LA
ESPIRITUALIDAD DE LA POBREZA EN LA BIBLIA
Hna. Margarita
Berrío Puerta
El amor al hermano pobre
es la verificación del Amor fraterno. El Amor a los pobres, nuestros hermanos
privilegiadamente traducido en misericordia . solidaridad y luchas por causa
justa es una constante en le Espiritualidad de nuestra vida de pobreza.
Y…?Quiénes son los
pobres?-La niña de los ojos de Dios, los marginados en alguna de tantas formas
como existen en esta pobre humanidad, pero en concreto son los que sufren
necesidades de: amor, amistad, hambre, sed, desnudez, salud, techo, educación
los carentes de lo más necesario aunque no mendiguen. No sólo esto es exigencia
inescapable del Amor, sino que es fuente de espiritualidad y de experiencia de
Dios.
El valor tradicional y
actual del Amor a los pobres, oprimidos y sufrientes en la espiritualidad
cristina, tiene su origen y fundamento en Dios mismo que se ha revelado como un
Dios de predilección por los desamparados y que ha establecido entre su rostro
y el rostro de los pobres una relación particular, por esto, en el Amor y
Servicio al pobre, se sirve y se ama a Dios.
Bíblicamente, estos
antecedentes, de pobre, se remontan al antiguo testamento, se encuentran
específicamente marcados por los
profetas del exilio. Sabemos que la religión de los Judíos estaba muy centrada
en el culto a Dios, en las prescripciones legales y rituales. Durante el exilio
esta mentalidad religiosa entró en crisis, pues el pueblo se encontró sin las posibilidades de ofrecer su culto
tradicional… “No tenemos ni un sitio donde ofrecerte primicias…(Dan: 3,38)
Estas condiciones fueron aprobadas por los Profetas para educar al pueblo y
transmitirle el mensaje de Dios: Isaías 2,10-17; 58,6 y 55… su mensaje es más o
menos el siguiente: “No importa tanto, no tener sacrificios que ofrecer, porque
la Religión que Dios quiere y la conversión que Dios exige es ante todo que se
hagan misericordia y justicia al oprimido, al huérfano y a la viuda…el
sacrificio que agrada a Dios es romper las cadenas infausta, desatar los yugos,
liberar a los oprimidos, compartir el pan con los hambrientos, albergar a los
pobres sin abrigo, vestir al desnudo…” es decir, ejercitar la caridad con el
hermano necesitado; pues, el pobre tiene para Dios un valor religioso, que
servirle, equivale a dar culto a Dios a convertirse a Dios.
Así es como emerge en la
Biblia la dimensión religiosa de la espiritual de la pobreza.
Esto queda bien
profundizado en el Nuevo Testamento, cuando la Virgen María, a la espera de
Jesús, proclama en su canto del Magníficat que la salvación de Dios tiene que
ver con la Justicia hacia los pobres (Lucas 1,52 y 55) ella se sitúa en la
tradición de los Profetas, en la línea de los “pobres de Yavé” :”derribó de sus tronos a los poderosos y
exaltó a los humildes, colmó de bienes a los hambrientos…”
Jesús de Nazaret es la
definitiva revelación, como el Dios de los Pobres, que los ama con
predilección, que trae un reino para ellos, que ejerce su misericordia con los
que sufren deshumanización y que trae justicia y fraternidad a los más
oprimidos y marginados de la sociedad.
Nace en el lugar de los
pobres y vive la mayor parte de su vida en medio de ellos, compartiendo la
oscuridad y dureza de una aldea periférica y despreciada. Para su apostolado se
rodeó de gente sencilla, de pobres y humildes pecadores, pero siempre anunció
la esperanza del reino a todos sin distinción. Fue entre los marginados,
enfermos y desamparados donde realizó los signos de liberación total que
acompañaban su predicación. Su muerte en el despojo y el desamparo es su
testimonio final por los pobres e indefensos. Su testamento de Amor por los
pobres y oprimidos quedó plasmado en el discurso de las Bienaventuranzas (Lucas
6,20 y 21). Este mensaje está presente en todos los demás discursos de Jesús,
de entre ellos merece especial atención la parábola del juicio final (Mt. 25,
31 y 46… “Vengan benditos de mi Padre y tomen posesión del reino…” porque tuve
hambre y ustedes me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui
forastero y me recibieron en su casa, anduve sin ropa y me vistieron, estuve
enfermo y me cuidaron, estuve preso y me visitaron…¡Señor ¿cuándo te vimos
hambriento y te dimos de comer?...y el Rey respondía: cuando lo hicieron con
alguno de los más pequeños de estos mis hermanos me lo hicieron a mí.
En esta misma parábola,
Jesús va más allá de su enseñanza sobre el pobre llegando hasta identificarse
con él…”Lo que hiciste a uno de estos mis hermanos más necesitados lo hiciste
conmigo”. Jesús se identifica con todo ser humano, cercano o lejano y de una
manera privilegiada con el más pobre y necesitados; entonces la presencia de
Jesús en el pobre debe transformar nuestra vida de pobreza en un camino de
espiritualidad, contemplación y compromiso.
En la Sinagoga de Nazaret
(Lc. 3,4-13 y 35) Jesús quiere afirmar la credibilidad del mensaje que
comenzaba a anunciar, y para ello recurre a la profecía de Isaías: “El Espíritu
del Señor está sobre mí, porque me consagró y me envió a traer la buena noticia
a los pobres…”
Esta dimensión religiosa
del pobre permanece intacta en la Iglesia desde su fundación por Cristo, como
antecesor de sus apóstoles que la perpetuaron, Ejemplo (1 Jn 3,16 y 55)…dio la
vida por sus hermanos…”Si uno goza de riquezas en este mundo y cierra su
corazón cuando ve a su hermano en apuros, ¿Cómo podrá permanecer en él, el Amor
de Dios?”…
Santiago 2,14 y 55
“Hermanos, si uno dice que tiene fe, pero no la acompaña con las obras de qué
le sirve? Si un hermano o una hermana no tiene con qué vestirse, ni qué comer,
y ustedes le dicen: “que les vaya bien…sin darles lo necesario para el cuerpo
de qué le sirve eso?
(Santiago 5,1 y 55)…”El
salario de los trabajadores que cosecharon sus campos, se han puesto a gritar,
, pues ustedes no les pagaron…Las quejas de los segadores ya han llegado a
oídos del Señor de los ejércitos…Han conocido lujo y placeres en este mundo y
lo pasan muy bien, mientras otros eran necesitados…”Condenaron y mataron al
inocente, pues, ¿Cómo podía defenderse”?
En resumen:
La experiencia de Amor y
solidaridad con el pobre, es la experiencia de Dios hecho hombre y por ende,
fuente de espiritualidad que nos invita y conlleva a la pobreza evangélica.
La pobreza Evangélica como
libertad de los viene del mundo tiene 2 razones fundamentales en la
Espiritualidad.
1. La
identificación con Cristo que siendo rico, se hizo pobre por nuestro bien.
2. Es
el Amor y Solidaridad con los pobres.
Pero la Bienaventuranza pronunciada por Cristo y su
famoso Sermón de la Montaña no se refiere específicamente a la pobreza
Evangélica como práctica exterior. Apunta más bien a la actitud básica, a la
raíz de la virtud de la pobreza de espíritu, en una libertad de corazón, en un
desprendimiento de personas y cosas, para crecer en el Amor, y actuar con una
libertad que conlleva a la práctica de una caridad sin fronteras, motivados por
la confianza en Cristo y en la realidad absolutamente confiable y que nos entregamos
a ella en el Amor a nuestros hermanos los pobres necesitados.
La pobreza de espíritu conduce necesariamente a
expresarse en forma de pobreza material, en desprendimientos concretos y en un
estilo de vida pobre y austero.
La auténtica pobreza es pues, una llamada personal,
porque la pobreza humaniza y libera interiormente.
Es en la Oración donde Dios revela, arduamente , el
camino de la pobreza.
En definitiva, la pobreza es una gracia y un Don de
Dios al que debemos responder cada día de una manera siempre nueva a su
llamada, dejándolo todo para seguirlo.
Así, haremos de nuestra parte una convergencia entre la
primera Bienaventuranza de Lucas y la primera Bienaventuranza de Mateo. Mateo,
nos señala la mística, la Espiritualidad y la libertad necesaria para ser
fieles, cada uno, consagrados, en una Comunidad que privilegia y opta por los
pobres.
Lucas, nos muestra la pobreza de espíritu como una
actitud cristiana que inspira la pobreza como compromiso con los pobres.
En fin, la pobreza no se expresa sólo con la carencia y
desprendimiento de dinero o de bienes materiales. Hay otros elementos de la
pobreza y libertad interior: El desprendimiento ante el prestigio, ante la
crítica, ante las diversas formas de poder, ante los riesgos, las inseguridades
y persecuciones, son estas, algunas de tantas formas de pobreza a la que Dios
llama a sus elegidos y muy especialmente al Apóstol en las diversas etapas de
su misión.
“Pobre, es aquel que tiene su centro de interés en los
valores del reino al que se ha entregado con humilde confianza en Dios”
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