige a Dios, sintiendo su necesidad, buscando su presencia, anhelando su posesión, añorando su amor; ese eterno peregrino da sus pasos vacilantes y cansados, pero siempre ordenados a la búsqueda del Señor. El caminante se apoya en un báculo, que le facilita el caminar; el báculo del cristiano peregrinante hacia la patria celestial ha de ser María; si en ella te apoyas, no caerás; si el ella confías, no te desalentarás; si ella te acompaña, no te perderás.

Madre de Dios, fuiste el sostén de Dios; sé también ahora mi apoyo seguro.





17

En el trabajo y esfuerzo por conocer mis defectos me va a ayudar mucho la humilde Virgen María, que no tuvo ningún defecto ni  imperfección, pero como es Madre, entiende muy bien a sus hijos y se mueve a ayudarlos, cuando los ve defectuosos, ayudarlos a corregirse de sus defectos y alcanzar la perfección cristiana.

Madre de los hombres, ayúdame a llegar a la santidad.






18

No son muchos los cristianos que han estudiado la fe en su profundidad, la teología de la fe, y así han llegado a convencerse de que cuando la fe es auténtica y llega a su perfección se convierte en amor.

El que ama de veras, llega a la perfección de la fe y el que cree de veras, termina amando con generosidad.

Si la Virgen María fue perfecta en su fe,  si fue la Virgen creyente por excelencia, se debió a que María amó con toda la fuerza de su naturaleza, con todos los latidos de su corazón.

Si no tienes suficiente espíritu de fe, examina cómo va tu amor y si no amas cuanto debes amar, analiza si tu fe es teologal; la fe y el amor son son hermana y hermano, que siempre van de la mano.

Madre que buscas nuestra salvación, que mi fe llegue a convertirse en amor, para que mi amor ilumine mi fe.




19

Aunque la Virgen Inmaculada fue santa y perfecta ya desde el primer instante de su existir; santa más que todos los santos juntos ya en el primer instante de su vida, sin embargo pudo ir creciendo y creció de hecho en la gracia y santidad momento tras momento.

La gracia va aumentando la virtud y potencialidad del alma de suerte que cuanta más gracia se tiene, mayor capacidad de receptibilidad se adquiere; por eso María, a pesar de su plenitud de gracia ya inicial, pudo aumentar más y más ese caudal de santidad.

No basta que tengas la gracia, que vivas en gracia; es preciso que vayas aumentando en ti la intensidad de la gracia, de la vida de la gracia.

María que sufriste por nosotros, haz que crezca en mí más y más el amor de Dios.





20

El mundo no se fijó en María; la sociedad de su tiempo no la tuvo en cuenta; María pasó inadvertida entre las mujeres de su tiempo; hasta que surgió la Iglesia.

María era la criatura más excelsa salida de la mano de Dios, después de la humanidad de Jesucristo; sin embargo en Belén nadie le dio albergue, ni la atendió en el delicado momento de su maternidad, y en Nazaret fue una de tantas mujeres,  de las más sencillas y humildes, ni nadie se detuvo a mirarla ni admirar sus virtudes.

No te llame la atención ni te extrañes de que no se reconozcan tus méritos, ni tu capacidad y talentos; preocúpate más bien de que sea Dios el que vea tus tus acciones, el que penetre tus intenciones, el que tenga patente el fondo de tu corazón.

Madre que nos has dado a luz en la gracias de Cristo, sigue formando en nosotros a ese Jesús, que es el Salvador.





21

Caminemos de la mando de María, tomados todos, unidas nuestras manos, pero tomados todos de la mano de María, que es mano suave y tierna como mano de la Virgen, pero es también fuerte y sostenida como mano de Madre.

Si no  nos soltamos de la mano de María no nos perderemos; María no nos suelta nunca, somos nosotros los que nos desprendemos y es entonces cuando ella lo siente profundamente y nos sigue con su mirada triste, porque al alejarnos de ella, nos estamos alejando de ella, nos estamos alejando de Dios

Pero si al alejarnos de Dios hemos comenzado alejándonos primero de María, nunca volveremos a Dios sin antes volver a María.

María de la divina gracia, que no llegue yo nunca a perderla, que la conserve como el más rico tesoro.





22

Los santos llegan a afirmar que cuando Dios asoció a María a la obra de la redención , reservó para ella el ejercicio de la misericordia y aun hay algún santo que llega a afirmar que, cuando Dios tiene que ejercer su justicia, María se retira del juicio, para no ver el castigo de uno de sus hijos.

Esto es una forma de exponer el hecho de que como María es Madre y lo propio de la madre es la bondad, la misericordia y el perdón, maría siempre nos trasmite el perdón de Dios y cuando la misericordia de Dios se derrama sobre nosotros, está presente María y por ella llega a nosotros esa divina misericordia.

Madre dolorosa, Simeón te profetizó: "Una espada atravesará tu alma"; que no sea yo quien te clave esa espada por mi pecado.






23

Si Jesús nos manda a amar al prójimo como Él nos ha amado, el devoto de la Virgen deberá también a amar a su prójimo, como María lo ha amado.

No bastará, pues cumplir el precepto amando simplemente; ; es preciso llegar a amar como nos amó y nos ama la Santísima Virgen María, con la misma pureza de sentimientos, con la misma sinceridad de afectos, con la misma ternura de amor.

¡Cómo cambiaría el mundo si obráramos así! ¡Cómo ayudaríamos nosotros a que ese cambio se realizara por María! Nuestra es la responsabilidad, nuestra la obligación. María no obrará ella sola, sino a través de nosotros, transmisores del espíritu mariano.

María del buen consejo, guíanos en la vida y danos a conocer la voluntad de Dios.





24

Cuando hablamos del mundo, ordinariamente hablamos de la humanidad, de los hombres, y cuando invocamos a María como Reina del mundo, la estamos llamando Reina y Señora de todos los hombres, sea cuales fueren las circunstancias que loe existencializan , que los hacen historia.

María se preocupa de todas esas circunstancias, que afectan a sus hijos, los hombres redimidos; así María sufre con los que sufren, trabaja con los que trabajan, se angustia con los oprimidos, protege a los enfermos, los ancianos y los huérfanos, goza con los que se sienten felices, camina con los que peregrina y caminantes, está al lado de los moribundos y recibe a los niños que vienen a este mundo.

Madre y maestra, no te apartes de mi lado en ningún momento de la vida, pero sobre todo en la hora de la muerte.





25

La misión profética de la Madre de Jesús no consistió solamente en traerlo físicamente a este mundo, sino en mostrar su verdadero espíritu, aquel espíritu de Cristo, que Él imprimió fuertemente y con exquisitez en el alma de su Madre.

La misión profética, que que por el bautismo ha descendido sobre todo cristiano, debe cumplirse hacia afuera, después de haberla grabado interiormente en nuestro espíritu; el cristiano profeta debe compenetrarse del mensaje que debe profetizar, proclamar, transmitir.

Y una vez que ese mensaje se ha hecho carne en su espíritu y en su vida, la profecía kerigmática sale en sus palabras, en sus obras y en su vida.

Madre de la Iglesia, que yo cobre conciencia de que debo hacer Iglesia allí donde Dios me ha puesto.







26

Amor y perdón son ecos del corazón y de todas las madres y ya podemos suponer qué eco tendrán en el Corazón de la más amante de todas las madres.

El Corazón de María es el más semejante al Corazón de Dios y es el Corazón más tierno que ninguna de las madres pudo jamás soñar.

Por eso,  participando el Corazón de María del Corazón de Dios y del corazón de las madres, en su Corazón de Madre de Dios y Madre de los hombres, siempre hallan eco el amor y el perdón, por lo que siempre que necesitamos conseguir perdón o aumentar el amor,  acudamos al Corazón de María y lo conseguiremos.

Madre y Reina de los cielos y tierra,  que participe yo de la bondad de tu Corazón.




27

Dios hizo a María superior en grado inmenso a todas las criaturas, pero María no es divinidad; es humana como nosotros; tiene nuestra misma naturaleza.

Es verdad que Dios la hizo maravillosamente hermosa, santa y sublime, para que ella pudiera ayudarnos, ; pero la hizo humana, para que pudiera comprender mejor a los hermanos y mejor pudiera compadecerse de nosotros, consolarnos cuando cuando nos vea tristes, alentarnos cuando nos vea decaídos, levantarnos cuando estemos en pecado, llevarnos a Dios cuando estemos alejados de Él.

Todo esto debe producir en ti sentimientos de una ilimitada confianza en María sabiendo que jamás se ha oído decir que ninguno haya acudido a su protección sin haber sido socorrido.

Madre llena de bondad, sea yo el objeto de esa su bondad maternal.





28

María Santísima nunca fue tentada por el demonio; su perfección, su adhesión a Dios fue tan fuerte  e inamovible, que no puede ni siquiera sufrir la posibilidad de separarse de Dios.

Pero ella comprende muy bien a sus hijos, que somos tentados, solicitados al mal, impulsados al pecado; comprende nuestra debilidad y sabe que con frecuencia sufrimos caídas y no permanecemos en nuestros buenos propósitos; nos comprende, nos ayuda nos mueve a volver a Dios, a vencer la tentación, a dominar nuestras pasiones e instintos,  a contrariar nuestras malas inclinaciones.

No hay afirmación que los santos devotos de María repitan con mayor frecuencia;  la invocación de María es el mejor medio para vencer las tentaciones y no caer en pecado.

Madre del pecador arrepentido, llena mi alma de dolor por haber ofendido a Dios.








29

Haz lo que puedas y luego pídele a la Virgen que te ayude a realizar lo que tú solo no puedes hacer; o si quieres, pídele que haga ella lo que no alcanzas a realizar, pues siempre ella podrá hacer siempre ella lo hará mejor de lo que tú lo habrías podido hacer.

Pero no olvides que estás obligado no solamente a hacer lo que puedas,  sino que también estás seriamente obligado a hacer eso,  pero del mejor modo posible. Es lo que decimos cuando expresamos que estamos obligados a tender a la perfección, es decir: estamos obligados a hacer bien las cosas, pero a hacerlas del mejor modo que podamos hacerlas; no nos quedemos en la imperfección.

Madre del que busca la fe, haz que la encuentre y que viva de ella.







30

Cuando el Verbo de Dios se encarnó en el purísimo seno de la Virgen María, ella quedó constituida en Madre, pero el bendito San José ignoraba aquel misterio, realizado en su esposa.

María amaba entrañablemente a su esposo y, al verlo sufrir por la duda y la ignorancia, sufría ella intensamente; sin embargo María guardó silencio, no le reveló su secreto,  dejó que Dios mismo se lo diera a conocer, como así sucedió.

Guardar silencio, conservar un secreto, puede en ocasiones resultar heroico, pero necesario.  Callar no siempre es fácil, pero en ocasiones resultará muy conveniente y aun necesario.

Madre del Redentor, que en tu silencioso dolor al pie de la cruz nos redimiste junto con tu Hijo Jesús, que sepa yo aprovecharme de tu dolor.






MAYO










DÍA DEL TRABADOR



1
San José ha sido declarado por la Iglesia, patrono de todos los obreros, de todos cuantos trabajan con sus manos.

Es que en la Sagrada Familia de Nazaret todos trabajaban con sus manso: San José en su taller de carpintería, Jesús como su ayudante y María como ama de casa en las tareas domésticas.

No consideres el trabajo como un castigo,  sino como un medio que Dios pone a tu alcance para perfeccionar el mundo; el estudio y el trabajo son los dos medios principales de que dispones; pero no trabajes sólo, deja que te acompañe María, para que ella eleve tu trabajo y lo oriente a Dios.

Madre del pueblo de Dios, que peregrina hacia la casa del Padre, no permitas que tu Iglesia se desoriente en su camino.





2

Las diferencias que puedan existir entre los hermanos,  nadie mejor que la Madre las puede suavizar y aun hacer desparecer.

Si los cristianos no hemos logrado aún la unida que nos pide el evangelio y hasta el mundo no creyente reclama de nosotros, es porque no hemos tratado de unirnos común de todos.

Alguien osó afirmar que la Virgen es la que nos separa de nuestros hermanos protestantes; nada más erróneo: solamente cuando ellos y nosotros aceptemos a María, acudamos a María, amemos a María, llegaremos a conseguir la unidad; cuanto hagamos por difundir el amor y la devoción a María e trabajar por la unidad.

Madre y Virgen, que engendraste al Creador, sé tú el punto de unión de Dios y del hombre y de todos los hombres entre sí.





3


A Jesús el Maestro le agradó presentarse como el Buen Pastor, que se preocupa por sus ovejas, se desvela y aun muere por ellas.

La piedad cristiana acostumbró también representar a la Virgen María como la divina Pastora, porque ellas también se preocupa por todos los cristianos, que somos el rebaño de Jesucristo.

Deja que la divina Pastora te cuide, busque y proporcione el alimento espiritual que necesitas, deje que vele por ti y te defienda de los lobos de tus enemigos espirituales; no te alejes de ella, de su protección, incluso no está mal que aspires a ser una de las ovejas regalonas de la divina Pastora.

¿Sabes como podes llegar a serlo? Amándola más que los demás.

Madre piados, cuida de mi alma y apártala de todo peligro.




4

Madre mía, tu que estabas al pie de la cruz con un dolor tan inmenso, no te olvides de mí; yo me acerco a ti con el más lúcido amor y la más secreta piedad y te doy gracias, dulce Señora del dolor sin llanto, porque nos has dejado el mejor aliento y consuelo para las horas de sequedad y la aridez del espíritu.

Yo me llegó a ti, Madre, con mi razón no turbada, segura de que tú posarás sobre mí los tranquilos luceros de tus ojos.

Nada más sedante para las penas del alma que la mirada tierna y compasiva de María; por algo te pedimos en la Salve; "Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos",

Madre de misericordia, no te olvides de que somos tuyos.





5

"No te pido, Madre, el don de lágrimas, que es angustia disuelta ya en consuelo; ya que hay también un dolor de pensamiento, que tiene una más clara de austeridad.

" Yo te pido esas claras ideas de mi indignidad, que son como las lentas lágrimas interiores del alma"

"Mi corazón, Madre, es un vaso frágil y pequeño y no caben el él las cosas infinitas. Mi corazón está sucio y cansado de tanto amar las cosas; no me sirve para sentir tu angustia callada; para tu angustia, Señora, quiero reservar la intacta y serena amplitud de  mi pensamiento" (José María Permán)




6

"Ciertamente cumplió Santa María con toda perfección la voluntad del Padre y por esto es más importante su condición de discípula de Cristo, que la de Madre de Cristo, que por ser Madre de Cristo.

"Por esto María fue bienaventurada, porque antes de dar a luz a su Maestro, lo llevó en su seno; llevó en su seno el Cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo.

"Cristo es la verdad, Cristo tuvo un cuerpo; en la mente de María estuvo Cristo, la verdad; en su seno estuvo Cristo hecho carne" (San Agustín)

Madre, espejo de todas las virtudes, que sepa mirarme en ti, para imitarte.





7

El amor que María tuvo a Dios fue un amor verdaderamente perfecto,porque amó a Dios con toda su intensidad y esa intensidad llegó a tal grado que nunca jamás ningún ser creado pudo ni de lejos igualar.

Ella sola fue la que cumplió al pie de la letra el precepto de amar a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas, con toda la mente y con toda el alma.

La medida de nuestro amor a Dios la dará el hecho de amarlo sin medida, sin límites, sin restricciones ni excepciones de ninguna clase.

Como afirma san Pablo, nada nos podrá separar del amor de Cristo: ni el hambre, ni la persecución, ni la muerte ni ninguna otra cosa; siempre estaremos unidos a Él con los vínculos de la caridad.

Madre de la que hemos recibido el fruto de la vida, que no perdamos esa vida.




8


San Pedro cayó en el pecado de 
negar al Maestro; pero luego consiguió el arrepentimiento y tras el arrepentimiento alcanzó el perdón.

No nos cuesta mucho el imaginar que San Pedro acudió a la Madre de Jesús, para que ella le alcanzara el perdón de su divino Hijo y tampoco nos cuesta imaginar el afecto y la ternura conque fue recibido el apóstol pecador, arrepentido y lloroso.

Ese y no otro debe ser el camino que nosotros debemos seguir, si en alguna oportunidad caemos en pecado; no debemos desesperar del perdón, pues conocemos las entrañas de misericordia con que Dios nos espera, pero haremos muy bien en acudir a la Madre del perdón, para que sea ella la que nos presente al divino Redentor.

Madre del amor, suscita en nosotros el arrepentimiento sincero de nuestras culpas.






9

Bastantes veces se representa a María teniendo a su Hijo Jesús de pie en sus rodillas y mostrándolo así al mundo.

Es como si ella dijera a los hombres: "Aquí tenéis a mi Hijo, que es vuestro Salvador, el único que os puede librar del pecado, que es la causa de todos vuestros males, acudid a Él, a fin de que Él os conceda la salvación, que en vano buscáis en otras fuentes".

Despreocuparse de Cristo es renunciar a conseguir todos esos bienes.

Buscando en otro que no sea Cristo, es condenarse voluntariamente al fracaso más doloroso.

Madre y Señora de toda la creación, preséntala al Padre, para que la salve.






10

El hecho de haber aceptado María a Cristo la llevó a una vida pobre y humilde, llena de privaciones a aceptar el dolor que suponía el ser la Madre del Crucificado.

María conoció con toda claridad que si era la Madre de Dios, sería la Madre de Dios-Redentor con todo lo que eso suponía de dolor, humillación y muerte.

Por la fe nosotros aceptamos a Cristo, pero debemos cobrar conciencia de que Cristo supone para nosotros sacrificios personales muy dolorosas, negaciones de nuestros gustos y conveniencias, humillaciones muy sentidas, muerte y renuncia a todo lo que no sea Dios.

Si nos abrazamos con Cristo, abracémonos con la cruz de Cristo.

Madre que eres la omnipotencia suplicante, ruega por nosotros al Padre.




11

Todos los actos de la vida de la Virgen estuvieron orientados hacia Dios, todo lo hace por su Hijo y para su Hijo; pero como su Hijo era Dios, todo en su vida terminaba en Dios, así como todo en ella empezaba en Dios.

Quizá deba ser estos motivos de nuestra reflexión; quizá no sea siempre Dios el móvil de nuestros actos y quizá no todo lo que hacemos halle su explicación en Dios.
Sin embargo, sabemos que todo cuanto no hagamos por Dios es perdido y no tiene mérito para la vida eterna; cuanto hagamos en esta vida debe tener su proyección en la vida eterna, ya que esta vida terrena no tiene sentido en sí misma, sino en cuanto es preparación para la vida definitiva.
                                                 
                                 
Madre, cuyo ruego poderoso 
es gracia y bendición,
 ruega por nosotros.





12

Cuando leemos el evangelio, descubrimos la presencia de María precisamente en el silencio de su ausencia.

Pocas páginas evangélicas nos muestran a María explícitamente, pocas la nombran, pocas nos la presentan actuando; pero sin dificultad la descubrimos entre líneas

Es imposible no descubrir a María respaldando en todo a Jesús, pero sin aparecer ella; quedando en la penumbra, pero influenciando, silenciando pero orientando; no dándose a conocer, pero colaborando siempre en la acción.

Madre de Cristo, el Hijo de Dios, que siempre colaboremos en la obra redentora del Señor.




13

Apenas concebimos a María, si no es con los ojos bajos y sus manos recogidas en el pecho, como guardando y ocultando su intimidad, pero viviendo en intensidad; esa intimidad con su Dios, que simbolizamos en su Inmaculado Corazón.

Pero también podemos pensar en María, elevando sus ojos al cielo, como desprendiéndose de la tierra y aspirando las cosas de las celestiales alturas.


Esa es la doble dimensión o vertiente que debe regir toda nuestra vida: nuestra vida íntima y personal por la que gozamos de la presencia de Dios uno y trino, que habita por la gracia en lo más recóndito de nuestro espíritu, pero también la elevación sobre la oquedad de la tierra, anhelando siempre el azul de los cielos, la morada de Dios, el reino de María Inmaculada.

Madre, 
que nos diste al esperado de los tiempos,
nosotros buscamos con los hombres
el nuevo amanecer de nuestra tierra.





14


La felicidad del reside en saber que su madre es plenamente feliz.

El cristiano sabe que su Madre del del cielo, la dulce Virgen María, es inmensamente feliz y que es tal la felicidad de que ella goza, que le alcanza para comunicarla a sus fieles hijos y sinceros devotos.

Y la buena madre también se siente contenta cuando ve a sus hijos felices, con una mentida felicidad, sino con la felicidad de sentirse hijos de Dios, amados por Dios, protegidos y paternalmente cuidados por su divina providencia, así como ella se siente triste cuando ve que ellos no saben sufrir y desperdician el sufrimiento.

Madre del anunciado por los profetas,
nosotros soñamos con tu vuelta,
queremos la llegada de su reino.





15

Si fuéramos a estudiar la química del amor, deberíamos llegar a conocer los ingredientes que la constituyen, los elementos que la forman; porque existe un química sobrenatural, que transforma las cosas de la tierra y las convierte en realidades de cielo.

En María Santísima el elemento principal y predominante que constituyó su amor fue la presencia de Dios activa en ella, de suerte que aun el amor que tiene a los hombres no es sino una proyección y extensión de su amor a Dios.

Si nosotros amamos a nuestros prójimos solamente por ellos,  por más digno que sea, no pasa de ser un amor antropológico, mientras que si amamos s los hombres por amor a Dios, en ese caso teologizamos nuestro amor y lo elevamos de algo meramente humano a algo ciertamente divino.

Madre amada, ruega por nosotros tus hijos, para que nos amemos los unos a los otros por amor a Dios.






16

Todos sentimos-con demasiada frecuencia lamentablemente- la tentación de recurrir a la fuerza, a la imposición, cuando no salimos con la nuestra, cuando no se aceptan nuestros criterios, no se siguen nuestros pareceres, gustos o conveniencias.

Si en esos casos acudiéramos a pedir consejo a la dulce Madre del cielo, ella nos: el de la bondad, de la comprensión, de la paciencia, de la humildad.

Nunca se equivocan los que siguen los consejos y sugerencias e inspiraciones de la Madre celestial; por eso es muy conveniente preguntarse, antes de obrar, cómo obraría María Santísima.

Madre, que eres alivio en el dolor, sé tú el bálsamo en nuestras penas.





17

Si estar en el infierno es haber dejado de amar, sentirse triste e infeliz es haberse alejado, o al menos olvidado, de la Madre Celestial; a su lado, cerca de ella se sienten nítidamente los latidos de su maternal Corazón y participamos del suave calor de su regazo, que nos hace olvidar el frío del mundo. 

Vivir la vida espiritual bajo la influencia de María, es comunicarle calidez, alegría y deseo de perfeccionamiento, es vivir iluminado con la luz de un ideal, que polariza todos los esfuerzos, reaviva todos los entusiasmos, alegra la vida entera.

No te alejes, no te olvides de María, antes tenla presente en todos los momentos, en todas tus actuaciones, en todas tus empresas, en todos tus júbilos y en todas tus tristezas, que con su presencia se harán más llevaderas.

Madre clemente, toda llena de bondad, acompáñame, no me dejes solo.





18

Si la conversión es propiamente más que un acto, no dudemos de hablar de la conversión al referirse a María.

En efecto, ella no tuvo nunca nada de qué arrepentirse, pero ella estuvo siempre en una actitud de disponibilidad a la voluntad de Dios, actitud que ella misma expresó con su palabra: "He aquí la servidor del Señor".

No te contentes tú con el primer paso de la conversión, volviendo a Dios; aspira a la conversión perfecta, a ponerte de cara al Señor, sin darle ya nunca más la espalda, , a estar delante de Dios siempre de pie en disposición de obedecer en todo prontamente.

Madre de los pobres, que yo adquiera el verdadero espíritu de pobreza evangélica que me permita volver a Dios.






19

El pensamiento de Dios es creador; san Juan nos afirma que todas las cosas han sido hecha por el Verbo a Dios.

Cuando Dios pensó en María, pensó en ella como Madre de Dios-Redentor y la predestinó para tan sublime misión, de suerte que María no podía existir, sino tal , sino tal como fue pensada por Dios: como Madre del Dios-Redentor.

Indudablemente Dios también pensó en nosotros y nos destinó a que cumpliéramos una misión en la vida; no podemos frustrar los planes de Dios.

Seamos lo que Dios quiere que seamos; si no, seremos nada.

Madre digna de ser amada. Dios te hizo buena para Él y para nosotros.





20

Cuando el ángel se apareció a María, seguramente la encontró de rodillas, meditando la palabra de Dios, expresada por alguno de sus profetas.

Adoptó María esa actitud humilde, que fue la que le mereció las complacencias del Altísimo; y una vez que María conoce el contenido del mensaje angélico, no se enorgullece, antes ahonda, más en sus sentimientos de humildad y se autotitula "la esclava, la servidora del Señor".

Empequeñecerse a los ojos de Dios es la mejor forma de ganar su voluntad y de conseguir sus bendiciones.

Madre digna de ser admirada por las maravillas que Dios realizó en ti y por tu admirable correspondencia a la gracias del Espíritu.





21

Como elemento de cohesión en su Iglesia, Dios ha puesto a María Santísima, para que ella borre todas las diferencias que nos separan y nos alejan; todo lo humano tiende a la desunión; no encontramos nada que sea puramente humano que nos pueda unir definitivamente.

Ni aun el amor a la patria, ni el amor del hogar.
La unión estable solamente la da Dios: el amor al Padre de Dios y el amor a la Madre celestial María.
Por eso la unión de los hombres sigue siendo una utopía, porque no se la quiere fundamentar en Dios, en la fidelidad al amor de Dios y al amor de María.
Trabajemos, para que esa unión deje de ser utopía y se convierta en realidad.

Madre, de ti vino la salvación del mundo.





22




Si miramos la vida de María con ojos humano, no hallaremos en ella brillo ni cosas llamativas; ella se santificó no precisamente por las cosas que hizo, sino por el espíritu de amor con que las realizó.

Lo que ella hizo fue lo que todas las mujeres de Israel hacían en aquella época; muchos hicieron cosas de mayor relevancia a los ojos de los hombres; pero el espíritu de amor que ella puso en sus cosas no lo alcanzaron quienes convivieron con la Virgencita de Nazaret.

Si tú estás destinado a hacer cosas que llamen la atención de los que te rodean, no estás por ello eximido de la santidad, pues en todas las cosas has de poner amor, mucho amor, y solamente amor.





23

Cada uno tiene su propia personalidad y su propia misión sobre la tierra.

La Virgen María tuvo la suya personal e intransferible, como también es la nuestra; toda la vida de la Virgen halla su explicación en su misión maternal, que Dios le confirió.

En nuestra vida debe orientarse y hallar su explicación en aquello por lo cual Dios nos ha creado y para lo cual nos dotó de tales cualidades, nos puso en tales circunstancias, nos rodeó de tales personas, hizo que influyeran en nuestra vida tales acontecimientos.

San Pablo dice que "sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman" (Romanos 8,28); hagamos nosotros todo para gloria del Dios a quien amamos.

Madre corredentora, por tu compasión dolorosísima al pie de la cruz, alcánzanos el perdón de nuestros pecados.






24

Invocar a María como Auxilio de los cristianos no es sino expresar con palabras lo que la celestial Madre hace en nosotros con sus obras.

En efecto es la gran Auxiliadora del pueblo cristiano, que de ella recibe la protección contra las adversidades, el consuelo en sus penas, la fortaleza en las desgracias.

Si el hijo en todo momento de aflicción acudir a su madre, al cristiano no se le cae de los labios la invocación de su Madre Santísima y a esta celestial Señora nada la preocupa tanta, como ayudar a los hijos, que a ella acuden con sencilla confianza y profundo amor.

"Madre, yo soy más feliz que Vos, porque Vos no tenéis una madre, que te ame como tú me amas" (Sta. Teresita).




25

Una madre nunca juzga al hijo, nunca condena proceder; su maternal corazón la impulsa a hallar excusas y explicaciones, para no juzgar y no condenar al hijo.

Si esto hace la madre terrena, podemos imaginar lo que hará la nuestra celestial.

A ella Dios no le ha encomendado la justicia, sino la misericordia, no el castigo, sino el perdón. Por eso cuando la conciencia nos cargue con el peso del pecado, debemos acudir a ella implorando su perdón, siempre hallaremos su Corazón , latiendo por nosotros, perdonándonos, abandonándonos.

Madre de todos, pero de un modo especial de los jóvenes, porque ellos son la esperanza del mundo y de la Iglesia.





26

Para ser devotos de María, a muchos les falta precisamente amarla; no con frases y palabras, sino con las obras y la vida.

Porque si se ama de veras y sin fingimiento, ese amor influye en toda la vida, ese amor es la consecuencia  de lo que piensa y de lo que se dice: o, si prefieres , lo que se piensa  y lo que se dice es lógica consecuencia del amor.

Entonces se ama a María, se dice que se ama a María y se siente en verdad su devoción y su amor, porque ese amor es  auténtico , veraz, sincero, profundo, vital 

Santa María de todos los momentos,  que sepa santificarlos, haciendo la voluntad del Padre Dios.






27


El cristianismo es la religión del amor; el amor, si es verdadero, lo prohíbe todo y lo permite todo; prohíbe todo lo que no es amar: el odio, la guerra, la violencia, la pasión, el egoismo; permite todo lo que es amar, siempre que al amor no se lo prostituya, confundiéndolo con lo que no es amor, sino una caricatura del amor.

Quizá por eso, porque la única enseñanza que nos legó el Maestro es el amor, San Lucas nos repite que la Virgen vivía todas las palabras y las obras de Jesús en su Corazón, como nos quisiera afirmar que las vivió con amor.

Según la vivencia del amor que pongamos en nuestra vida,  seremos o no cristianos.

Santa María de todas las razas y culturas, que no extingamos  nosotros lo que  Dios unió.




28

A la Virgen orante hemos de unir la Virgen oyente, ya que orar es más oír la voz de Dios, que pronunciar nosotros las palabras.

Repetidas veces en el Salterio y en el libro del Cantar de los Cantares leemos la invitación de Yahavé : " Escucha, hija, mis palabras, abre tu corazón".

María fue toda oídos, porque fue toda Corazón; fue toda silencio, porque fue toda oídos; fue toda Corazón, porque fue toda amor a su Dios y a los hombres sus hermanos.

¡Qué importante es saber escuchar a Dios! Eso es orar.

Madre de todos los pueblos y naciones, que no pongamos barreras donde Dios abrió camino.





29

Sin par es tu gloria, pues de ti nació
el Dios de la hostia, cautivo de amor.
Danos, oh María, fuerza, amor y luz
en el pan de vida, danos a Jesús.
Tu materna mano preparó gentil.
Reina fiel del hombre, nuestro gran festín;
Tú dejaste al mundo, Madre Celestial,
de tu seno el fruto, trocado en manjar.
Prepara, oh María, nuestro corazón 
a ser cada día de Jesús mansión.

Madre de todos los tiempos, que ayer, hoy y siempre reine Jesús en el mundo.






30

Te damos gracias, maría,
Virgen más bella que el sol,
porque nos has dado a Cristo,
porque nos has dado a Dios.
Bendecid escuadras angélicas a María,
bendecid espíritus celestiales al Señor;
bendecid luna y sol a María,
bendecid claras estrellas al Señor;
bendecid cielo azul a María,
bendecid nieves blancas al Señor;
bendigamos los hijos a María,
bendigamos los hombres  al Señor.

Madre de todas las edades,que niñez, juventud, adultez y ancianidad alaben al Señor y te alaben a ti.





31

Toda hermosa eres María,
por eso te bendijo Dios;
pone aromas celestes en tu manto
y te adorna con oro virginal.
El Rey amó tu belleza inmaculada,
por eso está contigo tu Señor.
Oye: Madre de Dios, nuestra plegaria,
y presenta a Dios nuestra oración.

Madre de los buenos sentimientos, purifica nuestro corazón.






JUNIO

1


María, Madre del amor, 
refugio y paz del pecador,  
concédenos tu protección
y en nuestra hora llámanos.

María Madre de la fe,
callada  fe de Nazaret,
el mundo busca en quién creer,
en las tinieblas quiere ver.

María, ejemplo en mi esperar,
en Dios supiste confiar,
en el ardor y la ansiedad
nos guarda siempre tu bondad.

Santa María, estrella del mar,
 sálvanos de los escollos 
que nos quieren
 hacer naufragar.



2

A ti, Madre de esperanza
a ti, Madre del Amor,
a ti, Madre de los hombres,
a ti ofrezco mi canción.

Tú pones alegría  en nuestras vidas,
Tú eres ternura y comprensión,
sonríes, esperas y nos llamas,
cada día eres nueva ilusión.

Si todo fracasó en nuestro camino,
si olvidamos de dar a Dios el Sí,
Tú das nuevo valor a nuestras vidas,
y así nos vuelve a sonreír.

Santa María,
puerta del cielo siempre abierta,
que logremos llegar
a la dicha de la gloria.




3

Durante veinte siglos la Iglesia ha ido meditando como María y con su ayuda la palabra de Dios, el misterio de Cristo; parte integrante de este misterio es María y la misma Iglesia.

El encargo de Jesucristo: "He aquí a tu Madre", lo ha cumplido la Iglesia, meditando sobre María como parte integrante del misterio de Cristo y aun como personificación y punto culminante de la Iglesia.

Así dice el Concilio: "La Iglesia en la Beatísima Virgen ya llegó a la perfección...por eso los fieles levantan sus ojos hacia María...como modelo de virtudes" (LG  65).

Santa María, reina de los ángeles, que tus hijos seamos los ángeles de la tierra.




4

Pablo VI  en su Marialis Cultus nos afirma: "A partir del fiat de la humilde esclava del Señor, la humanidad comienza su retorno a Dios" (28)

Ese fiat mariano convierte a la Virgen en Nuestra Señora del Sí, que con su afirmación y entrega deshizo y borró la negación que el pecado había impuesto en las relaciones entre Dios y la humanidad.

Siempre que pecas, repites el No del pecado; cuando te arrepientes y vuelves a Dios, vuelves a decir el Sí de María.

Santa María, dulzura nuestra, que siempre brote el Sí de nuestros labios, respondiendo a Dios.



5

San Lucas nos habla de los primeros cristianos, que formaron las primitivas comunidades eclesiales,  y nos dice de ellos, que " perseveraban unánimes en la oración con María, la Madre de Jesús" (Hechos 1, 14).

Hoy como entonces hay una sola forma de propagar la Iglesia en auténticas comunidades :de oración si esas comunidades son primariamente comunidades de oración y si esa oración se ve presidida, animada y vitalizada por María, la Madre de Jesús.

Lo demás no pasará de ser pura cháchara o literatura barata.

Santa María, abogada nuestra, defiéndenos  de los embates del enemigo infernal.





6

Acertadamente se ha escrito que cuando los apóstoles predicaban el misterio de Cristo, Hijo de Dios, no dejaban de presentarlo en su faceta mariana: "Nacido de mujer" (Gálatas 4,4)

Era una fidelidad a las palabras del Señor en la cruz. Por eso la fe cristiana quedó formulada desde el principio dentro de un marco mariano, que permite ver mucho mejor la realidad de Cristo perfecto Dios y perfecto hombre, "nacido por obra del Espíritu Santo de María, la Virgen"

Santa María asunta a los cielos, desde allí haznos vivir nuestra inserción en el misterio pascual de Cristo.






7


Cuando los sirvientes del convite de las Bodas de Caná se acercaron a María, , oyeron que la tierna Madre les dijo: "Haced los que Él os diga" (Juan 2,5)

A la Iglesia de hoy a cuantos formamos hoy la Iglesia, María nos repite las mismas palabras, la misma recomendación: "Si queréis hallar la salvación, haced lo que os dice mi hijo Jesús".

No hallaremos mejor medio de llegar a Jesús que ir a María, obedecer a María, ser dóciles a las inspiraciones de la celestial Señora.

Ella siempre conduce a Jesús, no se guarda las almas para sí, las ofrece a Jesús, así como el mejor regalo que que ella da a sus devotos, es de divino Hijo Jesús.

Santa María coronada de gloria por la Santísima Trinidad, haznos participes de esa gloria.






8

Tu nombre bendecimos,

mujer de nuestro pueblo,
que vences en la lucha;
mujer, en la pobreza
Dios hace maravillas.

Humilde campesina de fe comprometida,
Tú eres dulce Madre de Dios y de los hombres,
tus hijos te pedimos
querernos como hermanos.

Santa María de las horas difíciles, que sepamos arreglar nuestras diferencias y olvidar nuestros resquemores.





Engrandece mi alma al Señor


9


Desde el siglo I la Iglesia ha recitado la oración del avemaría, repetida ininterrumpidamente  por el pueblo cristiano, ha cantado el Magníficat con acentos proféticos, ha ido desglosando la plegaria mariana del siglo III llamada:  Bajo tu amparo, invocado en la liturgia y en la vida privada de María como la Theotokos o Madre de Dios.

Así ha ido la Iglesia adentrándose en el misterio de Cristo; así han ido los fieles servidores de Cristo viviendo su cristocentrismo a través de una mariología sentida y vivida.

Santa María de los días alegres, santifica nuestras alegría





10

La declaración de Pablo Vi decía: "Así, pues, para gloria de la Virgen y consuelo nuestro, proclamamos a María Santísima Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los Pastores, que la llaman Madre amorosa, y queremos que de ahora en adelante sea honrada e invocada por medio del pueblo cristiano con este grandísimo título.

Estas palabras del gran Pontífice están tan cargadas de precisión dogmática, como de acentos pastorales; honremos e invoquemos a María como Madre de la Iglesia.

Santa María de los días tristes, suaviza nuestras tristezas.




11

Miles de ermitas pequeñitas



Hay miles de ermitas pequeñas,
que cobijan tu imagen, Señora; 
campanas que el ángelus rezan,
paisajes que cantan y lloran.

Mas sé que prefieres y añoras
la ermita de mi corazón,
temblores de paz en el alma,
y el eco de una canción.

Son muchas las cosas hermosas,
que hizo el poder del Señor;
Tú eres la flor más bonita,
la estrella que brilla mejor.

Santa María reina del cielo, que vivamos de tal forma que podamos esperar entrar en la gloria del cielo.





12

"En ti, patrona y mediadora nuestra ante el Señor de quien eres Madre, en quien el género humano pone toda su alegría, sólo en ti encuentra su refugio el género humano, sólo por ti espera ser defendido.

"He aquí que yo también vengo a ti como un alma ferviente, pues no me atrevo a acercarme a tu hijo, e imploro tu ayuda para obtener mi salvación.

"Tú, que eres compasiva, tú que eres la Madre del Dios de misericordia, ten piedad de tu servidor" (san Efrén)

Santa María, auxilio de los cristianos, en ti hemos puesto toda nuestra confianza.





13

"Te saludamos, oh María Madre de Dios, verdadero tesoro de todo el universo, antorcha que jamás se puede extinguir, corona de la virginidad, cetro de la fe ortodoxa, templo incorruptible, lugar del que no tiene lugar,  por quien nos ha sido dado Aquel que es llamado bendito por excelencia y que ha venido en nombre del Padre.

"Por la Trinidad es glorificada, la cruz es celebrada y adorada por toda la tierra; por ti los cielos se estremecen de alegría, los ángeles se regocijan, los demonios son puestos en fuga, el demonio tentador cae del cielo y la criatura caída es puesta en su sitio" (san Cirilo)




14


"Si Dios ha colmado de gracias a sus buenos servidores. ¿cuáles serán los dones concedidos a su Madre? ¿No serán incomparablemente superiores a los favores concedidos a los servidores? Esto es evidente.

"Si Pedro ha sido proclamado bienaventurado, ¿no llamaremos bienaventurada entre todos ha la Virgen que ha dado a luz a Aquel a quién Pedro ha confesado?

"San Pablo es llamado vaso de elección; ¿qué vaso es, pues, la Madre de Dios? Oh Virgen Santísima, por más prerrogativas y por más gloria que mi piedad te atribuya, quedaré siempre muy inferior a la verdad" (Basilio de Seleucia).

Santa Madre, llena de toda gracia, míranos favorable.





15

"¿Cómo te llamaré?, decía María a Jesús. ¿Hombre? Pero tu concepción es divina. ¿Dios? Pero tú estás revestido de nuestra carne.

"¿Qué haré por ti?¿Voy a alimentarte con mi leche o a glorificarte? ¿Te voy a rodear de cuidados como una madre o a adorarte como una servidora? ¿Besarte como a mi Hijo o a rogarte como a mi Dios? ¿Debo darte leche o incienso?

"¡Qué misterio inenarrable!" (san Basilio)


Santa María, refugio de los pecadores, toca nuestro corazón, para que nos arrepintamos de haber ofendido a nuestro Padre Dios.





16


Cuando quieras algo de Dios, vete a hablar con María, porque ella es la Mediadora, que te lleva hasta Cristo.

Cuando Cristo nació en Belén, tuvo a su lado a María, porque en brazos humildes Dios quiso descansar.

Cuando Cristo vivió en Nazaret, tuvo a su lado a María, porque porque en familia pobre Dios se quiso educar.

Como Cristo murió en la cruz, tuvo a su lado a María y el Señor nos la dio como Madre de todos.

Santa María, consuelo del que llora, que nuestras lágrimas no sean inútiles, sino que nos alcancen el perdón de Dios.





17


"Si somos abandonados por ti, ¿dónde nos refugiaremos? Tú eres el espíritu y la vida de los cristianos. Así como la respiración aporta la prueba de que nuestro cuerpo posee todavía su energía viviente, así su santísimo nombre, incansablemente pronunciado por la boca de tus servidores en todo tiempo y lugar y de toda manera, es más que la prueba, es la causa de la vida, de la alegría, del socorro para nosotros" (san Germán).



Santa María, alegría de Dios, que yo sepa gustar la delicia de saberme amado por Dios.





18

"Yo lo sé, tú tienes en calidad de Madre del Altísimo un poder igual a tu querer. Por eso mi confianza en ti no tiene límites.

"No hay nadie, oh Santísima, que se haya salvado, si no es por ti.

"Nadie, oh Inmaculada, se ha librado del mal, si no es por ti.

"Nadie, oh Purísima, recibe los dones divinos si no es por ti.

"A nadie, oh Soberana, la bondad divina concede sus gracias, si no es por ti. (san Germán).

Santa María, estrella del alba, anuncia a mi alma el Sol de la alegría, que es Cristo Jesús.





19

"Las  vergüenzas del pecado habían oscurecido el esplendor y los encantos de la naturaleza humana; pero nace la Madre del Hermoso por excelencia y esta naturaleza recobra en ella sus antiguos privilegios y es modelada, siguiendo un modelo perfecto y verdadero digno de Dios" (san Andrés de Creta)

Santa María de la luz, sé tú el faro que guíe los peregrinos de Dios.







20

"¿Quién, oh Madre de Dios, ha recurrido a tu protección, sin ser prontamente liberado por ti? ¿Quién te implora, sin encontrar en ti una auxiliadora tan poderosa, que jamás defrauda su confianza?

"Nadie, oh Virgen Madre de Dios, que haya recurrido a ti, ha sido defraudado; por el contrario, él te ve acudir a su oración y no tarda en recibir el beneficio que responde plenamente a sus deseos" (Oración de los griegos).

Santa María de la claridad alumbra el camino del hombre mortal.






21

Moisés quiso ver a Dios, pero el Señor todopoderoso le recordó que para nadie era posible contemplar su rostro sin caer muerto. : Dios es una fuerza que todo lo supera y anonada.

Pero los planes de Dios superan incluso esta terrible situación en la que era posible para el hombre llegar al Agua de Vida, y vivir. Esta superación es la encarnación, cuya imagen era la zarza que ardía sin consumirse: el Verbo de los siglos sin fin en la entraña de la criatura. Los ojos purificados de María gozaron de la mirada de Dios y ella pudo contemplar al Eterno entre sus brazos. Ella, la zarza de la Nueva Alianza, abrasada y purificada para su Dios, es el signo y el anticipo de nuestro destino en Cristo.

Santa María de los limpios, destellos de tu Dios, que yo sea limpio de corazón, para poder ver a Dios.






22

"Para estar bajo el imperio de su Hijo yo quiero servir a María; para ser admitido al servicio de Dios, quiero que la Madre reine sobre mí como testimonio.

"Para ser el servidor devoto de su propio Hijo, aspiro a llegar a ser el servidor de la Madre.

"Pues servir a la servidora es también servir al Señor; lo que se le da a la Madre, se refleja sobre el Hijo, yendo desde la Madre, a aquel que ella ha alimentado, y el Rey ve recaer sobre sí mismo el honor que hace el servidor a la Reina" (san Idelfonso).

Santa María, estrella de salvación, que yo llegue al puerto deseado.





23

"Oh Madre de aquel que nos ama, que has merecido llevarlo en tu seno y amamantarlo en tu pecho, ¿no podrás o no querrás conceder el amor a Él y a ti a quien te lo pide?

"Que mi espíritu te venere como eres digna, que mi corazón te ame como es justo, que mi alma te estime como le es beneficioso, que mi carne te sirva como debe, que en esto se consuma mi vida, a fin de que todo mi ser te cante durante la eternidad" (san Anselmo)

Santa María de la sonrisa, imagen de la sonrisa de Dios, que eso llegue a ser mi vida; una sonrisa al amor.




24


"Recorramos atentamente el evangelio entero y si encontramos en María algo de dureza o el más ligero signo de impaciencia, consiento que desconfiemos de su mirada y temamos acercarnos a ella.

"Pero si, como sucederá, comprobamos que todos sus actos están llenos de bondad y de gracia, de mansedumbre y de misericordia, demos gracias a aquel cuya providencia nos ha dado esta Mediadora en quien no tenemos absolutamente nada que temer" (san Bernardo).

Santa María de la esperanza,
esperaste, cuando todos vacilaban,
el triunfo de Jesús sobre la muerte,
y nosotros esperamos que su vida
anime nuestro mundo para siempre.




25

¡Con cuánta frecuencia se reuniría María con los Apóstoles, antes que éstos se dispersaran para evangelizar el mundo!

Ella, la dulce Madre de la Iglesia y Maestra de los Apóstoles, los amaba a todos y deseaba en su corazón ser útil a todos, darles una doctrina pura en conformidad con las palabras de su Hijo.

Los apóstoles de hoy, no menos que los de ayer, deben acudir a María para conseguir la luz de la doctrina y el esfuerzo para su gran evangelizadora.

Santa María de los que caen, ayúdanos a levantarnos.





26

Quien se acerca al fuego, siente calor;  quien se acerca a María, se santifica, pues María es tan santa, que no solamente lo es para sí, sino que también comunica santidad a cuantos se le acercan.

Nos acercamos a María pensando en ella, leyendo lo que de ella se ha escrito, invocándola con nuestras plegarias, amándola con filial ternura, tratando de imitarla en sus virtudes.

También el cristianismo debe cristianizar a cuanto lo rodean, pues el evangelio es un fuego, que abrasa por donde pasa.

Santa María de la respuesta generosa a los designios de Dios, que yo responda afirmativamente al llamado de Dios.





27


Dificilmente podríamos definir la casa donde vivió la familia de Nazaret; no sabríamos si ver en ella el templo donde se tributaba el más cálido culto a Dios o el hogar donde se vivían las más perfectas relaciones de amor entre los tres integrantes de aquella Sagrada Familia.

María estaba allí como la animadora de toda aquella actividad, como el brasero que contenía las brasas del fuego del amor que unía aquellos tres santísimos corazones.

Santa María, la discípula perfecta de Jesús, que llegue yo ser aventajado discípulo del Señor.




28

La obra de Dios en la formación  de su Madre Santísima fue una restauración de la naturaleza humana estragada por el pecado.

El hombre que Dios puso en el Paraíso fue una obra primorosa de la sabiduría, del poder y del amor de Dios. Los hombres con sus pecados destrozaron esa obra maravillosa y Dios se propuso restaurarla.

Esa restauración es María Santísima; ella es la restauración espléndida de la pobre naturaleza humana, ella es la obra primorosa de Dios.

Santa María de los que sufren, haz que el sufrimiento restaure la belleza de mi alma.




29


La Virgen tomó por guía el camino de la santidad a  Dios, que estaba en ella; practicó lo que más tarde diría Jesús: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto".

Observaba María lo que decía y hacía Jesús,  lo meditaba en su Corazón y lo ponía en práctica.

También tú debes tener por guía a Jesús y a María;  así alcanzarás la santidad; imita a María, pues imitarla a ella es imitar a Jesús.

Santa María entra de lleno en el plan de la salvación, como predestinada a dar un cuerpo humano al Redentor y a formarlo en nuestro corazón.

Virgen clemente, llévanos por la senda de la santidad.





30


La Virgen, que fue Madre en la tierra,  sigue siendo Madre en el cielo; sigue siendo Madre perfecta; la maternidad consiste en pensar continuamente en los hijos y procurarles los mayores bienes.

Tenemos en el cielo una Madre, que piensa continuamente en nosotros, que desea sinceramente nuestro bien, que tiene en sus manos los tesoros de la divinidad y quiere comunicárnoslos.

Descansemos confiadamente, como niños pequeños, en los brazos de tan buena Madre.

Santa María participa de alguna manera de la Paternidad del Padre respecto de que aquel Hijo, que el Padre eterno engendró desde la eternidad y ella concibió de su carne en el tiempo.

Virgen Santa, sé nuestra Madre y muéstranos a Cristo.



JULIO

1
María amaba a Jesús con los dos amores más fuertes: el amor de la mejor de las madres al mejor de los hijos y el amor a Dios de la criatura más santa que haya existido en el cielo y en la tierra.

Jesús era para ella su Dios y su Hijo; el tesoro de María era Jesús y Jesús estaba en el cielo; por eso, aunque María vivía en la tierra, su alma estaba en el cielo, pensando en Jesús, amando a Jesús.

¿Cómo es tu amor a Jesús? ¿Lo amas más que a ti mismo?

Santa María es el corazón de la Iglesia; he aquí por qué brotan de él las obras de caridad,


2

Como a su madre acuden
los hijos sin temor, venimos, Madre,
a verte, a darte nuestro amor.
Siguiendo tu camino, hallamos a Jesús.

Entre nosotros, Madre, todo lo hiciste tú.
Madre, tus hijos vienen cantando alegres una canción,
buscando en tu sonrisa, en tu regazo su protección;
ponen en tus manos, cual rosa ardiente, su corazón;
te dicen que te aman, te invocan y veneran;
tus hijos ellos son.

Santa María, ruega por nosotros, para que cumplamos los deberes que surgen de nuestro bautismo.


El corazón de María estuvo siempre lleno de Dios; lleno de Dios su espíritu por la plenitud de la gracia, llenas de Dios sus entrañas virginales por el misterio de la Encarnación del Verbo,  llena de Dios su memoria por la presencia del recuerdo cuando Jesucristo se ocultó en el Calvario como el sol en el ocaso.

Murió Jesús, pero sobrevivió  en su Madre.
Por eso el Corazón de María fue el Corazón de los recuerdos.
En tu vida tienes tú muchas cosas que recordar, porque el hombre sin recuerdos es un cielo sin estrellas.

Santa María, camina delante de nosotros, para que no equivoquemos el camino que lleva a tu Hijo.


4

El corazón de María conservaba las palabras de Jesucristo; por eso puede decirse que su pecho fue un sagrario; su Corazón fue el copón; las palabras de Cristo fueron las palabras consagradas.

A cuantos se acercaban a ella, les repartía la comunión, si no de la eucaristía, sí de la palabra de Jesús.

Nadie puede decir que no está autorizado para repartir esta comunión a cuantos se acercan a él; pero para poder realizarlo, nuestro corazón también ha de ser un copón.

Santa María, apártanos de aquellos peligros que nos acechan y podrán desviarnos.



5

El Corazón de María es el Corazón de la Reina de los Apóstoles, en frase de la Iglesia.

ero es su Reina, porque es su Madre y, siendo Madre, grabó en ellos los rasgos de su fisonomía y uno de los destellos característicos es la mansedumbre; por eso el apostolado del Corazón de María es el apostolado de la maternidad y por lo mismo el apostolado de la mansedumbre.

Ese ha de ser también tu apostolado, para imitar a María.

Santa María, cura nuestras heridas, las que el pecado ha causado en nuestra alma.




6

El Corazón de María es la proyección del evangelio a nuestro siglo. María vivió el evangelio en su más puro y elevado espíritu en la interioridad de su Corazón.

El cristiano de nuestros días, que pretenda acomodar su vida a las exigencias del evangelio, no tiene más que penetrar con sumo respeto el sagrado templo del Corazón de la Madre de Dios y ver y aprender cómo ella vivió las exigencias de la Palabra de Dios.

Virgen orante, que persevere yo siempre en la oración.



7

La piedad cristiana llama con toda verdad a María, Reina de los mártires, no solamente por la intensidad del dolor sino porque la duración y continuidad de sus penas producen en su alma un desgarramiento que excede todos los dolores.

Desde la hora en que estuvo en los brazos de Simeón hasta que fue elevado a los brazos de la cruz, pasarán para Jesús treinta y tres años, que serán para maría treinta y tres años de sufrimiento.

María es la La Virgen del dolor sin medida.

Virgen creyente, que la fe rija toda mi vida.

8

Nos afirma Jesús que a Dios lo verán los limpios de corazón; nadie de corazón tan limpio, tan santo y tan puro como el Corazón Inmaculado y purísimo de María.

Por eso nadie pudo ver y gozar de Dios tanto como ella.

Ya sabes qué es lo que se te pide, para que tú también puedas ver a Dios; limpia tu corazón, purifícalo, hazlo semejante al Corazón de María Santísima.

Virgen fiel, Madre santa y virginal, Dios mismo se ha prendado de tu fidelidad.



9

Lo primero que agrada a Dios es la limpieza del corazón; Dios no puede ver nada manchado; por eso, antes de admitir al hombre a su presencia en el cielo, retiene su alma en el purgatorio, hasta de las más ligeras imperfecciones

La Virgen iba a ser el cielo limpísimo en el que había  de morar la Trinidad augusta; por eso ese cielo debía ser purísimo y tersísimo, todo él lleno de luz y de belleza singular: limpio, inmaculado y santo.

Virgen purísima, que nunca llegue a manchar mi corazón.



10

Un día se le apareció el demonio a Santa Catalina y se definió a sí mismo diciéndole: "Yo soy el que no ama"; y santo Tomás de Aquino dice que el infierno es el reino del odio y el cielo es el reino del amor.

Por eso el cielo está en el Corazón de María, por eso ese Corazón maternal es el reino del amor; ella es la que siempre amó.

Imítala, desterrando de tu corazón cuanto se oponga al amor; en cambio fomenta en ti cuanto contribuya a la vivencia del amor.

Virgen amable, que yo llegue a amar con pureza de corazón.




11

La Virgen iba a ser el sagrario vivo donde habitara nueve meses el Hijo de Dios y el artista divino que fabricó ese sagrario exteriormente lo hizo primoroso, pero donde hizo un alarde de su poder y sabiduría infinita fue en el interior, en el alma de la Virgen.

Es Dios quien iba a construir su propia morada y por eso le dio a María un Corazón lleno de gracia y santidad, inmensamente hermoso, pues sería el Corazón de la Madre de Dios, inmensamente tierno, pues sería el Corazón de la Madre de los hombres.

Virgen llena de candor, me pongo en tus manos para que modeles según el gusto de Dios.


12

Al ejemplo de tu vida, Virgen Madre de Dios,
 encontramos el camino, encontramos al Señor.
Virgen de fe,
enséñanos a creer para ser de nuestra vida
la respuesta que nos pide
a cada instante la palabra del Señor.
Virgen Madre de Dios, enséñanos el amor;
que sepamos implantar en nuestro mundo
el reinado de tu Hijo, que se funda en el amor.

Virgen humilde nazarena, que como tú me ponga yo en las manos de Dios, para que haga de mí lo que Él quiera.




13

La vida de la Santísima Virgen fue la historia de sobresaltos, temores, ocultaciones y éxodos ante los peligros que amenazaban la existencia de su Hijo; todo eso resonó profundamente en su Corazón.

En esas horas de angustia ¡Dónde puso ella su Corazón?

En Dios, que era en las sombras claridad, en sus dolores consuelo, , en sus dudas dirección y en sus inquietudes descanso.

Dichoso el cristiano que ha aprendido a mirar al cielo.

Virgen mansa de corazón, que todas las inquietudes de la vida no logren hacerme perder la paz del alma.


14

No me cabe la menor duda de que en algunas ocasiones te has sentido necesitado de desahogarte en el Corazón de la Madre de Dios, que es todo ternura y compasión; acude a ella con confianza y amor, cuéntale todas las cosas, consúltala en tus dudas, pídele consuelo en tus penas, comparte con ella tus éxitos y alegrías.

Virgen prudente, que siempre siga tus consejos.


15

El Corazón de la Virgen es como una lira perfecta; no le falta ninguna cuerda y todas vibraron con perfección.

Con la lira del corazón se puede tocar un himno a Dios o a un ídolo de la tierra; el Corazón de la Virgen sólo vibró por Dios; nosotros tenemos en nuestras manos la lira del corazón, pero a menudo con ella no cantamos a Dios, sino a los ídolos de la tierra.

Virgen modelo de las vírgenes, que viva consagrado a Dios, todo a Dios y sólo a Dios.



16

La cruz y la eucaristía fueron los grandes amores del Corazón de María; la cruz y la Eucaristía son los dos grandes devocionarios de la humanidad creyente.

La cruz es el devocionario siempre abierto, porque allí está Dios presente y visible; ; la Eucaristía el devocionario siempre cerrado, porque allí está Dios presente, pero invisible.

Miremos siempre a esos dos libros; leamos y meditemos.

Virgen que meditaste la palabra de Dios, que siempre sepa ver a Dios, cuando se manifiesta y descúbrelo cuando se oculta.



17

María llevaba en su Corazón secretos muy íntimos; el secreto de su santidad, el de la divina Maternidad, el de los privilegios extraordinarios que Dios le había concedido; el secreto de la virginidad,  de su consagración total y definitiva a Dios;  esos secretos los guardaba ella y los gozaba en la intimidad de su Corazón.

Por la gracia tú llevas a Dios contigo en lo más profundo de tu alma; consérvalo con cuidado, atiéndelo con esmero, gózalo con limitada alegría.

Virgen que guardaste la palabra de Dios en tu Corazón, que la guarde yo con el aprecio que se merece.



18

María es la Iglesia en su punto culminante. La Iglesia se va haciendo y convirtiendo en María.

"La Iglesia ha alcanzado en María perfección· (LG 65). "La Madre de Dios, glorificada ya en los cielos en cuerpo y alma, es imagen y principio de la Iglesia, que habrá de tener su cumplimiento en la vida futura; así en la tierra precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios, como signo de esperanza cierta y de consuelo hasta que llegue el día del Señor" (LG 68).

POr eso es tan sugestivo el título que se puso al último apartado del capítulo mariano conciliar: "María signo de esperanza cierta y de consuelo para el Pueblo peregrinante de Dios".

Virgen llena de sabiduría que no me canse de profundizar las cosas de Dios.


19
La Virgen quiso bien a todos porque cumplía el mandamiento de Dios de amar a todos, como a nosotros mismos, porque imitaba al Padre celestial, que hace salir el sol para todos.

Como su Hijo más tarde, ella quiso pasar por la tierra haciendo a todos el bien y en toda su vida no hizo mal alguno a nadie.

¡Qué norma de  conducta tan hermosa:  no hacer mal a nadie, a todos hacer el bien!

Virgen que entendiste la palabra de Dios, alcánzame los dones del Espíritu Santo que me descubran las cosas de Dios.



20

Todas las virtudes morales son fuente de belleza en la Madre de Dios,  pero la raíz principal de su belleza era su virginidad.

La virginidad sobrehumana, angelical de la Madre de Dios ponía en su exterior la belleza no conocida y la virginidad interior florecía en ella con inigualable modestia y suavidad.

La gracia divina, fuente de la belleza sobrenatural, la tuvo María en un grado tal, como no la ha tenido criatura alguna.

Virgen que creíste en la Palabra de Dios, que no solamente conozca la palabra del Señor, sino que la acepte de corazón.




21

El Corazón de María fue un libro de oración; María no necesitaba consultar otros libros y devocionarios para ponerse en oración; su Corazón era el más hermoso de los libros, el más ferviente devocionario.

Allí, en su Corazón, en sus recuerdos, María leía, meditaba, profundizaba las cosas y los planes de Dios.

Llena tu corazón de las cosas de Dios y así podrás pensar en ellas, hablar de ellas, comunicarlas a los demás. "La boca habla de la abundancia del corazón" (Mateo 12, 34).

Virgen llena de ciencia de Dios, hazme profundizar los secretos del Espíritu de Dios.


22

El Espíritu Santo nos hace llamar a Dios "Padre" en lo íntimo de nuestro ser y ese mismo divino Espíritu  con sus íntimas inspiraciones nos mueve a llamar a María "Madre".

La obra del Espíritu de Dios en nosotros: no contrariemos los impulsos y las mociones del Espíritu Santo; dejémonos santificar por Él y dejémonos santificar como Él quiere, teniendo a Dios como Padre y a María como Madre, y amándolos como tales.

Virgen llena de piedad, don del Espíritu Santo, alcánzanos este don que nos haga descubrir en Dios al Padre  y en María la Madre.



23

Nuestro trato con María nos lleva irremisiblemente al trono de Dios.

- Con Dios Padre, con quien ella comparte la fecundidad;

- con Dios Hijo, que se ha dado a ella sin reserva;

- Con Dios Espíritu Santo, que se ha llenado de su amor.

Orar a la Virgen es tratar con Dios, con ese Dios Uno y Trino que llena a lo ancho y a lo hondo su Inmaculado Corazón.

María está compenetrada de Dios; quien a ella se acerca no puede menos de sentirse cerca de Dios.

Virgen dócil a las inspiraciones del Espíritu Santo, que nunca me oponga a lo que Dios quiere de mí.



24

Madre, oye mi plegaria,
es un grito en la noche,
Madre, mírame en la noche de mi juventud,
Madre, sálvame; mil peligros acechan mi vida.
Madre, lléname de esperanza, de amor y de fe.
Madre, guíame en las sombras, no encuentro el camino.
Madre, llévame,  que a tu lado feliz cantaré.
No te olvides, Señora, Tú eres mi Madre,
haz que yo no olvide nunca que soy tu hijo.

Virgen fecunda, sea mi vida también fecunda en buenas obras.




25

La Concepción Inmaculada, la plenitud de gracia, la carencia de pecado personal y de desorden,  la asunción son fruto de la muerte y resurrección de Cristo Redentor.

En maría aparece la victoria total de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte. En este sentido María es la más redimida. "Redimida de modo inminente" (LG 53).

Cada privilegio de María indica de su parte un Sí pleno a la palabra de Dios y en esto es modelo de la Iglesia.

La historia de nuestra vida cristiana podrá titularse: "La historia de un Sí nunca revocado".

Virgen Inmaculada, sin mancha de pecado, que la sangre de Jesús no haya sido derramada por mí inútilmente.



26

A veces se confunden las cosas  y muy lamentablemente.

¿De qué vale que fulano  haya consagrado su taller o zutano haya entronizado la imagen del Corazón de María en su casa, si luego la vida de trabajo en el taller y la familia en el hogar sigue como antes?

Que nuestros empresarios no separen la religión del trabajo, el bolsillo del corazón, y que nuestros cristianos alfombren su casa con felpudos hecho de corazón.

Virgen llena de gracia, concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.


27

La Virgen escuchó a Jesús aquella palabra: "No saben lo que hacen", con la que Jesús (y María con Él) disculpaba y perdonaba a los que lo condenaron y crucificaron.

El perdón siempre supone la comprensión; desconfía del perdón que no te sube del alma a los labios, María es toda ella, Corazón y por lo tanto, toda ella, perdón y bondad.

Perdona tú como el evangelio te exige, como la Virgen te pide.

Virgen gloriosa, que dé gloria a Dios, perdonando a los que me ofenden.


28

Mira qué hermosa oración, para cuando Dios llame a su cielo a un ser querido: "La clementísima Virgen y Madre de Dios, María,  consoladora de los afligidos, recomiende a su Hijo el alma de su siervo N.N. para que con esta intervención maternal no tema los horrores de la muerte, sino que consiga entrar en su compañía en la deseada mansión de la Patria Celestial".

Virgen entre todas la más bella, que yo pueda comparecer en la presencia de Dios, cuando me llame, limpio de toda mancha de pecado.


29

Madre te llaman los pobres, 
pobres sin pan ni calor,
pobres sin libros en las manos,
pobres sin una ilusión.

Madre te llama el que sufre,
penas de llanto y dolor,
penas de verse oprimido,
penas carentes de amor.

Madre te llama el pueblo, 
pueblo nacido en la cruz;
pueblo que marcha hacia el cielo.
Madre del pueblo eres tú.

Virgen piadosa, todo lo bueno lo esperamos de tu bondad.




30

María es más santa que los santos, más pura que los ángeles, más excelsa que los cielos, más gloriosa que los querubines, la más cercana y la más semejante a Dios.

Es como un lirio entre espinas, como un amanecer sin ocaso, como un astro que recibe continuamente la luz del sol, como una fuente perenne, como un huerto siempre florido en el que se recrea el Padre eterno, saturado de fragancia por donde se pasea el Espíritu Santo, es el Paraíso de la augusta Trinidad.

Virgen oyente, su actitud fue siempre estar a la escucha de la Palabra de Dios.


31

Ven Señora, a nuestra soledad,
ven a nuestro corazón;
a tantas personas que han muerto,
a nuestro caminar sin ilusión.
Ven y danos la alegría que nace
de la fe y del amor,
el gozo de las almas que confían
en medio del esfuerzo y del dolor.

Virgen clementísima, preséntanos al Padre, para que seamos agradables a Él.




AGOSTO

1
La Virgen fue impecable, no cometió la más ligera imperfección; Dios tuvo que hacerla así, porque así lo pedía su dignidad. Pues si Dios quería que su Madre no tuviera ni sombra de pecado, tuvo que quitar las causas de él y la causa principal es la concupiscencia.

El que quiera tener un campo tan limpio de malas hierbas, que jamás brote en él ni la más ligera maleza, tiene que arrancar hasta las raíces.

Virgen bendita entre todas las mujeres, líbranos de las asechanzas del mal.


2

Jesús el Redentor; María la Corredentora.

Jesús redimió al mundo con el dolor; con el dolor debía colaborar su Madre a la redención y para ello debía tener un cuerpo pasible.

El dolor sería también para la Virgen una fuente de merecimientos. Dios inundará de gracia santificante su alma; pero aquella gracia podía crecer y nada mejor que el dolor para multiplicar el tesoro de la gracia.

Hay algo mejor que sufrir: no desperdiciar el sufrimiento.

Virgen dolorosa, ya que no podemos evitar el sufrimiento en la vida, que al menos suframos con provecho para nuestra alma.



3

Hay muchas cosas que cambian,
modas que vienen y pasan,
ideas que nacen y mueren,
estrellas que pronto se apagan, 
mas tü no pasas, Señora,
Tú nunca puedes morir. 
Cuando en el alma se llora, 
siempre acudimos a ti.

Virgen esforzada, danos valentía y coraje para seguir los pasos del Crucificado.


4

La Virgen en toda su vida hizo siempre lo más perfecto, lo que más agradaba a Dios; correspondió siempre a todas las inspiraciones divinas.

La Virgen estaba diciendo continuamente en su Corazón: "Hágase en mí según tu voluntad".

No podríamos encontrar nosotros mejor camino de santidad, que imitar a la Virgen en esa disponibilidad, para que siempre y en todo se cumpla en nosotros la divina voluntad.

Virgen dichosa por haber concebido a Dios en su seno y en su Corazón. Tú eres nuestra sólida esperanza de salvación.


5

La Virgen sintió todos los afectos que vibran en la naturaleza humana, sobre todo sintió el amor en su Corazón.

La Virgen amó a Dios y lo amó con ese amor correspondiente al conocimiento completísimo que tenía de Él; lo amó con ese agradecimiento inmenso que pedía los privilegios y las gracias incomparables que Dios le había concedido.

Tu amor a Dios ha de revestir también esos dos matices: la gratitud por lo que el Señor ha hecho en ti y el conocimiento que de Él has adquirido.

Virgen elegida por Dios entre todas las criaturas, ayúdame a agradecer al Señor que me haya hecho su hijo.



6

Desde los primeros momentos Dios se presentó al alma de María con todos los encantos, con todas sus perfecciones infinitas, y en Corazón de María no vaciló un solo momento, se orientó hacia Dios y nunca se desvió de Él.

Lo amó con todas sus energías; y, si ama a las criaturas, las ama por Dios y para Dios; será siempre y toda de Dios.

Nuestra ansia de amar y ser amados sólo se podrá satisfacer plenamente con el amor a Dios.

Virgen, flor de nuestra tierra, perfuma mi alma con el aroma de tus virtudes.



7

Así fue el corazón de la Virgen: un Corazón de Virgen y de Madre con todas sus bellas cualidades en un grado elevadísimo y sin ningún defecto.

Un Corazón poseído por completo por el amor de Dios y el amor a los hombres sus hermanos.

Al Corazón de Jesús lo invocamos así: "Sacratísimo Corazón de Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo"; digámosle a María: "Corazón inmaculado de María, sed mi salvación".

Virgen, rosa preferida del jardín de Dios, haz que el Espíritu Santo tenga en mí sus complacencias.


8

Otra de las hermosas invocaciones de las letanías reza: "Asiento de la sabiduría"; así llama la piedad cristiana a María.

Ella distribuyó con palabra íntima y persuasiva entre las personas que la trataron las enseñanzas del Espíritu Santo.

María ejerció suave y perseverantemente el apostolado de la conversación, transmitiendo el Espíritu de Dios.

Nadie puede sentirse eximido de ese apostolado, sumamente fácil y eficaz.

Virgen fuente de vida, que broten de mi boca palabras que llevan a Dios.


9

Jesús es inseparable de sus hermanos,; más aún es todo para ellos y María es la Madre del Hermano mayor, para ser la Madre de todos los hermanos que deben venir.

De manera que, consintiendo de ser la Madre de Jesús, por el mismo acatamiento aceptó ser la Madre de todos los que debían formar parte del Cuero Místico por amor.

Virgen bella como la aurora, imprime en mi alma los colores de la gracia.



10

La pincelada más acertada para el retrato de la Virgen la dio el  Ángel al saludar a María: llena de gracia.

Este es su rasgo característico, el que diseña su fisonomía interna y la diferencia de todas las demás personas.

Este es el nombre específico suyo, que sólo a ella se puede aplicar, nombre que es la expresión de una excelsa realidad:  llena de gracia; y como estaba llena de gracia, Dios estaba en ella.

Virgen, sol refulgente en medio del cielo, que recuerde las palabras de Jesús: "Vosotros sois la luz del mundo".



11

María, para ser destinada Madre de Dios,  debía contraer matrimonio; el Hijo de Dios sería concebido milagrosamente, no tendría padre según la carne, pero debería nacer dentro del matrimonio.

Era necesario, de no se así,, aunque María fuera muy santa y fuera Virgen,  a los ojos del Mundo la Madre y el Hijo vivirían deshonrados.

Por eso intervino Dios de una manera extraordinaria en este matrimonio virginal.

María debía ser modelo para los que viven la sacralidad del matrimonio.

Virgen cuya carne virginal tomó el Verbo para redimirnos, que los unidos en matrimonio vivan ante todo, su Sacramento.


12

"Refugio de pecadores", llama la Iglesia a la Virgen Santísima; es que María se preocupa por los pecadores, los busca, los llama, los espera, los recibe y, cuando acuden a ella, los acoge con maternal bondad y comprensión.

Sana sus heridas espirituales, los limpia de sus pecados, haciéndolos concebir los sentimientos de dolor y arrepentimiento.

Fruto de este cuidado que la buena Madre tiene de sus hijos, los pecadores, es la conversión de éstos, su cambio de vida, su salvación.

Virgen que reinas en el cielo muy cerca de  de Dios, llévame contigo.


13

El Corazón de María fue el modelo físico del Corazón de Jesús y el Corazón de Jesús fue el modelo moral del Corazón de María.

Y así como el Corazón de Jesús, en los rasgos de su fisonomía física, aparecían los rasgos de su Madre, así el Corazón de María en los rasgos de su fisonomía moral fue una copia de su Hijo.

Por eso San Agustín llamó al Corazón de María el rostro de Dios.

Hacerte semejante a los Corazones de Jesús y de María, he aquí tu ideal.

Virgen bendita del Señor, haz mi corazón semejante al tuyo.


14

María Santísima desde el primer instante de su concepción inmaculada tuvo la resolución profunda,  permanente y eficaz de consagrar su vida a las prácticas del servicio divino.

La voluntad estuvo siempre unida a la de Dios y la llama de su fervor ardía en presencia de Jesucristo, como la llama de un candelabro delante de un sagrario.

Así fue el Corazón de María y así debe ser tu corazón.

Virgen feliz porque creíste que en ti se cumpliría la Palabra de Dios.



15

Coros celestes cantan y alaban
a nuestra Señora que sube a los cielos.
La vi tan bella como la auriora,
cual sol luciente en medio del cielo.
Reina del cielo, cerca de Dios.
Virgen maría Reina del cielo,
llena de gracia, ruega por mí.
Que por los siglos, Virgen María,
todos alaben a nuestro Dios.

Virgen gloriosa  en su asunción a los cielo, María nos precedió en la resurrección y glorificación.



16

Desde los primeros siglos de la Iglesia al nombre de María se añadió el calificativo de Virgen.

Tan característico es el privilegio de la virginidad en la Madre de Dios, que poco a poco se la fue designando exclusivamente con el nombre: La Virgen.

Y, cuando se oye esa expresión,  sabe el católico que no se refiere sino a la Virgen por antonomasia, a la Madre de Dios; significativa manera de expresar la virginidad de María.

Virgen blancura de azucena, siembra de lirios el campo de la Iglesia.


17

La vocación de Madre corredentora la rubricó María el día de la encarnación con su Hágase.

Después en la circuncisión del Niño, en la huida a Egipto, y tantas otras veces. Pero siempre su Corazón la hacía acogerse a aquel Hágase, con el que ella se había comprometido con el Señor.

En nuestra vida debe irse repitiendo el mismo sentido de oblación.

Virgen, que recibiste del ángel el anuncio del gran misterio de Dios-Hombre, que yo encarne en mi vida la Palabra de Dios.



18.

Cristo quiere hacernos vivir más y más plenamente su propia vida; San Pablo nos dice que debemos alcanzar el pléroma o la plenitud de Cristo, el estado adulto de Cristo.

Quiere, pues,  hacer vivir en nosotros su piedad filial para con su Madre, a fin de que lleguemos a amarla como Él la amó y ser para con ella lo que Él mismo fue.

No te contentes con amar a María con tu corazón; ámala con el Corazón de su Hijo Jesús, con sus mismos sentimientos.

Virgen María, servidora del Señor, quiero ser tu esclavo y serlo por amor.

19

Dios te salve, María,
llena de gracia;
El Señor te ha escogido para darnos su amor.
Dios te salve, María, de tu carne ha nacido
la Palabra del Padre, ha nacido el Señor.
Dios te salve, María, Santa Madre de Dios,
eres Madre del Pueblo que en Jesús floreció.
Dios te salve, maría nuestros labios te invocan,
nuestros ojos esperan, que los llene tu luz.

Virgen María en quien Dios pensó desde toda eternidad, desde la aurora de todos los tiempos.




20

La palabra que mejor compendia la vida de la Santísima Virgen María es Madre, pues ella lo es doblemente: Madre de Jesús y Madre espiritual de los hombres.

Jesús, su primogénito fue engendrado sin dolor, pero ¡cuánto tuvo que padecer para dar la vida sobrenatural a los hombres!.

Elegida por Dios para hacer renacer a los hombres a la vida divina. María debió padecer dolores proporcionados a tan sublime maternidad. Cada uno de nosotros tiene que pensar cuánto le ha costado a María.

Virgen María, seas bendita por todos los siglos por habernos dado a Jesús.



21

Hay innumerables riquezas en la doctrina de nuestra incorporación  a Cristo y entre ellas una de las más propias para entusiasmarnos es la devoción a María, considerada como una participación y continuación en nosotros de la piedad filial de Jesús para con su Madre.

Nadie conoció a Jesús como ella; nadie mejor que ella puede ser nuestra guía, nadie como ella nos puede enseñar el amor a Jesús.

Virgen Santísima, condúcenos siempre por el camino que nos lleve a la santidad.


22

Cuando Pío XII consagró el mundo al Corazón de María, expresó su confianza de que la Santísima Virgen devolvería la paz al mundo, convertiría a los paganos y a los herejes y, de ese modo, apresuraría el reino de Cristo.

Es que nadie hay más interesado en que el Corazón Sagrado de Jesús reine en las almas, que su Madre Santísima.

No dejes de ofrecerte a la celestial Señora, para que ella te emplee como instrumento de esa consagración del mundo al Corazón de Jesús.

Virgen María, límpida rosa mística, la suavidad de tus pétalos  roce mi alma.


23

Es ilustrativo lo que el Papa Benedicto XV escribió. "No es vana alabanza la que se atributa a María con con el título de Reina de los Apóstoles,  educadores de la Iglesia naciente. Del mismo modo que con su ayuda y consejos de Madre asistió a los Apóstoles, así también debe afirmarse que otorga su asistencia hasta hasta el fin de los tiempos a todos los herederos de su misión apostólica".

Si eres apóstol de Cristo, por ser un cristiano comprometido, deja que ella te oriente y te acompañe en tus desvelos apostólicos y de evangelización.

Virgen María, vuelve a nosotros tus divinos ojos, llenos de amor y de serena luz.



24

Si la Santísima Virgen es la Reina de los Apóstoles, si su vocación de apóstol del Señor y tus éxitos en el apostolado dependen de ella, Si Dios quiere que el influjo de María se manifieste sobre todo en la hora presente, es claro que para dar a tu vida de apóstol una verdadera y permanente eficacia debes ponerte enteramente bajo la dependencia de la Santísima Virgen.

Siempre con ellas, todo como ella, nada sin ella.

Virgen María, muéstranos después de este destierro la casta flor de tu seno: Jesús.


25

El Corazón de María fue el oratorio más recogido y suntuoso, el más puro y sagrado que puede construir nuestro entendimiento y dorar nuestra fantasía.

Los los santos Padres la llaman con frase gráfica: "Templo de Jerusalén, Habitación de la Santísima Trinidad, Tabernáculo de Dios, Sede de Jesucristo y Oratorio de los creyentes.

En el recinto inmaculado de ese oratorio, la celda de su Corazón, la Virgen oró, meditó, contempló.

Virgen Madre, Virgen Santa, que seamos luz del mundo, hacedores de la paz.


26

¿Estás consagrado al Corazón de María? Toma la costumbre de repetir con frecuencia esa consagración.

Renuévala al levantarte cada día, renuévala antes de iniciar tu trabajo o tus ocupaciones, renuévala sobre todo en los momentos duros o de prueba para tu espíritu.

poco a poco tomarás la costumbre de obrar en nombre de María y entonces harás maravillas; mejor dicho, verás qué maravillas hará ella contigo.

Virgen digna de toda alabanza, tómame como instrumento para la salvación de las almas.


27

Si quieres aprender a servir a los hombres por lo que valen y por lo que Cristo siente por ellos, acércate a María.

Ella te hará ver en cada uno de ellos el precio de la sangre de su divino Hijo, te hará ver también en cada uno a su propio Hijo, que vive o quiere vivir en él; ella te dirá que cuenta contigo en la hora de la salvación de los hombres y que espera que no defraudes la esperanza que ha puesto en ti.

Virgen ideal de santidad, que no me mueva en mis actos otro ideal más que tú.



28

Una noche oscura rompe la ilusión
de encontrar a Dios entre la claridad.
Ilumina, madre, nuestro corazón,
que busca la verdad.
Si a mi lado vienes, nada temeré,
si tu luz alumbra nuestra oscuridad,
marcharemos juntos hasta conseguir
llegar a la verdad.
Acompaña Madre nuestra soledad
en este caminar,
pues contigo siempre yo podré marchar,
buscando la verdad.

Virgen, causa de nuestra alegría, que penetre en mí la felicidad y la alegría que lleva consigo la vida cristiana.


29

La vida del Niño Jesús y de su Madre puede representarse de la siguiente manera: Jesús es pequeño, está sobre las rodillas de María. Ella quiere entretener al Niño y sonríe alegremente; de pronto una nube pasa delante de sus ojos, la angustia invade su Corazón. Otro día treinta y tres años más tarde, ella lo tendrá como ahora sobre sus rodillas, pero...muerto.

¡Pobre Madre! ¡Será al pie de la cruz! Ella será la Piedad.

Virgen María, que has participado en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo, haz que todos lleguemos a esa misma gloria.


30

Como el apóstol Juan, nunca te apartes de María. Ella te comunicará su fortaleza de ánimo y te hará comprender de dónde proviene el verdadero valor.

Cuando empieces a acobardarte, ella te hará recordar que se trata no de ti, sino de los intereses de Cristo, que Cristo jamás fue vencido, ni tú tampoco lo serás, mientras luches por su causa animado por el espíritu de su Madre.

Virgen María, dichosa porque llevaste en tu seno al Creador del universo.


31

Todos tenemos momentos de tristeza y todos necesitamos comprensión; nuestra Madre del cielo está siempre dispuesta a comprendernos.

Nos comprende, porque es la Madre más cabal, nos comprende porque es una Madre Virgen y un Corazón virgen ama con una ternura especial; nos comprende porque ella fue Madre de los Dolores y nadie sufrió como su amantísimo Corazón.

Ella nos comprende y nos ayuda; vayamos a ella con la sencillez y la confianza conque un niño pequeño acude a su madre.

Virgen María, eres dichosa, porque engendraste al que te creó y permaneces virgen para siempre.



SEPTIEMBRE

1

María Mediadora es el canal de la gracia y de las gracias que han de obrar en los hombres la renovación de la fe y de las costumbres cristiana y es a la vez el camino que ha de conducirlas a Jesús con la mayor facilidad y el menor riesgo.

María lleva en pos de sí los corazones de los pueblos,  que cuantos más marianos son,  más cristiano se sienten y cuanto más cristianos viven, más se acercan a María.

Virgen María, verdaderamente tú eres bendita, ya que has cambiado en bendición la maldición de Eva.



2
Ruega  a María antes de comenzar toda empresa, antes de realizar cualquier acción apostólica.

Ruégale que asegure el fruto de tu acción; no has hecho más que sembrar; si Dios no envía la lluvia y el sol,  tu semilla quedará estéril.

Ruégale que repare tus yerros, que cambie tus desaciertos en gracias para aquellos que habrías querido conquistar.

Virgen María, por Ti la bendición del Padre ha brillado sobre los hombres.


3
Si el retorno de la humanidad comienza en el Sí de María, este retorno es un proceso en cada persona, en cada época, en cada circunstancia, dentro de una dinámica, que lleva a un encuentro definitivo con Cristo resucitado.

Hacerse todos los días disponible, para decir Sí a Dios, es la tarea cristiana de la caridad. Una persona se realiza a sí misma en la medida en que ama. La historia se construye en la medida en que avance en la caridad.

Nadie contribuye tanto a la historia de salvación como María, porque nadie amó como ella.

Virgen María, nada puede equipararse a las maravillas que en ti vemos realizada, nada hay que iguales la gracia que tú posees. 


4
Un sufrimiento aceptado amorosamente, puesta únicamente la mirada en Jesús y en María y en los hombres que hay que salvar, vale cien veces más que otro aguantando a más no poder.

No te resignes a que se malogre el noventa y nueve por ciento del valor de tus sufrimientos, dándote a pensar en ellos y en sus causantes; pudiendo salvar cien hermanos, no te conformes con salvar uno solo.

No son muchos los que han llegado a descubrir el valor del sufrimiento.

Virgen María, te debemos toda alabanza y honor, pues eres Madre de nuestro Señor y el que no honra a la Madre, sin duda deshonra al hijo.

5

Sin María es imposible acertar; con María es imposible fracasar. ¿Has comprendido bien el lugar que debe ocupar la Santísima Virgen en tu actividad apostólica?

¡Cuántas veces te olvidas de María y esperas el éxito de tus propios esfuerzos, de tu talento y habilidad, o, si la invocas, lo haces con frialdad y escasa fe! Tienes en tu mano, a tu libre disposición, un medio para asegurar el éxito de tu apostolado y no lo empleas.

No te quejes, si fracasas.

Virgen inmaculada, preservada del pecado desde el primer momento de tu concepción, purificarme de todo pecado y protégeme contra todos los peligros.




6
Reina de los ángeles y de los hombres, yo creo que eres particularmente Reina de los apóstoles de todos los tiempos.

Porque tú eres la Mujer destinada a aplastar la cabeza de la serpiente y a luchar con tu raza contra la raza del demonio. De ti canta la Iglesia que siempre has desbaratado todas las herejías en el mundo entero.

El Papa te aclama: "Triunfadora en todas las batallas de Dios".

Virgen siempre Virgen, antes, en y después del parto.



7

Por la Virgen Dios se manifestaría al mundo y por ella el mundo subiría a Dios; en su seno bendito se darían el abrazo de paz Dios y el hombre.

Ni la encarnación del Verbo en el orden de la naturaleza, ni la elevación del hombre en el orden de la gracia podían efectuarse sin María.

Por ese motivo la acción de María se ha convertido en algo necesario dentro de los planes de Dios para la salvación de la humanidad.

Virgen joven, de la que tiene mucho que aprender la juventud por la frescura de tu Corazón virginal.



8

El alma de María fue un santuario iluminado siempre por el pensamiento de Dios; ni un solo instante permaneció sin Dios.

Constantemente ardía dentro de ella la llama pura del más acendrado amor. Ni los ángeles, ni los querubines y serafines alcanzaron nunca las excelencias de la plegaria de María. Ella sola es un sol que ilumina más a las criaturas y les transmite más resplandores de Dios y ofrece ella misma más gloria a Dios que todas las demás criaturas.

Virgen interpeladora, que cuestiona nuestra vida con con los preceptos de las bienaventuranzas del evangelio.


9

"Toda gracia comunicada a los hombres en este mundo lo es para una triple procesión; porque va del Padre a Cristo, de Cristo a la Virgen y de la Virgen a nosotros.

"En efecto, desde que María concibió en su castísimo seno al Hijo de Dios, ha gozado de una especie de jurisdicción o de autoridad sobre todas las procesiones temporales del Espíritu Santo " (San Bernardo de Siena).

Virgen, huerto cerrado del Señor, nadie más que el Espíritu Santo pudo gozar el aroma de tus flores.


10

Cristo para nosotros ha venido de María, lo hemos recibido de ella. Si queremos ser cristianos, debemos ser marianos, es decir, debemos reconocer la relación esencial, vital, providencial que, une a la Virgen con Jesús y que nos abre el camino, que nos conduce a Él" (Pablo VI).

Si el Papa piensa así de las relaciones de María con Jesús y con nosotros, no nos será lícito a nosotros pensar de un modo distinto.

Virgen fiel, la fe la impulsa a subir al Calvario y a asociarse a la cruz, como al único árbol de la vida.



11

La vida de María fue la aceptación absoluta de la voluntad del Padre. Como Jesús, ella pudo afirmar que su alimento era hacer la voluntad del Padre.

La vida de María es como la de Jesús un amén perenne, un "Sí" indefectible.

No podríamos hallar modelo más perfecto para nuestra vida cristiana; cuando hayamos llegado a decir en todas las circunstancias de nuestra vida: "Sí, Padre", estaremos ya en camino de perfección.

"Virgen concebida sin pecado, nos ofrece María el rostro del hombre nuevo, redimido por Jesucristo, en el cual  Dios recrea más maravillosamente aún el proyecto del hombre" (DP 303)

12

La Virgen nos enseña a vencer la antigua tentación del hombre, que que pertenece ir a Dios, prescindiendo de sus hermanos u olvidándose de ellos, principalmente los más necesitados, en los que Él se manifiesta y con los de un modo particular se identifica.

A María la encontramos sirviendo a la humanidad, al asumir la vocación de Madre del Redentor y al preocuparse desde el cielo de cada uno de sus hijos, principalmente de los que sufren.

Virgen maría, "La Iglesia se vuelve a ti, para que el Evangelio se haga más carne, más corazón de América latina" (DP 303).



13

La Santísima Virgen comenzó su ascensión al Calvario cuando comenzó la infancia de Jesús. María sabe que está criando un Hijo para el sacrificio. Por otra parte, una madre que sabe el doloroso porvenir de su hijo, ¿qué otra cosa puede ser toda su vida, sino una Dolorosa?

A medida que pasaban los días, se acercaba María a aquel viernes terrible en el que vería morir al Hijo de Dios.

Esa fue la vida aparentemente tranquila en la que María se fue preparando al gran sacrificio.

Virgen, que tienes tus delicias con las almas que aman a tu Hijo Jesús;  que sea yo uno de tus preferidos.


14

Las flores dejan su perfume en la habitación donde han estado algún tiempo; la divinidad estuvo encerrada nueve meses en el seno de María;¿cómo no había de dejar allí algo divino?

María tenía algo  de aquel encanto, de aquel atractivo irresistible de Jesucristo con el que arrastraba en pos de sí a las muchedumbres.

Con plenísima razón invoca la liturgia a María aclamándola:  "Toda hermosa eres, María".

Virgen y Madre de Dios, yo me entrego por hijo tuyo y te pido que como a tal me protejas.



15

Para dar, es preciso tener; teniendo en cuenta el papel sublime de dispensadora de las gracias concedidas a los hombres, confiado por Dios a María, ¿no convenía que la colmara de los tesoros sobrenaturales más grandes? ¿No era acaso conveniente que la vida divina se derramara plenamente en ella, toda vez que por ella esta vida debía venir a nuestras almas?

Ella es lo que es, para poder darnos a nosotros; cuanto más nos acerquemos a ella por la amorosa devoción,  más recibiremos de sus gracias.

Virgen y Señora mía,  cúbreme con el manto de tu protección y así viviré seguro y feliz.



16

Cada bautizado ha de ser una encarnación de Jesús;este proceso de reproducción de los rasgos de Cristo en nosotros los realiza el Espíritu mediante la colaboración de María; nadie se ha dejado modelar con tanta perfección como ella.

Ningún molde mejor para que nosotros vayamos cristificándonos que el regazo maternal en el que el mismo Espíritu formó la naturaleza humana de Jesucristo.

Virgen purísima, de célicos ojos elevados al cielo y manos juntas en oración, haz que mi vida no te pierda de vista, ni a ti, ni a tu cielo.



17

Quien se precie de amar a María, debe acudir a su escuela, para aprender a orar de acuerdo con el evangelio. Ella, la Virgen orante, es la Maestra ideal, que podrá enseñarnos estas celestiales lecciones de hablar con nuestro Padre y de escucharlo con atención.

María vivía abierta a lo infinito, atenta a descubrir los planes de Dios, para acogerlos y realizarlos; vivía escuchando a Dios.

Ser cristiano no es sino convertirse en una honda y plena respuesta a la voz del Señor.

Nuestra Señora del encuentro, que yo me encuentre con el Señor y viva siempre junto a Él.



18

Por un instante la creación entera se detuvo y dirigió su mirada a los labios de una doncella de Nazaret. El saludo del ángel de Dios flotaba aún en el aire de aquella primavera inconcebible para la carne, en que el Dios eterno tomara nuestra carne.

Todas las potencias celestiales miraron a la débil muchacha y esperaron: : no satisfecho Dios con enviar a su Hijo único a morar en la tierra, hombre igual a los hombres en todo menos en el pecado, hace depender su plan de todas las edades de los labios de la joven.. ¡Y la joven acepta a Dios en su seno!

                    Nuestra Señora del Sí;
                    Oh, vuestro Sí de amor, cuánta alegría
                    dio a todo ser moral, Virgen María.


19

Su opción por Cristo  le complicó la vida, la empujó a compartir sus trabajos, penas y contradicciones, que llevó clavados en su Corazón constantemente como una espada.

Su ejemplo debe hacernos desconfiar de nuestra pretendida devoción,  si seguimos tranquilamente instalados, sin preocuparnos de los demás. Nada más opuesto a la verdadera devoción que el apego obsesivo a la comodidad, que nos impide entregarnos a Dios y a los hermanos.

Nuestra Señora del amén abrazó plenamente la voluntad salvífica de Dios y así nos dio el ejemplo y nos mueve a que repitamos también el amén de nuestra vida.


20

"María es la Virgen oferente, ejemplo para toda la Iglesia en el ejercicio del culto divino.

"Bien pronto los fieles comenzaron a fijarse en María, para, como ella, hacer de su propia vida una ofrenda a Dios" (Pablo VI).

Nuestra Señora de la esperanza, mantén el ritmo de nuestra espera.



21

Toda nuestra vida cristiana debe ser mariana, ha de estar iluminada y regida por la devoción a María, como la de Cristo.

María estuvo inseparablemente unida a Él desde la encarnación hasta su muerte en la cruz,  y los cristianos debemos ser copia de Cristo.  Si es gran error quedarse en María sin llegar por su medio a Cristo, también lo es prescindir de la que Él escogió como auxilio de su obra de salvación.

Nuestra Señora de las lágrimas, enjuga las nuestras y hazlas meritorias.



22

El Concilio Vaticano II afirma que "María continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión  los dones de la eterna salvación y nos invita a ofrecerles súplicas insistentes, para que interceda ante su Hijo para que las familias de todos los pueblos sean felizmente congregados con paz y concordia en un solo Pueblo de Dios para gloria de la Santísima Trinidad" (LG 69)

Aprende de memoria y repite con frecuencia la oración: "Bajo tu amparo nos acogemos..."

Nuestra Señora de la alegría, por ti ha venido la alegría a todos los hijos de Dios.


23

La Iglesia en el Concilio Vaticano II propone a María como su modelo, y como la Iglesia eres tú, de ahí que María deba ser tu modelo ejemplar y como tal la debas tener.

Que tu vida de cristiano se conforme lo más posible a la imagen de la Virgen; que la Virgen al mirarse  se recree   complacida, como goza una madre, viéndose reproducida en sus hijos.

No podrás hallar espejo más limpio y agraciado donde mirarte que la dulce Virgen María.

Nuestra Señora de la evangelización, evangelízanos para poder evangelizar.




24

El  evangelio nos presenta a María frente a situaciones que ella no tenía por qué comprender.

Algunas de estas situaciones,  como ser Madre virginal y la glorificación de dios mediante el fracaso de la cruz era del todo inauditas y sin precedente alguno. Sin embargo, la reacción de la Virgen en todo momento fue fiarse de Dios incondicionalmente y prestar decidida colaboración a programas en lo humano tan desconcertantes.

Nuestra Señora de la catequesis, que profundicemos la doctrina del evangelio.




25

Si cuantos nos preciamos de amar a la Virgen nos empeñáramos en encarnar y vivir su devoción,  brindando al mundo la auténtica figura de María, la del evangelio, la que sirve para todos los tiempos, la haríamos atrayente y contribuiríamos a su resurgimiento en los fieles cristiano.

A medida que vayamos comprendiendo en toda su pureza la figura de la Virgen,  en el Nuevo Testamento y en la Iglesia de hoy, iremos viviendo más a conciencia la grandeza de nuestra vida cristiana.

Nuestra Señora de la luz, enciende en nuestro caminar la antorcha de la fe.


26

María fue la Mediadora para que la comunidad cristiana recibiera la efusión del Espíritu Santo.

María es la obra maestra del Espíritu Santo; fue Él quien la cubrió con su sombra durante toda su vida, infundiendo en ella la fe, esperanza y caridad.

Ella es el modelo perfecto del fiel cristiano, ya que el amor y obediencia fiel se entregó para servir a la Palabra de Dios.

María con su fe virginal y entrega completa al Espíritu Santo es el prototipo de lo que cada cristiano está llamado a ser.

Nuestra Señora del color, da brillo a nuestras almas con los colores de la gracia.


27

El Espíritu viene sobre María y la vivifica con la vida misma de Dios; así ella recibe una comprensión más completa de su misión en la historia de salvación,  el munus  maternum  o misión maternal, que llaman los teólogos.

Poseyendo el Espíritu, María posee el mismo amor de Dios, que la santifica como su morada. Es en este cubrimiento de María por la sombra del Espíritu Santo en el que ella recibe la fuerza para vivir su nuevo compromiso como Madre del Mesías.

Nuestra Señora de los pobres y necesitados, acuérdate de ellos y socorre sus necesidades de orden temporal y espiritual.




28

La relación de María con el Espíritu Santo de una siempre creciente docilidad y entrega al poder deificador del Espíritu.

La obra del Espíritu en María es conducida continuamente, como hace con todos los hombres creados por Dios, para contemplarlo en todas las cosas, a nuevos niveles de conocimiento de su unidad en la Trinidad con todo el universo creado.

No siempre nos damos cuenta de lo que es capaz de hacer en el corazón del cristiano la actividad el Espíritu de Dios.

Nuestra Señora de los que sufren, suaviza sus heridas y calma sus dolores.




29

Jesús es imagen del Padre y según esta imagen del Padre todos hemos sido creados: María es signo de imagen sacramental de lo que Dios quiere que nosotros lleguemos a ser en Cristo.

María es el anticipo de Dios, como si dijéramos la señal de lo que los cristianos podemos esperar ser por ser la gracia  de Dios. Dios redime a María no para sí misma, sino para nosotros, para que sirva a la edificación del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, es decir: nosotros.

Nuestra Señora de los que se sienten felices, que su felicidad no los aleje de Dios, antes los acerque más a Él.




30

          Madre de los pobres,
              los humildes y sencillos, de los tristes y
              los niños que confían siempre en Dios;
              tú la más pobre, porque nada ambicionaste,
              tú, perseguida, vas huyendo de Belén.
              Tú, que en un pesebre ofreciste al Rey del cielo,
              toda tu riqueza fue tenerlo sólo a Él.
              Tú que en sus manos sin temor te abandonaste,
               tú que aceptaste ser la esclava del Señor,
               vas entonando un poema de alegría:
               "Canta, alma mía, porque Dios me engrandeció".

Nuestra Señora de la justicia, no permitas que la justicia humana se emplee para oprimir a los desamparados.


MARÍA MISIONERA


OCTUBRE

1

La Iglesia quiere que contemplemos a María como muy cercana a nosotros por ser pura criatura y la primera redimida por Cristo, como espejo en el que tenemos que mirarnos, imitando sus virtudes, como prototipo que ha realizado plenamente el proyecto cristiano, viviendo entregada enteramente a la Persona y a la obra de Cristo, como Madre y abogada que intercede por nosotros y nos señala con su vida el camino de felicidad al Padre y de amor a Jesucristo.

Nuestra Señora de la fortaleza de espíritu, que no desmayemos, ni perdamos fuerzas y entusiasmos en la obra de nuestra purificación y perfección.


2

María estaba contenta y llena de gozo en todo momento, porque en su humildad,  en su postura ante la grandeza de Dios, experimentó que " a quien se humille, lo ensalzarán".

Dios se aleja de los soberbios, pero da gracia a los humildes. Dios se deleita en María, porque ella es de un modo auténtico lo que Él quiere que sean todos los hombres.

Ya ves cómo, asemejándote a María, estás cerca de ser lo que Dios quiere que seas.

Nuestra Señora de la templanza, que seamos moderados en el goce de los bienes de la tierra.




3
María es santa, tanto porque Dios la ha llenado de su Espíritu de amor, como porque ella cooperó libremente con su gracia.

Nosotros también hemos recibido el privilegio del mismo Espíritu de reconocer su santidad como norma para todos nosotros. Si María era tan santa por la gracia de Dios y su personal y continuada cooperación, ¡por qué nosotros no podemos llegar  a serlo, si la gracia de Dios a nosotros tampoco nos ha de faltar?

Nuestra Señora del temor de Dios, que nuestro temor de ofender a Dios sea filial y no meramente servil.



4

La gloria de María y la gloria de los santos es la gloria del Cuerpo de Cristo; la Iglesia celestial no está ya en peregrinación, sino en gracia, y María es la más santa de todos los miembros del Cuerpo de Cristo glorificado.

Crecemos en la esperanza de alcanzar también el estado de  gloria que ellos gozan, esperemos, ansiosamente, que se realiza en nosotros lo que creemos que el Espíritu de Dios ha conseguido ya en María.

Nuestra Señora de los niños, protege su inocencia y apártalos de los escándalos.


5

Jesús está ahora intercediendo por nosotros y María está unida a Él, buscando ayudarnos. Si María en la tierra vivió sólo para Cristo, con mayor razón quiere ahora conducir todos a Él.

María está en el cielo con  plena conciencia y conocimiento de nuestras necesidades y su amor hacia nosotros la impulsa a socorrernos; de ahí debe surgir en nosotros la voluntad de acudir a la celestial Señora y la plena confianza con la que debemos invocarla, pidiendo su protección.

Nuestra Señora de los jóvenes, que empleen el dinamismo de su juventud en conseguir un ideal que los ennoblezca y santifique.



6


A medida que rezamos: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros" experimentamos su presencia maternal. Ella se transforma en el canal de la gracia, que nos hace hijos de Dios y miembros de la Iglesia.

Vivamos constantemente su presencia santa, confiando en que ella con su poderosa intercesión nos hará vivir la gracia de Dios, el amor del Padre celestial.

Para el cristiano, María es el don más precioso que Dios le ha regalado con su Hijo Jesús.

Nuestra Señora de los adultos, que te tomen como su modelo.




7

Por el rosario elevamos al cielo la más auténtica voz de los hijos de María, que pretende coronar la frente de su Madre con cincuenta rosas nacidas en el campo bíblico de la historia de la salvación.

Nuestra devoción a la Virgen  Santísima será bueno que se manifieste a través del rezo del santo rosario; sea este el obsequio que diariamente ofrezcamos a la Madre de Dios y si ese rezo del rosario se realiza en familia, será la mejor forma de merecer para todos los integrantes del hogar las bendiciones, las gracias y protección de la Santísima Virgen, quien no podrá desoír esa oración.

¿Quién no querrá para los suyos las bendiciones del cielo?

Quede esta sugerencia en la conciencia de cada uno.

Nuestra Señora consuelo de los ancianos, para que no se sientan solos, acompáñalos con tu maternal protección.


8

No olvidemos que para ir a Jesucristo no vamos a encontrar camino más seguro, ni más fácil, ni más eficiente y rápido que María Santísima. Por eso, el que quiera llegar a Jesucristo, comience dirigiéndose a María. Ella es la más interesada en que lleguemos a Jesucristo y ella nos conducirá como de la mano de su Hijo divino y por Él al Padre celestial.

Si Jesús dijo que Él es el camino para ir al Padre, muy bien podemos afirmar que María es el camino para ir a Jesús.

Nuestra Señora, esperanza de los que mueren en tu Hijo Jesús, acompáñalos en aquella hora y defiéndelos del enemigo infernal.



9

Al orar le hemos dicho al oído muchas cosas que necesitamos y el Señor nos ha escuchado y por eso nos ha dado a María como nuestra madre, para que ella ponga  calor donde hay frío, comprensión donde hay rechazo, unión donde se ve el alejamiento, fe donde hay descreimiento, amor donde se sufren los efectos del odio o de la indiferencia.

Es María Santísima la que puede traernos todas esas cosas buenas y tan deseables; si queremos conseguir todo eso, vayamos a María, así como cuando deseamos agua acudimos a la fuente.

Nuestra Señora de las promesas, pues en ti se cumplen las promesas de Yahvé, ayúdame a cumplir las promesas del bautismo.



10

Entre Dios y el prójimo hay una especie de interrelación por la que no es posible faltar a uno,  sin faltarle al otro; y el olvido de nuestros deberes para con Dios debilita y termina por anular la fuerza para cumplir con el prójimo.

María Santísima amó tanto a los hombres porque su Corazón estuvo abrasado en el amor a Dios; su inmenso amor a Dios se ha manifestado en el amor entrañable a sus hermanos los hombres.

Así se nos presenta el Corazón de María como nuestro modelo ejemplar; así hemos de vivir nuestra vida cristiana, es decir, nuestro amor a Dios y al prójimo.

Nuestra Señora del silencio, que yo hable cuando sea prudente hablar, pero que sepa callar cuando haya que callar.




11
Para nuestra madre de la tierra deseamos  siempre las cosas mejores y más hermosas,  le pedimos a Dios lo mejor de la tierra y lo más selecto del cielo.

Y si esto deseamos para nuestra madre terrena, ¡qué no vamos a desear a nuestra Madre del cielo"

Si nada hay en la tierra que podamos comparar con la madre, ¿qué podremos hallar en el cielo comparable con la Madre celestial?. Después de Dios nada, ni nadie hay tan grande y sublime como la Santísima Virgen María.

Nuestra Señora de la entrega, que dijiste: "Hágase en mí según tu Palabra", que sea esa también nuestra posición durante toda nuestra vida.


                            

12

Somos hijos de Dios y como tales tenemos en el cielo un Padre y una Madre, que velan por nosotros, que constantemente nos vigilan, para que no caigamos en el mal, sino más bien practiquemos la virtud.

Somos de la raza de Dios. San Pedro llega a afirmar: "Sois del linaje de Dios, sois dioses sobre la tierra, porque participáis de la naturaleza de Dios por medio de la gracia".

María Santísima desempeña un papel importante en la comunicación de esa gracia y por eso la llamamos: "Madre de la divina gracia".

Nuestra Señora del compromiso con el Espíritu Santo: que no olvidemos nunca la dignidad de nuestro linaje.

                                      

13

La Virgen María nos dio ejemplo de cómo se debe tratar al niño; como trató ella, como cuidó, como respetó al Niño Jesús; sabía ella quien era su Hijo, descubrió en Él al verdadero Hijo de Dios, como en cierto grado deben descubrir todas las madres en sus hijos que, si bien no son hijos de Dios por naturaleza, como lo era Jesús, sí lo son por adopción, que por eso todos llamamos a Dios: "Padre nuestro que estás en los cielos".

Nuestra Señora de la salvación, sé tú quien nos guíe hasta Dios.



14

Los padre y madres lo mismo que los formadores de la niñez y la juventud, tienen en maría Santísima el mejor modelo para la formación de los niños y jóvenes.

María tuvo que ejercer con el Niño Jesús todos los oficios que una madre desempeña con su hijo.

A nadie, pues, mejor que a ella pueden invocar las madres y los padres a fin de cumplir con sus hijos la noble misión que Dios les ha encomendado.

Nuestra Señora, que subiste a los cielo donde ahora reinas gloriosa, no dejes de escuchar las voces de tus hijos que claman por ti.

                                              


15


Hay una sola cosa en el que no cabe el quizá: es el amor.

Así como la Virgen Santísima amó a Dios y a los hombres con toda la intensidad y con toda la vehemencia de su corazón, así debemos hacer nosotros : hemos de amar siempre sin restricciones, sin límites, sin excepciones de ninguna clase; hemos de amar a Dios cuanto seamos capaces de amar,  hemos de amar al prójimo, cuanto el prójimo necesite de nosotros.

Nuestra Señora de la oración, descúbrenos los encantos de la conversación con Dios, nuestro Padre.

                                    

16

La Virgen María amó, y amó en tal grado, que ofreció su propio Hijo a la muerte, a fin de que nosotros sus hijos del mundo no pereciéramos eternamente.

Por otra parte la Virgen María la invocamos como la Virgen fiel, pues en ella no hubo nunca ninguna doblez ni falsía; fue siempre veraz, siempre auténtica, siempre fiel en todo y para todos.

Nuestra Señora de la intimidad con el Espíritu Santo nos enseña que nuestras relaciones con Dios deben desarrollarse allí en lo más íntimo de nuestro ser.



17

María Santísima fue en todo mujer y en todo Madre de Dios, ella no hizo nunca ninguna distinción entre estas realidades, dándonos a nosotros la más hermosa lección de como nosotros los cristianos debemos vivir nuestra realidad bautismal en la misma dimensión humana. En nosotros no debe separarse el cristiano del hombre, ni el hombre del cristiano. Nunca podemos hallar una circunstancia en la que obremos como hombres y no como cristianos o como cristiano y no como hombres.

Nuestra Señora de las maravillas, en la que Dios hizo grandes cosas, te ofrecemos nuestro homenaje de hijos.

                                       

18

Busca a Dios; pues, si lo buscas, lo encontrarás y, si lo encuentras, toda tu vida cambiará de color y de sentido.

La humilde Virgen de Nazaret atrajo a Dios a su  Corazón por su sencillez. Ella cuando es saludada por el ángel como Madre de Dios, no se engríe, sino se llama así misma " la humilde esclava del Señor".

En el evangelio, si exceptuamos las bodas de Caná,  Nunca aparece María en los momentos de triunfo y de éxito de Jesús; en cambio se halla presente en los momentos de dolor.

Busquemos a Dios con la humildad de María y lo encontraremos con ella y como ella.

Nuestra Señora del perdón, a nuestra ingratitud al ofenderos, responde con tu perdón.




19


Para no fracasar en nuestro apostolado, sigamos el ejemplo que nos dieron los Apóstoles: cuando Jesús subió a los cielos se reunieron todos alrededor de la Madre de Jesús y de ella recibieron las últimas recomendaciones antes de dispersarse por el mundo; ella iluminó sus mentes para la tarea de la evangelización.

Razón tiene, pues la Iglesia al invocar a María como Estrella de la evangelización.

Nuestra Señora de la fe nos enseña que la fe no es tanto una aceptación fría de la inteligencia, cuanto un abrazar cálidamente a Cristo  y a su mensaje.




20

Fíjate en la vida de la Virgen María; ella nunca se quejó de que su divino Hijo hubiera tenido que nacer en una cueva y ser reclinado en un pesebre, ni de que ella tuviera que vivir como una de las más pobres mujeres de Israel.

No se quejó por ver a su Hijo Jesús perseguido por las autoridades y aun condenado a muerte y crucificado para salvar a los hombres.

María aceptó plenamente el plan de Dios, aunque para ella fuera dolorosísimo y humillante. Aceptemos nosotros en todo la voluntad de Dios.

Nuestra Señora de la salud, acompaña y consuela a los enfermos y devuélveles del alma y del cuerpo.




21

El Espíritu Santo reveló proféticamente a la Virgen María que ella sería alabada por todas las generaciones a través de los siglos,  pero ella no se atribuyó a sí misma el mérito de ese coro de alabanzas, sino que glorificó al Señor, es decir,  dio a Dios la alabanza y la gloria, que los hombres le habrían de tributar a ella con el correr de los tiempos.

¿Pudo María ver proféticamente que tú te sumarías a ese coro de alabanzas y que cantarías sus glorias con entusiasmo y devoción?

Nuestra Señora de la misericordia, haz que todos sintamos tu protección maternal.



22

Mientras la Virgen María vivió aquí en la tierra asumió sus responsabilidades de madre y de ama de casa.

Ella no tuvo sirvienta que le hiciera las cosas de la casa; más bien se convirtió ella en sirvienta de su prima santa Isabel.

Para cumplir con el censo, que era una ley civil, viajó a Belén, la ciudad de sus antepasados, pese a lo avanzado de su estado de gravidez. María no se desentendió de las cosas materiales ni de los deberes temporales, sino que los cumplió a la perfección.

Aun en eso es nuestro modelo

Nuestra Señora del hogar cristiano, que en todos nuestros hogares se fomente la unión y la paz.




23

Que todas las páginas del libro de la vida merezcan el visto bueno y la aprobación de la Maestra de la vida.

En cada página escribe un acto de devoción a la Virgen, una oración a ella.

No te olvides que si ella te presenta a Dios, estarás ciertamente salvado;  llevando en el libro de tu vida la devoción a María, llevas contigo la mejor garantía de tu eterna salvación.

Nuestra Señora del gozo en la resurrección de Jesús,  que todos podamos alegrarnos en nuestra propia resurrección.





24

San Antonio María  Claret  fue el apóstol de la Virgen, difundiendo por todas partes la devoción al Inmaculado Corazón de María; fue también el apóstol del santo  rosario por expresa voluntad de la Santísima Virgen que le reveló que lo había elegido a él para que fuera el Domingo de Guzmán de su siglo, propagando la devoción al santo rosario.

La jaculatoria que más repetía san Antonio María Claret era ésta: "Dulce Corazón de María, sed la salvación mía".

Nuestra Señora de la meditación, que tu Hijo nos conceda el perdón y la paz.



25

Si quieres encontrar un camino fácil, seguro y rápido para llegar a la santidad, te digo que no hallarás otro mejor que la devoción a la Virgen Santísima.

Te lo he  repetido varias veces a lo largo de los meses ya pasados y lo hago de un modo consciente, porque sé la capital importancia que esto tiene.

No lo dudes; nadie como María te llevará a Jesús y por Jesús al Padre celestial; nadie como ella te apartará del pecado y te hará practicar las virtudes del evangelio, nadie como ella, te llenará del Espíritu Santo.

Nuestra Señora de la liberación contribuyó con su Hijo a que fuéramos liberados de la horrenda noche que sobre nosotros pesaba.
                         

26

A María Santísima la Iglesia la invoca como Sede de la sabiduría, Madre de la divina ciencia, Maestra de la vida, Madre del buen consejo y otros títulos similares.

Si queremos penetrar y adelantar en la ciencia de Dios, alistémonos en el aula de esta bondadosa Maestra; ella mejor que nadie nos podrá llevar al conocimiento de quien es Dios y de las cosas de Dios. El que conoce todas las cosas, pero no conoce a Dios, es en realidad un ignorante; el que conoce vivencialmente a Dios, en Él conoce todas las cosas.

Nuestra Señora de todas las virtudes es propuesta por la Iglesia como modelo de todas ellas.




27
                                                    
La Virgen María se preocupó de Dios, de su divino Hijo Jesús, pero también se preocupó de nosotros los hombres y sufrió por los hombres y oró e intercedió por los hombres.

Ahora en el cielo sigue interesándose por nosotros,  sabe que nos hallamos necesitados de su ayuda y protección.

Los cristianos sabemos muy bien todo esto y así invocamos a la Virgen con tanta frecuencia y devoción.

Nuestra Señora de las almas del purgatorio, proyecta su bondad hasta las almas benditas, sobre todo las que han vestido su santo escapulario.



28

El Evangelio nos trae aquella hermosa narración que nos presenta a la Virgen María en las bodas de Caná, preocupándose del bienestar de los convidados.

Ahora en el cielo no ha perdido su preocupación por nosotros y está siempre dispuesta a socorrernos en todas nuestras necesidades espirituales y temporales.

Invoquemos a la Virgen todos los días de nuestra vida; con confianza, sabiendo que ella es maternalmente bondadosa;  con humildad, pues ella es poderosa para conseguir cuanto se le pida; con amor, pues ella es nuestra Madre celestial.

Nuestra Señora de la Santidad no desea para nosotros ninguna cosa tan intensamente como que seamos santos a los ojos de Dios.



29

María Santísima fue elegida por Dios para ser la Madre del Verbo encarnado; desde este momento no podemos dejar de ver en María su divina Maternidad, que es la que da la explicación de toda su vida, de todos los privilegios que le fueron concedidos por Dios.

Así el cristiano es cristiano en toda su vida y ha de conducirse como cristiano en todas las circunstancias y en todo momento.

Nuestra Señora de las gracias, pues no hay gracia que Dios nos conceda que no pase por las manos de María.





30

El hombre que no está en Dios, es ciertamente un excéntrico.

De la Virgen María nos afirma san Lucas que conservaba en su Corazón todas las palabras de Jesús y las meditaba en su intimidad; así nos enseña que la Palabra de Dios, la voluntad de Dios, debe guiarnos como norma de conducta en nuestra vida.

Es Dios el que debe señalarnos la ruta que hemos de seguir.

Imitemos a la Virgen María, recibiendo con docilidad y guardando con amor la Palabra de Dios.

Nuestra Señora del trabajo, cuyas manos no fueron ociosas; su misión, como la de Jesucristo, fue servir.



31

El himno maravillosos del Magníficat que entonó la Santísima Virgen, alabando la gloria del Señor y agradeciéndole las maravillas que en ella había obrado, viene a ser como la parte del solista, que la humanidad encomendó a la Virgen y que ella ejecutó en nombre de todo el coro, en nombre de toda la humanidad, que así agradecía a Dios el haberse hecho hombre para salvar a todos los hombres.

Nuestra Señora del magníficat expresa la alegría de los pobres,  que han vivido la experiencia de un Dios Salvador.
     



MARÍA SANTÍSIMA ES REINA
                               


NOVIEMBRE


1
María Santísima es la Reina de todos los santos; a todos ellos los supera en gracia de virtud y santidad. 

Por eso si a los siervos de Dios los llamamos santos, a ella la distinguimos con el superlativo: Santísima.

Es, pues, la fiesta de todos los santos, pero en particular de la más santa de todos ellos: la santísima Virgen maría.

Nuestra Señora de la fidelidad a la ley,  pues la cumplió puntualmente y con espíritu de amor.


2


Ante el pensamiento de la muerte, debemos recordar que el alma del hombre es un vaso que sólo se llena de eternidad.


Al  píe de la Cruz de Cristo estuvo su Madre Santísima con su corazón lleno de pena, traspasado por la espada del dolor más acerbo, viendo morir a su Hijo.  Allí ella recibió en los brazos el cuerpo muerto de su Hijo Jesús, nadie sufrió como ella. Ella puede darnos a nosotros las pautas para nuestros momentos de dolor.

Suframos, lloremos si es preciso, pero siempre abierto nuestro espíritu a la esperanza.

Nuestra Señora de la audacia para subir al Calvario y estar de pie junto a la cruz.




3



Cuando María Santísima presenció la muerte de su hijo, no perdió la fe, no olvidó sus palabras y sus promesas; esperó su resurrección, que cambió la derrota en triunfo, las lágrimas en sonrisas, el dolor en alegría, las tinieblas en luz. 

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