Hogar María Jesús Upegui
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Haz cada día tu obra
Trabaja hoy en la tarea que el dedo de la
Providencia te señala.
Y nada te turbe la paz interior, ni la
serenidad
profunda de tu espíritu.
lo demás. Lo de ayer y lo de mañana,
no te inquiete.
Es Dios, Señor del tiempo y de la eternidad,
el que recoge lo pasado o dispone lo
venidero.
A ti, te baste el andar cada día. Esos pasos
de
hoy, camínalos con energía fecunda,
pero sin prisas y en sosiego del alma,
no te turbe la comezón del resultado, ni te
avergüence la humillación del fracaso
Porque el éxito lo llevas en ti mismo, en la
seguridad
providencial de Dios.
Confía, cultiva amorosamente el jardín, al
son de tus canciones. Sufre, calla y espera.
Ten la esperanza de que un día se
abrirán las rosas.
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Oración del Directivo
Al iniciar este nuevo día
de luchas y trabajos, te pido Señor que
ilumines mi mente, me fortifique el
corazón y me pongas a nivel de las
responsabilidades que tendré que afrontar
durante otra etapa más. Hay
muchos ojos mirándome, muchas ansias pendientes de
mí, y muchas
esperanzas floreciendo bajo mi mandato. Por eso Señor te pido:
Hazme comprender las
flaquezas de mis subordinados
y ayudarlos cada vez que sea necesario.
Hazme humilde para que no
me exalte ni los menosprecie
y para que en vez de un director sea un consejero
y en vez de un enemigo, un compañero y colaborador.
Hazme justo, imparcial y
sereno para que pueda
decidir con acierto sobre todas las cuestiones
que me
sometan a consideración.
Hazme dominar las técnicas
de trabajo sobre las cuales mando,
para que mis subordinados no se sientan desprotegidos
por mi ignorancia.Hazme dar siempre los
consejos
y sugerencias precisas para cada caso
y cada necesidad.
Hazme comprender que mis
subordinados son personas
humanas y que poseen ideales, aspiraciones
y deseos
de superación.
Hazme escuchar atentamente
las insinuaciones buenas
que me hagan y estudiar con todo detenimiento
y cordura los problemas que me
expongan.
Hazme limpio de corazón,
líbrame de fatuamientos y de complejos y
complejos de superioridad, para que no
crea que el mundo comienza y
termina en mí todos los días.
Hazme prudente para que no
emplee técnicas
de terrorismo psicológico con mis dirigidos,
ni viva el plan de
acusación permanente.
Hazme conciliador,
generoso pero sin perder
la rigidez y la autoridad que necesito para desempeñar
mi cargo con justicia y lealtad.
Hazme firme la idea de que
mis subordinados merece respeto,
tanto como yo misma, y que no debe usar con
ellos vocablos
descorteses ni gestos despectivos o subestimadores.
Acompáñame finalmente, a
través de toda mi jornada con la luz de tu
sabiduría, con la pureza y humildad
de tu corazón, para que la labor a
mi empeño encomendada se realice lo mejor
posible, sin heridas ni
maltratos, sin vencedores ni vencidos.
ORACIÓN
Querido Jesús, ayúdame a esparcir tu fragancia
por donde quiera que vaya
Inunda mi alma con tu espíritu y vida.
Penetra y posee mi ser tan completamente,
que mi vida sólo sea un resplandor de la tuya.
Brilla a través de mí y permanece tanto dentro de mí
que cada alma con la que tenga contacto
pueda sentir tu presencia en mi alma.
¡Permite que ellos al mirarme no me vean a mí,
sino solamente a ti, Jesús!
Quédate conmigo y entonces podré
comenzar a brilla como tú brillas, a brillar tanto
que pueda ser una luz para los demás.
La Luz , oh Jesús, vendrá toda de ti.
nada de ella será mía; serás tú que brille
sobre los demás a través de mí.
Permíteme así alabarte de la manera que tú más amas,
brillando sobre aquellos que me rodean.
Permíteme predicarte sin predicar,
no con palabras, sino con mi ejemplo,
con la fuerza que atrapa,
con la influencia compasiva de lo que hago,
con la evidente plenitud del amor que
mi corazón siente por ti.
Amén
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EVANGELII GAUDIUM Alegría del Evangelio y su anuncio
en el mundo actual
"La alegría de Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría"
Papa Francisco
Cincuenta años han pasado desde la clausura del Concilio Vaticano II Cincuenta años de una profunda y constante renovación en toda la Iglesia; sin embargo, aún nos queda un vasto camino por recorrer. La Iglesia en nuestros días está llamada a seguir renovándose, buscando siempre que todo en ella colabore a la Evangelización.. Este es el llamado que el Papa Francisco nos lanza en su Exhortación Apostólica Evangelli Gaudium (EG )
Nuestro mundo se encuentra marcado por una amplia oferta de caminos de "felicidad", todos los cuales se presentan como los mejores y definitivos. Todos y cada uno de estos caminos se presentan como la felicidad completa, pero no es así. Podemos citar muchos ejemplos, y en cada caso llegar a la misma conclusión: no hay una felicidad completa dada por el hombre; entonces, el único que nos puede dar una felicidad verdadera y buena es Dios. Este es el mensaje del Evangelio, de la Buena Nueva traída por el Señor Jesús: este es el mensaje que todo creyente debe transmitir: Dios nos ha amado, por eso nos envió a su Hijo y nos redimió, y por eso estamos alegres.
Nuestra vida como oyentes no puede manifestar otra cosa que no sea la alegría del encuentro con el Señor Jesús; encuentro que nos ha transformado y motivado para salir adelante. La vida del cristiano debe mostrar a cada momento la alegría de este encuentro, si no es así, no nos podremos llamar realmente seguidores del Señor Jesús. Por otra parte, la alegría no se agota en nosotros mismos, sino que se contagia. Es por esto que el cristiano está llamado a comunicar aquello que ha recibido: la alegría del amor del Señor.
La alegría se renueva y se comunica "Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él (...) Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos" (LEG 3)
Partamos de una afirmación: todos y cada uno de nosotros es Iglesia y por tanto responsable del anuncia y vivencia del evangelio. Esto no se nos puede olvidar en ningún momento. Nuestro mundo, como ya lo dijimos, atraviesa por muchas dificultades, muchas de las cuales nos quitan la alegría o nos engañan al sernos ofrecidas; por esto, se hace necesario que cada uno de nosotros tome en serio su bautismo y se encamine hacia el encuentro del Señor y hacia la construcción de una sociedad más justa. Un verdadero creyente no puede dejarse llevar por los sentimientos de materialismo y poca caridad en los que vive nuestro mundo, sino que debe procurar llevar en todo momento la alegría transformadora del amor de Dios.
Ahora bien, ¿de dónde nos viene la alegría? La respuesta no podría ser otra que de Dios. Hermanos, el Papa Francisco nos recuerda que ha sido el Señor quien nos ha amado, perdonado y redimido, y que por eso nosotros debemos estar alegres, buscando en cada momento comunicar ese amor que hemos recibido. No se puede comprenderse un cristiano amargado o egoísta, un cristiano que se crea miembro de una élite en la cual los "pecadores" no tienen lugar; al contrario, un cristiano debe mostrar el rostro amoroso y misericordioso del Señor a todos los hombres y en todos los ambientes.
Hermanos, la alegría de encontrarnos con el Señor no nos exime de enfrentar dificultades, pero estas sí nos dan la confianza que el Señor no nos abandonará, pues Él mismo se ha hecho cercano y fiel a nosotros. No caigamos en la tentación de reclamarle y abandonarlo en los momentos difíciles; por lo tanto, y como lo hemos venido diciendo, nuestra fe y la alegría que ella conlleva, deben hacernos tener una actitud nueva ante la vida. Si evangelizamos en las alegrías, ¿por qué no hemos de evangelizar también en los momentos difíciles? Ningún momento es inadecuado para anunciar la Buena Nueva del Señor.
Si queremos que este deseo (anunciar la Buena Nueva del Señor en todo momento)se haga realidad, debemos empezar transformado nuestras propias vidas, de manera que el interior y exterior de nuestra Iglesia todo contribuya a que el mensaje del Señor sea conocido. Es por esto que debemos revisar constantemente nuestras actitudes y costumbres, pues muchas veces, nos cerramos al camino y no permitimos que el Señor nos hable en nuevas realidades y de nuevas maneras. Ahora bien, debemos tener en cuenta que la obra de la Iglesia no es nuestra, sino que es del Señor, por medio de nosotros, quien acompaña y guía a su Iglesia; por lo tanto, debemos esforzarnos por quitar todo aquellos que estorbe a la venida de su reino. Esta "limpieza a favor del reino, no debe ser únicamente hacia afuera, sino más importante, hacia adentro.
Transformación misionera de la Iglesia
"La evangelización obedece al mandato misionero de Jesús: "Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que os mando" (EG 19)
La Iglesia existe para evangelizar, por lo tanto, todo en ella debe servir para que este propósito se haga realidad. El mensaje de amor y salvación que el Señor Jesús nos ha venido a traer no puede ser encarcelado o mezquinado, sino que debe ser llevado a toda persona en cualquier situación y tiempo. Todos los seres humanos, sin importar su condición, están incluidos en el plan amoroso del Señor. Nosotros, como cristianos, no podemos ser un medio de discriminación o rechazo, sino que debemos ser todo lo contrario: un signo de amor y acogida, para que todo el mundo crea y se convierta.
La Iglesia debe ser misionera porque esa es su misión, lo cual exige, de nuestra parte, capacidad para orar, comprender y encarnar la Palabra de Dios en nuestros ambientes. Ahora bien, esta comprensión y encarnación no serán perfectas ni acabadas, pero es mejor así, pues es gracias a ello que el Señor continúa sosteniéndonos con su Espíritu. Es preferible fallar por esforzarse, que fallar por no hacer nada. Toda la Iglesia debe ponerse en actitud de conversión, de manera que pueda liberarse constantemente de todo aquello que no le permite ser fiel al Señor Jesús.
Todos los espacios, grupos, ministerios y servicios al interior de nuestra Iglesia deben ser y servir como medios misioneros; es decir, como realidades en las cuales se encarnen los valores del Evangelio y su deseo por llegar a todas las personas. Esta preocupación implica que nosotros nos centremos en lo que es realmente importante, ya que si queremos evangelizar, debemos saber que hay una jerarquía de verdades, es decir, unas verdades que son más importante y fundamentales que otras. Por ejemplo, no tiene la misma importancia aprenderse las obras de misericordia, que asistir a la Eucaristía y comulgar. Hermanos, para comenzar una verdadera conversión en nuestras vidas y comunidades debemos empezar por saber que lo más importante es el encuentro con el Señor Jesús, y esta debe ser nuestra prioridad; ya con el tiempo, las demás verdades y costumbre se irán asimilando. Por otra parte, y esto es fundamental, , la relación con el Señor Jesús y el conocimiento de su Iglesia no es una cuestión mecánica y terminada, sino que exige un proceso continuo y largo, así como paciencia y acompañamiento. No esperemos que las personas den un paso agigantado cada vez, y menos que de la noche a la mañana se "aprendan" todo lo que enseña la Iglesia. Caminemos con paciencia y así la relación con el Señor Jesús será más profunda. El encuentro real y profundo con la Palabra de Dios, con el Señor Jesús y con la Iglesia; la respuesta misionera y el compromiso de cada uno de nosotros, no nos deben llevar a ninguna otra parte que hacia la misericordia con el que sufre y con el que está necesitado.
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MARÍA JESÚS UPEGUI MORENO
Contemplamos la realidad de nuestra sociedad:
Violencia, ignorancia, pobreza, desempleo,
niños que carecen de cariño, atención y cuidado; prostitución infantil,
violencia intrafamiliar.
Atropello a los derechos del niño, desplazamiento forzado, pornografía,
drogadicción, desnutrición, niños especiales, discapacitados,
pobreza extrema.
Queremos ser fieles a Dios y al hombre de nuestro tiempo
Como ella, buscamos a los menos privilegiados, en el campo
de la educación y de la salud un medio de evangelización
Laicos comprometidos
Siervas del Santísimo y de la Caridad
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